Colombia reducirá su nivel de desigualdad social
Los tres grandes flagelos de la humanidad han sido las guerras, el hambre y las enfermedades.
En la novela Los Miserables de Víçtor Hugo, al personaje Jean Valjean lo meten a la cárcel por robarse un pan.
El hambre ha sido una de las pandemias mayores que ha azotado a los pueblos latinoamericanos. Las élites que surgieron después de la independencia con España, se caracterizaron por su avaricia, dejando al pueblo en una situación lamentable.
Para que en América latina un menesteroso salga de la pobreza, se necesitan que pasen, por lo menos, unas tres generaciones.
En Colombia, un país privilegiado por su posición geográfica, no ha sido exento de esta desigualdad social, que pone en riesgo una hambruna sin precedentes, al sesenta por ciento de la población.
Según el Banco Mundial, Colombia ocupa el tercer lugar más desigual del mundo, después de Namibia y Suráfrica; y el segundo del continente, después de Brasil.
En los años treinta, el presidente Alfonso López Pumarejo, promulgó la ley que establecía la jornada de trabajo a ocho horas, y se reconocieran las horas extras.
López Pumarejo comprendió que los salarios bajos y la explotación del trabajo sin ninguna reglamentación, estancaba al país, no permitiéndole crecer para generar riqueza y bienestar para todo (a)s.
Esta ley se aplicó en Colombia hasta el año 2002, cuando vino el expresidente Álvaro Uribe Vélez y borró de un sólo plumazo, las horas extras, poniendo en peligro la estabilidad laboral, y tercerizando el mercado laboral al mejor postor.
Esta decisión hacía parte del paquete neoliberal, que se traducía en explotar al máximo la mano de obra, para así generar más riqueza entre los propietarios y los dueños de la tierra.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -PNDU-, afirma que “los países más desiguales son menos productivos y crecen más lentamente”.
Esta máxima económica la comprendió la mayoría del Congreso de Colombia, que el pasado 20 de junio aprobó una Reforma laboral propuesta por el gobierno del Presidente Gustavo Petro, y donde se ratifican las ocho horas de trabajo, el pago de las horas extras (a partir de las siete de la noche), el pago total de los domingos y días feriados, y un contrato laboral digno para los estudiantes practicantes del Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA-.
Con esta reforma laboral quien gana es el pueblo colombiano. En pocos años veremos cómo los trabajadores tendrán un mayor poder adquisitivo, y el país crecerá a un ritmo mayor que con el que tenemos en la actualidad.