Prisma Internacional

Calma chicha en Chisinau

Pese a la contundente victoria de los europeístas en Moldavia, la amenaza rusa se mantiene intacta y los riesgos de desestabilización del país siguen presentes. 

Los resultados de las últimas elecciones generales en Moldavia, celebradas el pasado 28 de septiembre, han arrojado un resultado demoledor y bien claro para Rusia: los partidarios europeístas y atlantistas de la presidenta Maia Sandu han obtenido casi el doble de votos y escaños en el parlamento moldavo que el bloque prorruso auspiciado y financiado por Moscú. La batalla por desestabilizar Moldavia continúa, pero Putin ha perdido una batalla importante. La guerra sigue, las espadas están en alto. Reina la calma china en Chisinau.

Además, el partido de la presidenta Sandu, el PAS, ha conseguido la mayoría absoluta en el Legislativo moldavo , 55 escaños frente a 26 de los comunistas prorrusos, y lo hace en un contexto de profunda polarización en la sociedad moldava entre ambos bandos. Luego, en el plano exterior, desde la agresión de Rusia a Ucrania, en el año 2014 con la anexión de Crimea, y más descaradamente desde el 20022, en la segunda agresión a los ucranianos, la intervención rusa contra Chisinau ha subido de tono. 

Moldavia ha sufrido en estos últimos años numerosos ataques, descaradas intervenciones e injerencias por parte de Rusia. Se puede decir que Moldavia ha sido el objetivo fundamental de la guerra híbrida que Moscú despliega por todos medios contra Europa, utilizando toda clase de procedimientos desestabilizadores, ya sea por la fuerza convencional -ocupa la región de Transnistria en territorio moldavo- u otros medios irregulares, como la insurgencia, el terrorismo, la migración e incluso otros más sofisticados mediante el empleo de las últimas tecnologías (guerra cibernética).

Rusia apoya, financia y auspicia siempre candidatos prorrusos en todos los procesos electorales celebrados en en este país, alimenta la secesión de Transnistria y Gaugazia -una entidad regional menor con cierta autonomía-, crea noticias falsas sobre Moldavia, cuestionando su naturaleza democrática y poniendo en la picota a sus dirigentes, y mantiene todo un entramado político, mediático y económico con el único fin desestabilizar Moldavia. Pero este golpe de timón a favor del viento europeísta demuestra que la opinión pública moldava está a favor de la integración en la UE y en la OTAN, lo cual será, en el corto plazo, un quebradero de cabeza para el inquilino del Kremlin, el ex agente del KGB Vladimir Putin.  Rusia, nada más conocer estos resultados, siguiendo el guion habitual de otros procesos electorales, desautorizó los mismos y puso objeciones con respecto a sus praxis democrática.

La integración de Moldavia en la Unión Europea, asunto vital 

Un reciente editorial del diario español El País explicaba la importancia de estos últimos comicios en Moldavia: “Como prueba de lo que estaba en juego, el Kremlin ha tratado de desestabilizar el proceso electoral de forma evidente. El domingo, en pleno recuento se detectaron hasta 16 millones de ciberataques en el sistema electoral moldavo, según reveló el primer ministro, Dorin Recean. También ha utilizado propaganda digital y hasta ha entrenado a jóvenes moldavos en Serbia en tácticas de disturbios urbanos. Setenta de ellos fueron detenidos apenas seis días antes de la apertura de las urnas”..

El problema radica en la falta de reflejos y nervio político y diplomático por parte de la Unión Europea (UE) ante el inequívoco veredicto del pueblo moldavo expresado en las urnas a favor de su integración en la OTAN y la misma UE. “La Unión no puede permitirse actuar con pasividad. Integrar a Moldavia debe convertirse en una prioridad estratégica porque Putin está demostrando que su ambición no se limita a Ucrania. Permitir que Moldavia caiga en manos rusas sería profundamente injusto para el pueblo moldavo y abriría una brecha muy peligrosa en el flanco oriental de Europa”, seguía señalando el editorial del periódico madrileño con mucho tino. Dilatar este proceso, como ya hizo la UE con los Balcanes orientales, es dar oxígeno, argumentos y armas retóricas al bando prorruso de Moldavia y también a Moscú. 

La amenaza rusa sigue activa, tanto en el interior como en el exterior de Moldavia, y los ataques van a continuar en todos los frentes. Rusia, pese a esta victoria electoral, sigue siendo un elemento de inestabilidad y desestabilización en esta frontera de la OTAN, ya que mantiene tropas en territorio moldavo, concretamente en Transnistria, donde siguiendo las mismas pautas que en Ucrania, como si fuera un prototipo de franquicia, auspicio la secesión de esta región, armó a unas milicias contrarias al ejecutivo moldavo y declaró la independencia de este nuevo “Estado” transnistrio. Moscú dejó estacionadas a sus fuerzas del XIV Ejército ruso que se encontraban en Moldavia -unos 2.000 hombres- para apoyar este proceso separatista y desde el año en que se produjo una mini guerra civil entre las fuerzas moldavas y transnistrias, en 1992, todas las tentativas políticas y diplomáticas para resolver esta conflicto han sido boicoteadas abiertamente por Rusia. Cualquier chispa en la frontera entre este territorio y Moldavia podría ser aprovechada por Rusia para intervenir en este país sin ninguna garantía de que vaya a ser defendido por nadie, ni siquiera la vecina Rumania, con quien comparte idioma, identidad cultural e historia común.