Boúleusis
Durante siglos se aceptó la definición del hombre de Aristóteles como ‘un animal racional’. Solo a partir de mediados del siglo XIX, tras una revisión de sus ideas, se comprendió que lo que pretendía decir era que el hombre era ‘un animal con razonabilidad’ capaz de ponderar los factores que intervienen en la incertidumbre. A este proceso lo llamaron los griegos boúlesis o deliberación, lo que permite tomar decisiones prudentes, siendo el verdadero camino para alcanzar la eudaimonía o vida buena.
El profesor Diego Gracia presentó ayer en la Real Academia de Medicina su libro ‘El animal deliberante’ (Teoría y práctica de la deliberación moral). No son los miembros de esta Academia los más inclinados a aceptar la deliberación como método en la toma de decisiones, pues la Medicina ha practicado históricamente el razonamiento apodíctico, aquel que dictamina si algo es verdadero o falso, huyendo de la incertidumbre. El médico prescribe, ordena, sin lugar a una duda razonable. Se percibió en las preguntas de los académicos una cierta incomodidad, arguyendo que la práctica clínica no permite la deliberación y obliga a la toma rápida de decisiones. El ponente contestó que hay una deliberación individual inconsciente frente al paciente y una deliberación colectiva en las sesiones clínicas.
El Nobel Kanheman, ya nos advirtió de los peligros de usar el ‘pensamiento rápido’ para circunstancias que ameritan el ‘pensamiento lento’, algo parecido a utilizar el razonamiento apodíctico en circunstancias donde habría que aplicar el deliberante. Este problema va mucho más allá de la medicina, pues está en el centro de toda la polémica política. En nuestra sociedad solo los científicos son capaces, o deberían ser capaces, de aceptar la incertidumbre y entender que sus verdades son probabilísticas y además revisables. Da pena escuchar a un político lanzar verdades supuestamente apodícticas asegurando que están basadas en la ciencia, circunstancia que solo es posible en las matemáticas y no en todos los casos. Sin duda, es la falta de formación la que les lleva a estos disparates.
Quizás esto sea el meollo de la cuestión, como enfatizó el profesor Gracia, la ausencia en los programas de enseñanza de los métodos de deliberación moral. Una asignatura de “pedagogía deliberativa’ enseñaría a los jóvenes a tomar decisiones ponderando los hechos y los valores, es decir, a utilizar la inteligencia y los sentimientos para ajustar su conducta.