Boric y la maldad del ser humano
El saliente presidente chileno Gabriel Boric, aprovecha sus últimos meses de mandato, para confirmar su violencia ideológica . Tras regresar de Corea y a punto de partir a Bolivia, el púber presidente anuncia con bombos y platillos la transformación del centro de detención de antiguos militares, en una cárcel común. Hoy, un centenar de octogenarios y nonagenarios militares mueren día a día de enfermedades crónicas, de fatiga y de pena. La mayoría de esos militares no tuvieron juicio justo y fueron traicionados hasta por quienes salvaron, tras el gobierno del marxista Salvador Allende. Boric quiere darse un gustito. Al más puro estilo de los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela, está feliz de ver sufrir a chilenos que un día cumplieron su promesa de defender a Chile y a su bandera. De que hubo errores, los hubo.
A dos semanas de las presidenciales y al verse perdido, él y su pandilla zurda, aprovechan de vengarse y de concluir su tarea odiosa. Los chilenos le diremos en las urnas, cuán solo está y cuánto aborrecemos su gestión. Ha llegado la hora de auditar los usos de fondos, las fundaciones fraudulentas y verificar cuánto dinero han malgastado y cuánto odio han sembrado. Llegará el momento de la justicia y tendrán que ir a la cárcel los corruptos. Viene un nuevo Chile no progresista y no plurinacional. Regresará a Chile la protección de fronteras, la seguridad interna y la historia verdadera de los últimos 50 años. La cultura ha sido raptada por la izquierda, pero ya varios artistas e intelectuales cambian sus posiciones y se acercan a la realidad. Boric prepara sus maletas para desembarcar en alguna universidad u ONG progre. También viaja, con fondos públicos, para promover la campaña de Bachelet para dirigir la ONU. Sus sociedades con Pedro Sánchez, Lula y Petro, se van deteriorando y las calles de Salvador Allende van desapareciendo. La historia se empieza a reescribir, de la mano de la verdad histórica y no de una memoria tergiversada. Cuenta regresiva para unos niños engreídos que se dieron el lujo de “gobernar” sin saber cómo.