Bohemia madrileña C. 1970
Ha terminado estos días una excelente exposición titulada ‘¡Viva la bohemia’ en el Museo de Historia de Madrid, que ha pretendido enmarcar este movimiento entre la novela ‘El frac azul’ de Enrique Pérez Escrich (1864) y ‘Luces de Bohemia’ de Valle Inclán (1924). Considera que se fue extinguiendo desde entonces y desapareció prácticamente durante la Guerra Civil. Estamos hablando de una bohemia literaria, donde los pretendidos escritores llegaban a Madrid con el afán de triunfar en el teatro y la poesía, aunque la inmensa mayoría tenía que rumiar sus fracasos, suplicando colaboraciones en los periódicos y ahogando sus penas en los cafés. Componían una gallofa noctámbula, que sobrevivía con el sablazo para conseguir pagarse el café y la media tostada. Emilio Carrere fue quien mejor los retrató en su famosa novela ‘La cofradía de la pirueta’ (1912).
En los años 70 tuve ocasión de vivir una nueva bohemia, esta vez no literaria sino universitaria, compuesta por pretendidos estudiantes que llegaban a Madrid con el objetivo de aprobar una carrera. Haciendo paralelismo con Carrere podríamos decir que formaban parte de una ‘Cofradía báquica’ cuyo último afán sería el de estudiar. Entretenían su tiempo entre la militancia antifranquista, las drogas, el alcohol, los naipes y la música psicodélica. El bar de la Facultad era su centro de operaciones, donde en vez de ir a clase se jugaba al mus, se bebían cubatas y se planeaban golpes nunca ejecutados contra el Régimen. Así la duración de los estudios se alargaba, necesitándose más de diez años para acabar cualquier carrera.
En aquel tiempo se demostró cómo no era necesario estudiar para aprobar, bastaba con ‘paciencia y barajar’. Los recursos eran infinitos: copiar, que se examinara otro por ti, agotar la paciencia del Catedrático presentándose de forma repetida, trasladar el expediente a la Universidad de Cádiz y, el mejor de todos, esperar un aprobado general político de alguna asignatura. Este último recurso se podía utilizar con cierta frecuencia, estos aprobados se producían cíclicamente como estrategia de las autoridades académicas para apaciguar a los estudiantes.