Candela

Blanco y en botella

Dejemos de andarnos por las ramas y de recurrir a eufemismos. Al pan, pan y al vino, vino. Que así, hablando en castizo, seguro que nos entendemos todos de mil maravillas.

Tenemos un gobierno que amnistía a golpistas condenados que, «a més a més», lo volverán a repetir; permite que «el huido de Waterloo» nos honre con su presencia, largue un mitin ante su público, se marche tan campante y, esta vez, sin esconderse en maletero; cede competencias en política penitenciaria al gobierno vasco para, de manera escalonada y sin ningún recato, ir soltando a los que hasta no hace tanto asesinaban de tiro en la nuca y ponían bombas, en aplicación de una nueva legislación que aminora condenas a etarras —asesinos que no han mostrado ningún arrepentimiento por el dolor causado a miles y miles de familias y que, por cierto, son asesinos también de socialistas—; y con los separatistas vascos y catalanes coquetea respecto a un inconstitucional referéndum de autodeterminación. Si esto fuera poco, tiene la indecencia de considerar públicamente a Bildu —organización hermanada ideológicamente a ETA— el socio más fiable de este gobierno. Y por si esto no fuera suficiente implementa leyes que permiten excarcelar o aminorar condenas a violadores. También, y de otra suerte, si alguien ocupa a las bravas un piso o vivienda, aunque sea de un humilde pensionista, este deberá seguir pagando la hipoteca, luz, agua, suministros y no me extrañaría que hasta Netflix, porque si además el okupa o inquiokupa tuviera menores a su cargo se le considerará persona vulnerable y, a partir de ahí, se vuelve intocable y, por el contrario, el pobre pensionista expoliado será un miserable tenedor y un facha. Y como remate, además, se implementan leyes que intervienen mercados como el de la vivienda, provocando, como resultado final encarecimiento de precios y perjuicios para los inquilinos, pues ante las injerencias gubernamentales, los propietarios se retraen, hay menos viviendas en el mercado y los precios suben —cosa que hasta el más tonto de la clase conoce, menos los comunistas—.

Y aquí es donde quería llegar. Esta medida, al igual que otras muchas que se haría imposible citar pues harían falta diez columnas de opinión, no son otra cosa que los caducos mantras del viejo, anquilosado y reumático comunismo que, por increíble que parezca, aún los marxistas-leninistas de aquí siguen creyendo y, lo que es peor, aplicando.

Y, para no hablar en abstracto, les recuerdo que estas recetas eran las de tres comunistas sesudos, intelectualoides y de pro: Monedero —el íntimo de Maduro—, el muy feminista Errejón y Pablo Iglesias —otro también muy feminista, pero que azotaría a Mariló Montero hasta hacerla sangre—. Pero si hoy de los citados podría decirse que son, por méritos propios, cadáveres políticos, lamentablemente quedan sus organizaciones que, aún desnutridas y famélicas —como su himno de la Internacional—, todavía colean dando las últimas bocanadas. Y ahí están Podemos y Sumar, con un papel oscilante pero protagónico —como decía Chávez en sus discursos— a resultas de la subasta de sus feministas votos tan necesarios para el inquilino de la Moncloa.

Si ambas están en los estertores es por la sencilla razón de que sus políticas y prácticas han sido asumidas, íntegramente, por el actual partido socialista y el virrey que lo dirige —monta tanto—, ante lo que los autoconsiderados votantes progresistas dan su apoyo al principal y no a los subalternos. Es el aforismo de para qué hablar con medios días, habiendo días enteros. ¡Pues sí, la verdad!

Y, claro, como no hay mejor defensa que un buen ataque, ante las lógicas críticas de la oposición, el mundo liberal y los que queremos respirar un aire de paz, democracia y ley, estos gobernantes se inventan a diario —desde su factoría monclovita dedicada en exclusiva a diseñar relatos, crear opiniones y poner ventiladores que esparzan suciedades— todo un entramado de tramoyas, disfraces, fabulaciones, bulos y fangos que permitan diluir sus fechorías y disipar sus muchas corruptelas. Y si algo faltaba para consumar los viejísimos postulados leninistas sobre la detentación absoluta del poder, pues ahí tenemos la carrera imparable para fagocitar a todos los poderes públicos, en el ejercicio más indecente de atropello a la democracia que nunca se había visto antes: el Banco de España, el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, Consejo General del Poder Judicial, Abogacía del Estado, Consejo de RTVE, más todo un entramado de instituciones, asociaciones profesionales, sindicatos y corporaciones, donde los tentáculos del gobierno se introducen a modo de nefasta pandemia contaminadora de cuanto toca.

Pero, como las cosas no pasan por casualidad y considero que todos estos son bastante tuercebotas y «de listos solo hasta el cajón del pan», pienso que necesariamente tiene que haber algo más armado, con mente muy retorcida y bien organizado capaz de realizar esta compleja operación a la que estamos asistiendo para romper España, suprimir la Corona y pervertir las instituciones. Algo que, lamentablemente, avanza con paso firme.

Amigos, hagámonos una pregunta: ¿quién puede ganar con que España, y por ende Europa, se debilite, rompa y quiebre?

Si el Reino Unido inexplicablemente se fue y come en mesa aparte, España hace aguas por todos lados, Hungría anda a la suya mirando más al oso sovietico que a sus socios naturales y Europa es una cadena enferma, vieja y cada vez más oxidada —con una emigración descontrolada y que le está haciendo perder su esencia, principios y valores occidentales— que anda y desanda sus pasos en no se sabe qué dirección y puede quebrarse en cualquier momento, la pregunta es: ¿quién se beneficiaría de una Europa destrozada débil e irrelevante?

Pues blanco y en botella: el del gulag, el vodka y el piolet.