Tras los bastidores

Bergoglio, Prevost y Cabrini

Con la pérdida para la Iglesia católica y el mundo cristiano y occidental del Papa Francisco, antes Cardenal Bergoglio y mucho antes solo Jorge, queda un vacío para los fieles católicos, que ahora recién empieza a llenarse con la elección del nuevo Santo Padre de la Iglesia. El cardenal Prevost Martínez, que es además el segundo Papa latino, al ser ciudadano peruano, sucede al argentino Bergoglio. Asimismo, S.S León XIV, en continuidad de León XIII, también de la orden de los Agustinos.

El legado de Francisco I ­­– en honor a Francisco de Asís –, es el de una Iglesia pobre y para los pobres, inspirada en la humildad, sencillez y amor por los desfavorecidos. Y, esta heredad será mantenida por León XIV, quien ofició su primera misa con calzado regular de cuero, y no con el tradicional rojo, el cual Francisco I descontinuó.

El padre Prevost, luego obispo y cardenal, y ahora Papa, sirvió en Perú como obispo, allí, primero en Trujillo y luego en Chiclayo, en lo profundo de los Andes, dejó un gran ejemplo de labor por el pueblo, sencillez y amor por sus fieles. Tanto fue el amor con Perú que optó por convertirse en un peruano más. Al igual, estuvo en Barranquilla por un corto periodo, allí fue prior agustino. Como fray Prevost se le recuerda con cariño en Colombia.

Sobre su labor, que aún no empieza, se puede ver que luchará por los migrantes, en contra de Donald Trump, y de Georgia Meloni, los dos mandatarios con los que más relacionado estará naturalmente. León XIV, continuará con la misión de su antecesor, reflejado en la última misa oficiada por Francisco I, para finalizar la Semana Mayor, en la cual se centró en los migrantes y sus avatares en el trasegar, y a veces martirio del significado del vocablo “inmigrar”.

Los inmigrantes también son hijos de Dios, esto lo fijó bien Francisco I, cuando visitó la isla italiana de Lampedusa, destino de los inmigrantes que vienen a Europa en situaciones tan precarias como alarmantes. Y, es que debe hacerse algo política, social y humanamente por estos seres, en su mayoría de África. Sin dejar de ser un problema para las poblaciones a las que arriban, solo por designios geográficos como buscando un mejor mañana, no por ello deben ser deshumanizados.

Gran ejemplo de la inmigración y de la labor humana, es el caso de Francesca Cabrini, luego canonizada como primera ciudadana estadounidense. Esta monja italiana, hizo cosas impensables en el Estados Unidos de finales del siglo XIX. La madre Cabrini fue al rescate de los niños indigentes, a veces huérfanos, hijos de la gran inmigración italiana, que llegaría hasta dos millones. La madre Cabrini – fundadora del Columbus Hospital en Chicago –, más que un ejemplo de la Iglesia, ejemplo para la humanidad. Le pidió León XIII que, en vez de emigrar a China, fuera a Estados Unidos, diciéndole la famosa frase: “No a Oriente, sino a Occidente.”