Prisma Internacional

Los Balcanes desde España

En España nunca hubo ningún interés por los Balcanes, excepto en algunos reducidos ámbitos del mundo académico, y no fue hasta la década de los noventa, cuando descubrimos abruptamente esa región a través de las guerras yugoslavas e incluso llegamos a enviar algunas tropas españolas en un contingente de las Naciones Unidas para intentar pacificar Bosnia y Herzegovina, concretamente en la multiétnica ciudad de Mostar. Aunque la inutilidad de la misión de las Naciones Unidas en este país quedó meridianamente clara cuando tuvimos que apelar a la OTAN, es decir, a los Estados Unidos, en 1995, para imponer la paz en el avispero balcánico, que amenazaba con una carnicería interminable, eso no es óbice para que hoy rindamos homenaje a los 23 soldados españoles que perdieron la vida en esta guerra víctimas los cruentos combates entre las partes. Hoy, de hecho, una de las principales plazas de esta ciudad bosnia lleva el nombre de plaza de España en su honor.

Después aparecieron algunas obras intentando explicar las guerras yugoslavas, sus raíces históricas y el impacto que tuvo en Europa el conflicto. Incluso en algunos ámbitos académicos se comenzó a hablar de los Balcanes y aparecieron algunos estudios al calor de los conflictos que iban apareciendo sucesivamente, como el de Kosovo entre serbios y albaneses, en 1999. Pero, en términos generales, el gran público español siempre estuvo muy alejado de las grandes cuestiones balcánicas, en parte porque nunca acapararon un gran interés por parte de nuestros medios de comunicación, y porque nuestra diplomacia consideraba a esta región muy alejada de los interés estratégicos de España en política exterior, una idea absolutamente absurda que abundó durante muchos años en nuestra cancillería y que revela su provincialismo y cortedad de miras, aunque ahora tampoco andan muy lejos de esa idea, todo hay que decirlo, dicho sea de paso.

En lo que se refiere al ámbito cultural, concretamente al aspecto literario, las cosas sin embargo han avanzado a grandes pasos y se han producido notables avances, habiendo sido traducidos numerosos autores de esta región, como Ivo Andric, Predrag Matijevic, Miljenko Jergovic, Dasa Drnic, Dubravka Ugresic, Danilo Kis, Mesa Selimovic, Velibor Kolic, Ismail Kadare, Mircea Cartarescu y el gran poeta bosnio Izet Sarajlic, entre otros dentro de una larga nómina que sería interminable. En el terreno local, la gran escritora Clara Usón se fijó en los Balcanes y escribió una gran novela sobre la guerra bosnia, más concretamente sobre el caudillo serbio Ratko Mladic, titulada La hija del Este, que sorprendentemente adquirió un gran éxito y que es una historia medio camino entre la crónica, el género biográfico y el misterio. Un libro excepcional, digno de gozar de su lectura.

También Arturo Pérez Reverte, antiguo corresponsal de guerra en esta región durante las guerras yugoslavas, puso su mirada en los Balcanes y relató sus experiencias sobre el terreno en ese fantástico libro Territorio comanche, donde salda sus cuentas con algunos compañeros de profesión y la compañía de televisión pública que le contrató e intenta relatar algunas de las muchas peripecias que le acontecieron en sus “excursiones” balcánicas. Todo ello lo hace en un tono sarcástico, irónico, casi de tragicomedia, e ilustra al lector con ese universo balcánico tan desconocido en nuestro país como lejano, no tanto en términos geográficos sino culturales. 

Aparte de las numerosas traducciones que han aparecido en los últimos años de escritores balcánicos de todas las nacionalidades, hay que destacar a dos autores españoles que han comenzado a investigar, estudiar, aprender sus lenguas y revelarnos los misterios de esta región que tiene, en palabras del genial Winston Churchill, más historia de la que puede digerir: Miguel Roan y Marc Casals. Roan, un balcanólogo ya doctorado por sus obras Anatomía serbia y Maratón balcánico, acaba de publicar dos obras casi al mismo tiempo -Belgrado Brut y Balcanismos- y ha estado en la Feria del Libro de Madrid presentado las mismas y hablando sobre unos Balcanes que se podría decir conoce casi como el patio de su casa. 

Miguel Roan

En lo que respecta a Casals, autor del famoso libro La piedra permanece, una verdadera historia de la guerra de Bosnia contada a través de unos ciudadanos de a pie que la padecieron como primera fuente de la historia en primera persona, hay que reseñar su profundo conocimiento de la región, pues habla varias lenguas y conoce todos sus países, pero especialmente Bosnia y Herzegovina, y su pasión -por no decir amor- por esta parte del continente, lo que le ha llevado a traducir a varios de sus autores, a participar en numerosos eventos literarios y a desplegar una notable actividad. Uno de sus últimos libros traducidos, Diarios del olvido, del gran escritor bosnio Semezdin Mehmedinovic, nos habla de temas tan cercanos como la vida y la muerte, el presente y el pasado, la enfermedad y la salud.., en un tono nostálgico que quizá evoca a esa Bosnia perdida ya para siempre tras la tragedia que sacudió a este país en su guerra civil (1991-1995).  

Marc Casals

Ambos autores, Roan y Casals, son hoy los referentes de una nueva generación de escritores y traductores españoles hechizados por la magia de una región tan apasionante como desconocida, tan rica en sus manifestaciones culturales y artísticas como tan diversa en las mismas. Los Balcanes siguen siendo para el gran público español, y me atrevería que para una buena parte de europeos, allá donde acaba Europa y no se sabe si comienza.