Relator

Del archivo de Ligia Vonblon

Es la “saga de una vida”, escrita –sorpréndase los lectores— a los 99 años de edad, creativa y convincentemente.

Dice Ligia, desde su residencia última en la Florida (U.S.A.), ella, viajera por países y continentes: <<He llegado a los noventa y nueve años, acercándome a las orillas de un siglo de existencia en este hermoso planeta…, y para mi asombro, todavía con una mente inquisitiva que no ha envejecido, sino que, al contrario, se ha enriquecido con conocimientos gracias a mi adicción a la lectura, a las investigaciones literarias y a mi gran curiosidad por todo lo que nos impacta día a día en este nuevo mundo de avances científicos y tecnológicos>>.

Así su visión sobre su tiempo existencial: <<La edad siempre ha sido un número en el calendario de mi existencia>>.

Ligia Vonblon (originaria de Tumaco en el Pacífico colombiano, llamado Puerto Perla), rememora:

<<He sido testigo de todos lo asuntos históricos que marcaron el mundo de mi tiempo en este planeta desde 1925, cuando abrí los ojos a la luz>>. 

Ligia se ha reinventado a sí misma en múltiples ocasiones (viviendo en Colombia, U.S.A. y otros países) desde su formación inicial como Maestra y luego como artista plástica y escritora.

Aquí, nuestra segunda sorpresa al leer Del archivo de mis memorias (Santiago de Cali, 2025, 270 ps.): Ligia Vonblon inicia la elaboración de sus libros (memorias y novelas) a la edad de 83 años: <<He escrito nueve novelas y una biografía>>.

Y agrega:

<<Para reinventarte, debes abandonar ciertos hábitos y el apego a la rutina. También hay que dejar atrás el miedo a lo desconocido>>. Reinventarse, sí, para adaptarse a lo nuevo que llega:

<<Mi última reinvención –añade— ocurrió después del fallecimiento de mi esposo Emil>>, de nacionalidad austriaca.

De allí parte un descubrimiento, la escritura de ficción: en dieciséis –sistemáticos años—escribirá una obra literaria considerable; ello, respondiendo a un interrogante foucaultiano: ¿Por qué un hombre cualquiera no puede hacer de su vida una obra de arte?

En el 2008, publica  su primer libro escrito a los 83 años, Historia de una vida, <<para mis descendientes>>.

En el 2011, su ópera prima novelística, Marieta. En el 2012. La hija de la laguna; en el 2014, Leyendas de la Arcadia (escritas en Cali, Colombia).

Cinco novelas posteriores fueron narradas en su residencia actual en la Florida: Salvador. El hombre que amaba el mar (2016), Una luz en los volcanes (2017), Mi nombre es María Salomé (2019), El enigma del regreso (2021) y María Salomé. Ecos del pasado (2023).

Mujer de islas: mirada en perspectiva

Además de lectora de ficciones (Tolstoi, Proust, Rulfo, García Márquez, los trágicos griegos…), Ligia conoce la historia de la pintura.

En una perspectiva didáctica (<<Siempre me gustó enseñar y compartir sin esperar remuneración>>), Ligia formó grupos de estudio y creación: <<para iniciarlos en una curiosidad dormida que los llevaría a aprender a ver>>.

Desde esta visión, su propio proceso creativo: <<Para estructurar las novelas, seguí la familiar técnica de la realización de una pintura: el tema, la perspectiva y el balance, aprovechando mi experiencia en el estudio de las artes plásticas. Recordé algo que leí:

“Escribir es pintar con palabras, cuando las manos no son talentosas”.

Y añade:

<<Haciendo un ejercicio de abstracción, deduje que Juan Rulfo fue Pedro Páramo en el pueblo de Comala. Ernest Hemingway fue el pescador del marlín en El viejo y el mar. García Márquez fue el viejo Coronel en El coronel no tiene quien le escriba. Yo, he sido la protagonista femenina en mis novelas: Marieta, Flarina Olaya…>>.

Lo importante, descubrir un mundo donde pudo disfrutar un tiempo extraordinario en sus últimos años de vida.

Ello, en <<una constante jornada de aislamiento, pero también de aventura, porque en todos esos personajes de mis nueve novelas he recorrido el mundo de mis fantasías>>.

Esas fantasías experimentadas en sus vivencias juveniles entre tres islas: Tumaco, La Viciosa y el Morro: <<un sol de septiembre aparecía en medio de una conflagración de colores dorados, pintando el cielo y el mar de las tres  islas con la alquimia del oro de los aborígenes del Pacífico. Las tonalidades en el firmamento iban apareciendo como si fuesen notas de una sinfonía: rosados amarillos, tímidos magentas, azules iridiscentes, convirtiendo el mar y las tres islas en un mágico paisaje mañanero>>.

En su primer trabajo como maestra, en un estero sin nombre, en donde el pueblo San Antonio que la acogía estaba “en todas partes”, vivió en la Mansión Antonina, entre dos mares que la sorprendieron: las aguas del Pacífico y las aguas del manglar. En sus rumores poéticos pero así mismo en soledad, la envolvieron en una oportunidad y para siempre <<el misterio de un sortilegio>> y la visión <<de un inesperado encantamiento>>.

Islas, mares, viajes e imaginación creadora, además de su disciplina invencible, la historia de una vida de noventa y nueve y cien años en este 2025.