Antisemitismo creciente en España: el numerito de Eurovisión
España finalmente se ha retratado en Eurovisión, tal como había amenazado la televisión pública española y en pleno delirio antisemita del Legislativo presidido por Pedro Sánchez. Nuestra retirada de este festival, que tiene más de espectáculo que de exhibición de buen gusto y buena música, es parte de toda una campaña antisemita que se inició, paradójicamente, tras los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023. En lugar de habernos puesto en el lugar de los atacados, de las más de 1200 víctimas israelíes y los 251 ciudadanos secuestrados de la misma nacionalidad, España no demostró ningún solidaridad con el Estado hebreo y desde esa fecha no ha hecho más que incentivar todo tipo de acciones antisemitas en nuestro país.
Aparte de que dos formaciones de las que apoyan al actual Gobierno, Sumar y Podemos, son claramente antisemitas y nunca han ocultado sus simpatías por la causa palestina más radical, defendiendo en sus protestas y manifestaciones la famosa consigna árabe “Palestina libre, desde el río hasta el mar”, que viene a significar en castellano castizo una tierra libre para los palestinos sin judíos, que se suponen serían exterminados o echados al mar, como siempre soñaron los líderes palestinos. Incentivadas por esta auténtica ola antisemita, numerosas instituciones españoles, entra las que destacan varios ayuntamientos, universidades y entidades privadas, como por ejemplo la Universidad Complutense de Madrid y los ayuntamientos de Cádiz y Barcelona, han desarrollado todo un sinfín de acciones de carácter antisemita en nuestro país. (Ver, en este sentido, los hechos que denuncia el Observatorio contra el Antisemitismo: https://observatorioantisemitismo.fcje.org/).
Ahora España, junto con otros países europeos en la misma onda judeofóbica (como Irlanda, los Países Bajos y Eslovenia), ha decidido abandonar Eurovisión y han justificado el hecho en el canal público de televisión, RTVE, acusando al “lobby israelí” de haberse movido entre bastidores para permitir la presencia de Israel en este festival e impedir su vil acción. Precisamente España, el país que expulsó hace más de quinientos años a los judíos sefardíes en un acto histórico de clara intolerancia religiosa, lidera ahora la cruzada antisemita jamás vista desde los años treinta y cuarenta, entre el ascenso de Hitler al poder y la apertura de los campos de exterminio, para tratar de aislar en la escena internacional a Israel. El nuevo antisionismo del siglo XXI es el nuevo (y el viejo) antisemitismo de siempre.
Un antisemitismo sin judíos
El gran problema que hay en España es que casi siempre se entremezclan los asuntos relativos a la cultura judía, tan presente en nuestro país pese a la ausencia de judíos, con el conflicto de Oriente Medio, y el mundo judío con el Estado de Israel, en una confusión de ideas que revela el escaso conocimiento en estos asuntos que prima en España. Israel no está conformada solo por judíos, ya que viven en este país un veinte por ciento de cristianos y árabes mayoritariamente musulmanes, y de los diecisiete millones de judíos que hay en el mundo hay muchos sionistas y muchos que no lo son, incluso millones que no profesan la religión judía y son laicos. Hay que distinguir entre israelíes, que son los ciudadanos que tienen la nacionalidad de Israel, judíos de religión que profesan y cumplen los preceptos de la misma y judíos como etnia que ni viven en Israel ni cumplen con sus obligaciones religiosas.
Pero, al margen de esta breve disquisición, el caso de España es realmente paradójico a diferencia de otros países antisemitas, como Francia y el Reino Unido, donde existen importantes comunidades judías, porque en nuestro país apenas viven judíos, es decir, el antisemitismo de España se da en un país donde apenas hay comunidades judías y las mismas carecen absolutamente de una visibilidad social, política y económica. ¡Un antisemitismo sin judíos, qué locura! Solamente viven en España entre 35.000 y 40.000 judíos, tirando por lo alto, y el nivel de integración es total, porque apenas hay comunidades judías ortodoxas en el país -cuyo grado de integración en otros países es escaso o nulo-, generalmente hablan español porque muchos proceden de América Latina y porque la vida comunitaria casi no es muy notoria y es muy desconocida para la opinión pública española. Sin embargo, este numerito de Eurovisión solamente genera desconfianza, ausencia de empatía por un gobierno cegado por el odio y la animadversión hacia Israel y levanta un nuevo muro de desconfianza hacia una relación, después de cuarenta años, entre los dos países, entre ambos pueblos. Ha sido un gesto absolutamente lamentable, innecesario y un gran favor al corifeo antisemita nacional, ¡felicidades!