Disquisiciones

487 años de vida

El pasado 6 de agosto la Academia de Historia de Bogotá convocó a la celebración de los 487 años de la ciudad, evento que contó con la participación de prestantes miembros de la sociedad, representantes de diferentes academias y un selecto grupo de invitados. 

Con un excelente preámbulo de doña Mariela Vargas Osorno, se inició la conferencia sobre don Gonzalo Jiménez de Quesada que presentó Carlos Eduardo Gómez Gómez. Ella cree que fue en Suesca donde le nació su curiosidad por la fundación de la ciudad, un lugar entrañable para Jiménez de Quesada, ya que allí hizo parte de sus escritos, que junto a otras obras, cedió para que se completaran las crónicas sobre el Nuevo Reino de Granada. 

Según el expositor, Don Gonzalo Jiménez de Quesada fue <<un inusitado conquistador, tan elegante y melindroso como audaz y esforzado, a más de infatigable con la pluma, aunque muchos de sus escritos fueran dados por perdidos en provecho de los cronistas reales, se los cedió al cronista oficial Fernández de Oviedo para sumarlos a sus Crónicas de Indias, por la sospecha de que, dado el recelo ventilado de su ascendencia judía, bajo su firma nunca conseguiría el imprimátur y se quedarían sin su paternidad, sino expuestos a la soltura y componenda de alguno de cuantos bizarros capitanes le acompañaban>>

Comparte la tesis de don Germán Arciniegas, reconocido investigador y gran referente colombiano, avalada por el escritor y crítico Stefan Zweig, de que  Jiménez de Quesada, tanto por sus lances y desplantes como por sus pericias y desmañas, fuera el inspirador del Caballero de la Triste Figura. 

El conferencista es un husmeador independiente e incisivo de los descubrimientos y conquistas españolas en las anchuras rotuladas como <<terra ignota>>. Ha recorrido  algunas de sus rutas, navegado en ríos del territorio conquistado, convivido con naturales que conservan sus espacios ancestrales, y tuvo la osadía de sustentar el nombre de <<Guata>> para el continente americano, una palabra indígena chibcha que quiere decir <<allá, allá, en las alturas>>, expresión con cabida en las lenguas nativas,  pero no en las del viejo mundo. 

Ahora se encuentra en <<la revisión final a “Mencía de Collantes, la mestiza de Guata”, cuya supuesta narradora es la dicha hija de una hermana de Atagualpa con el hijodalgo Juan Muñoz de Collantes>> y anhela continuar con aquellos españoles que se <<aindiaron>> durante la conquista del Urabá y del Darién, tema que da para interesantes renglones. 

Una visión diferente para entender que a partir del adelantado Jiménez de Quesada y los conquistadores  españoles, el encuentro de dos mundos determina la  unión genética que permite abordar un mestizaje donde cuenta los que llegaron, a quienes encontraron, y en esa simbiosis ahondar la génesis cultural de ese hombre que representa una comunidad con particular arraigo por lo propio, bajo el estandarte de la fe cristiana y el cultivo de la esperanza, que señala la dimensión antropológica que trasciende hasta nuestros días con la mejor herencia: la palabra.