2026: El Año del 10, la Plenitud y la Compasión Colectiva
Hoy caminé por Madrid y vi los árboles desnudos, sin hojas. Su aparente vacío no era muerte, sino transparencia: permitían ver el cielo con una claridad que en otras estaciones queda oculta. Esa imagen sencilla me detuvo. En esa desnudez silenciosa intuí un mensaje: para ver más alto, a veces hay que soltar, para alcanzar plenitud, primero hay que vaciarse. Esa reflexión me acompañó mientras pensaba en el año que llega,2026, cuya suma —2 + 0 + 2 + 6 = 10— nos habla de totalidad, cierre de ciclos y sentido profundo. A medida que termina 2025, 2026 llega como algo más que un número en el calendario. Su simbolismo nos invita a unir reflexión y acción. En un mundo marcado por conflictos, desigualdades y crisis, este año nos propone un camino claro, transformar la empatía en compasión concreta y fortalecer las comunidades desde lo esencial, como esos árboles que, aun desnudos, sostienen la vida.El número 10 ha sido históricamente un emblema de totalidad y orden, pero también de ruptura necesaria para la liberación. En el relato del Éxodo, las Diez Plagas de Egipto no son solo castigos, sino señales de un límite alcanzado. Representan el colapso de un sistema injusto que oprimía al pueblo hebreo. Tras la décima plaga, se produce la liberación: el final de un ciclo de esclavitud y el inicio de una nueva historia. El 10, aquí, marca el momento en que ya no es posible seguir igual.Este significado se complementa con otros usos del 10 en la tradición bíblica. Los Diez Mandamientos, en el judaísmo y el cristianismo, ofrecen un marco ético para una vida colectiva más justa. En la tradición judía, se requiere un minyán —diez personas— para ciertas oraciones, y se interpreta que, desde el Génesis, el mundo fue creado mediante diez enunciados divinos. El mismo número que libera, ordena . El mismo número que juzga, funda.
Más allá de la Biblia, el 10 representa cierre de ciclos y unidad. En numerología indica plenitud; en la cultura china simboliza totalidad; y en el hinduismo, los diez avatares de Vishnu restauran el equilibrio universal. En el cristianismo, sin embargo, el 10 cobra un significado vivo a través de Jesucristo y el Nuevo Testamento. Sus milagros, como la sanación de los diez leprosos, muestran que la plenitud no reside en normas ni en el poder, sino en el amor y la misericordia. Jesús enseña que la verdadera perfección surge de la compasión activa y la entrega a los demás.La compasión se entrelaza con la humildad, virtud central tanto en el judaísmo como en el cristianismo. Moisés, descrito como “el hombre más humilde sobre la faz de la tierra”, encarna este ideal al enfrentarse al faraón sin violencia, confiando en la justicia divina. Pero es Jesús quien lleva la humildad a su máxima expresión, humillándose hasta la cruz por amor a la humanidad. Como los árboles en invierno, la humildad parece despojo, pero en realidad es la condición para una vida más profunda y fecunda. Practicar humildad y compasión no solo cumple la enseñanza espiritual, sino que también mejora la salud mental, reduce el estrés y construye sociedades más equitativas.
Podemos imaginar 2026 como el año de las “comunidades de 10”: pequeños grupos que practiquen compasión, escucha y solidaridad. Ayudar a los más vulnerables, dialogar sin prejuicios o colaborar en causas comunes son gestos que, como las plagas del Éxodo en sentido inverso, no destruyen sino que liberan, rompen cadenas invisibles de indiferencia, egoísmo y miedo. Así como la creación surgió de diez enunciados divinos, nuestros actos cotidianos pueden forjar una nueva realidad colectiva.
En definitiva, 2026 nos ofrece una oportunidad única: cerrar ciclos injustos y alcanzar plenitud a través de la compasión y la humildad. Tradiciones milenarias y el Nuevo Testamento coinciden en un punto esencial: solo en comunidad y con empatía podemos vivir de manera completa. La pregunta queda abierta, como el cielo entre los árboles desnudos de Madrid: ¿estamos listos para asumir ese desafío?
Feliz año a ustedes, mis lectores. Que 2026 sea un tiempo de plenitud, compasión y renovación compartida.