100 candidatos 100
¿Quién o quiénes propondrían construir –y sabrían hacerlo— un proyecto de país colombiano 2026? Sí, un país de justicia social y paz…
Nuestra hipótesis sería iconoclasta: todos los 100 candidatos que pretenden la Presidencia de la República, y ninguno de ellos.
Veámoslo así: los candidatos serían verbo especulativo y febricitante –con perfil de mago populista, y mejor, ilusionista. Los 100 (y un poco más de vanagloreros irresponsables) no sabrían resolver (de resolvere: soltar, desatar y aún mover, deshacer, liberar, anular y disipar…) los problemas críticos y sin solución que vive el país colombiano.
A saber, entre otros:
- El narcotráfico, la guerra contra el Estado y sus instituciones, y la consecuente inseguridad ciudadana en todo el territorio.
- El nihilismo y sinsentido social e individual: el insignificante valor de la vida (más de 10 mil crímenes al año).
- En los contextos anteriores, los valores irrisorios o quiebra axiológica de la sociedad, narcotizada desde hace décadas (el dinero a toda costa).
- La corrupción –en todos los niveles económicos y políticos— y el saqueo impune del Estado y los bienes públicos. Además la falta de sanción social, para que los corruptos y criminales no levanten cabeza y abandonen –ellos y la sociedad— el cinismo siniestro que los caracteriza.
- Las carencias éticas, públicas y privadas, comenzando por la misma postulación a la Presidencia de la República.
- El subdesarrollo del campo, la posesión de la tierra en pocas manos y la inquietante producción agrícola (más hectáreas para la cría de ganado que para el cultivo), que aleja del propósito inalcanzado de <<hambre cero>>.
- Así mismo el de la mediocre y obsoleta industrialización del país y la producción de bienes, supeditándolo al trabajo informal (ello, históricamente, desde la traición del liberalismo al artesanado y el <<laissez faire – laissez passer>> desde 1850, imponiéndose los productos ingleses; hoy, los norteamericanos y los chinos.
- O bien, el de la insuficiencia en recursos humanos, investigadores, imaginación e innovaciones, pedagogías creativas y productivas.
- En fin, la ineptitud, y peor aún, la mediocridad en la gobernabilidad. Ello, porque cualquiera –sin formación ni experiencia ni valores éticos— puede asumir una alcaldía, una gobernación de Departamento, un ministerio, una senaduría y la Presidencia de la República.
Pocos o ninguno de los 100 candidatos confesaría su desconocimiento del país y las posibles soluciones al narcotráfico criminal y destructivo; al nihilismo que carcome sin alternativas humanas, psicológicas y sociales; al quiebre axiológico (producto de más de 200 años de seudodemocracia y del poder de los poderosos); a la corrupción estructural en dimensiones económicas y políticas; a la mediocridad generalizada y la ineptitud en la gobernanza; en fin, a las carencias éticas en la vida pública y privada.
100 candidatos 100, populistas
El verbo especulativo y febricitante de la totalidad de los 100 (y un poco más) candidatos a la Presidencia de la República para el 2026, es populista.
Populista, “el uso de medidas de gobierno populares, destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si ésta posee derechos a voto, aún a costa de tomar medidas contrarias al Estado democrático”.
Los 100 candidatos 100 –de izquierda, centro y derecha— son verbo inactivo e improductivo, es decir, lengua muerta.
Sus enunciados son –deténgase el lector y futuro votante a analizarlos— retóricos, silogísticos: verdades a medias y quebradizas; verdades mentirosas; verdades imposibles de alcanzar; verdades ‘de a peso’; verdades sin presente ni futuro.
O verdades, irresponsables.
Ante las problemáticas candentes que vive y padece el país –más en las provincias que en el centro territorial— las ‘soluciones’ que se formulan (con prepotencia, en muchos casos; con tozuda estupidez en los demás), producen indiferencia, desconsuelo, insatisfacción, hartura…
Los 100 candidatos se convertirán por exclusión –en una segunda vuelta— en dos Narcisos impotentes, y finalmente, en un Presidente obsoleto y psicópata que asegurará tener ‘solución’ o respuesta a realidades y aconteceres arriba enunciados.
Sería el mismo "régimen presidencial", el silogismo mayor, el que habría que cambiar (asimismo el "régimen parlamentario") por una conducción sabia, capaz, honesta y colectiva del Estado.
En uno y el otro, fracasaron.
Mientras tanto, los 100 (y más candidatos) son retórica de un país llamado demócrata, un remedo político y económico, un eterno retorno de lo mismo y los mismos: la negación de un nuevo e imaginable y deseable país de justicia y paz verdaderas, sin una medida común para todos. El viejo país de las exclusiones y las imbecilidades o errores históricos. El del punto CERO.