Parques

Viento, calor y controversia en Madrid: análisis del cierre de parques

Estanque grande del parque de El Retiro
El cierre reiterado de El Retiro y otros parques de Madrid por calor y viento desata un debate cada vez más encendido.

El 1 de agosto de 2025 Madrid volvió a echar el candado a sus grandes parques en plena ola de calor. El Ayuntamiento activó el nivel rojo del protocolo municipal tras prever rachas de viento superiores a 88 km/h y temperaturas de 35 °C en El Retiro; el parque y otros ocho espacios históricos fueron desalojados a media tarde. El cierre coincidía con otro ocurrido apenas un mes antes, cuando El Retiro y otros parques se clausuraron por vientos de 73 km/h y 37 °C, y con un cierre indefinido provocado por lluvias intensas en marzo. Estas decisiones, tomadas para evitar accidentes por la caída de ramas, han desatado un intenso debate entre seguridad, disfrute y adaptación al cambio climático.

Un protocolo nacido de las tragedias

El origen del Protocolo de gestión de incidencias y actuación ante la previsión de situaciones meteorológicas excepcionalmente adversas se remonta a dos trágicos accidentes. En 2018 un pino se desplomó sobre un niño de cuatro años en El Retiro durante un vendaval; el cierre del parque se había ordenado minutos antes, pero la zona seguía abierta. Cuatro años antes, en 2014, un militar de 38 años murió al caerle una rama de gran tamaño, y en septiembre de ese mismo año un hombre de 72 años fue aplastado por otra rama en Vallecas. Estas muertes motivaron que el Ayuntamiento adoptase en 2019 un protocolo con un semáforo de cuatro niveles que determina el acceso a los parques según la velocidad del viento, la temperatura, la humedad del suelo y la nieve.

Cómo funciona el protocolo y sus niveles

La Agencia Estatal de Meteorología envía cada día a las 17 h un boletín con previsiones específicas para El Retiro y otros parques. Una hora antes de un posible cierre, los técnicos cruzan los datos de viento, temperatura y humedad mediante una fórmula matemática. En función de esa evaluación se aplican cuatro niveles:

  • Nivel verde: condiciones normales.
  • Nivel amarillo: se limita el acceso a algunas zonas si el viento supera los 40–50 km/h con temperaturas inferiores a 35 °C, o 30–40 km/h con temperaturas superiores.
  • Nivel naranja: aconseja abandonar el parque cuando las rachas alcanzan 50–65 km/h (o 40–55 km/h con calor extremo).
  • Nivel rojo: obliga a cerrar y desalojar completamente si el viento excede 65 km/h con temperaturas inferiores a 35 °C o 55 km/h cuando el termómetro supera esa cifra. Tras el cierre se inspecciona el arbolado y se retiran ramas inestables antes de reabrir.

El Ayuntamiento recuerda que El Retiro, con 120 hectáreas y miles de árboles centenarios, solo se clausura alrededor del 1 % del tiempo, pero en ese breve periodo se concentra más del 80 % de los desprendimientos de ramas. Entre 2023 y mayo de 2025 se registraron 652 incidencias; más de la mitad ocurrieron bajo alertas naranja o roja, que representan solo el 7,3 % del tiempo.

El verano de 2025: cierres repetidos y eventos afectados

El verano de 2025 ha puesto a prueba el protocolo. El 30 de junio El Retiro y otros ocho parques – El Capricho, la Rosaleda del Parque del Oeste, Juan Carlos I, Juan Pablo II, Quinta de Fuente del Berro, Quinta de los Molinos, Quinta Torre Arias y el Parque Lineal del Manzanares – se cerraron a las 21 h ante vientos previstos de 73 km/h y 37 °C. El cierre coincidió con la Feria del Libro de Madrid, lo que obligó a clausurar casetas y desató la indignación de autores y libreros, que lamentaron la falta de alternativas. Los responsables del evento habían cerrado sus puertas a las 18 h al activarse la alerta naranja y esperaban reanudar la actividad al día siguiente tras la inspección del arbolado.

Poco después, el 1 de agosto, la historia se repitió: las previsiones de rachas de 88 km/h y 35 °C llevaron a decretar el nivel rojo y cerrar de nuevo los nueve parques. Días antes, las lluvias intensas habían provocado la caída de varios árboles y el alcalde, José Luis Martínez‑Almeida, mantuvo el parque cerrado de forma indefinida mientras se evaluaba la estabilidad del arbolado.

Debate político y la Mesa del Árbol

El cierre de parques se ha trasladado al terreno político. Durante la reunión de la Mesa del Árbol del 19 de junio, el delegado de Medio Ambiente, Borja Carabante, defendió el protocolo y rechazó crear zonas seguras: un mapa de riesgo demostraba que “no hay ninguna zona segura; en todas han caído árboles en los últimos años”. También recordó que el 68 % del arbolado de El Retiro es maduro, lo que incrementa su vulnerabilidad, y que en agosto de 2024 se registraron 66 caídas de árboles o ramas. Carabante aseguró que el parque se cierra solo el 1 % del año y que ese corto periodo concentra el 80 % de los incidentes, por lo que no contempla modificar los umbrales de viento y temperatura. Sí se mostró dispuesto a revisar el protocolo tras el verano y a individualizar las medidas para cada parque, así como a compartir las actas de incidencias con los grupos municipales.

Los partidos de la oposición demandan una revisión más ambiciosa. Rita Maestre (Más Madrid) criticó que el alcalde abriese ahora un debate sobre el protocolo cuando este fue aprobado bajo el mandato de Manuela Carmena y no se ha actualizado ni se han reforzado las inspecciones. Propuso aumentar los equipos de mantenimiento, efectuar más podas preventivas y actualizar los mapas de riesgo antes de tomar decisiones de cierre. Vox, por su parte, exigió un informe técnico que aclare si la mayor caída de ramas en agosto se debe a tormentas o a falta de cuidado; su portavoz Ignacio Ansaldo recordó que otras ciudades como Murcia cierran los parques solo a partir de 44 °C, mientras que en Madrid el umbral es de 35 °C. El PSOE reclamó estudios de riesgo por zonas y protocolos diferenciados según cada parque. A pesar de estas peticiones, Carabante insistió en que las decisiones son técnicas, no políticas, y acusó a la oposición de no presentar alternativas concretas.

Indignación ciudadana y redes sociales

Más allá de las instituciones, el cierre de parques provoca fuertes reacciones en la ciudadanía. En redes sociales se multiplican las quejas cuando El Retiro cierra en plena canícula. La escritora Rosa Montero publicó un mensaje viral en X donde preguntaba: «¿A qué descerebrado se le ocurre cerrar el Retiro cuando sus sombras son el único refugio de la gente sin aire acondicionado?». El actor Víctor Clavijo ironizó sobre un protocolo “por nevadas en plena ola de calor” e invitó al alcalde a dar explicaciones. Otros usuarios insinuaron que la medida favorece el consumo en centros comerciales y terrazas, y criticaron que se invierta en toldos para plazas como la Puerta del Sol mientras se impide disfrutar de la sombra natural y gratuita.

En junio de 2025 la polémica se reavivó cuando el cierre coincidió con la Feria del Libro: vídeos de casetas cerradas bajo un cielo despejado se hicieron virales y muchos visitantes se preguntaron por qué no se habilitaban zonas seguras. Las cifras de visitas perdidas y las pérdidas para librerías y hosteleros alimentaron el descontento. Hashtags como #RetiroCerrado, #AlmeidaCierraParques o #QueremosSombra acumularon miles de interacciones.

Los parques como refugio climático: voces expertas

Urbanistas y climatólogos alertan de que cerrar los parques durante las olas de calor contradice la estrategia de adaptación al cambio climático. La profesora Isabelle Anguelovski, de la Universidad Autónoma de Barcelona, destaca que los parques pueden ser hasta 15 °C más frescos que las calles asfaltadas y que la gente sabe encontrar sombra cerca de estanques y fuentes. La investigadora Marta Olazabal, del Centro Vasco de Cambio Climático, recuerda que el calor es un “asesino silencioso” y que limitar el acceso a zonas verdes priva a la población de su principal recurso para combatirlo. Ambas coinciden en que la respuesta no debe ser cerrar, sino invertir en mantenimiento, podas selectivas y riego para reducir el riesgo de desprendimientos.

Otros expertos, como los ecólogos del CREAF y Greenpeace, subrayan que los parques urbanos pueden ser entre 2 y 5 °C más frescos que el entorno inmediato y que su cierre debería ser la última opción. Recuerdan que ciudades como Barcelona han creado redes de refugios climáticos con bibliotecas, centros cívicos y parques adaptados, de modo que la mayoría de la población tenga un refugio a menos de cinco minutos de su casa.

Petición vecinal y alternativas para un protocolo más racional

Ante el malestar creciente, asociaciones vecinales han iniciado una campaña para modificar el protocolo. La Asociación Vecinal Retiro Norte y la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid registraron en la plataforma municipal Decide Madrid la propuesta “Cambio al protocolo de cierre de parques en verano”. Denuncian que los parques estuvieron cerrados 25 días durante el primer semestre de 2025, justo cuando más necesarios son. La medida, dicen, provoca pérdidas económicas a librerías y hostelería, impide el ocio infantil y limita la movilidad de los mayores. Los promotores sostienen que las tragedias de 2014 y 2018 deben servir para mejorar el mantenimiento, no para asumir que la única solución es cerrar. La petición debe reunir el 1 % del censo —unas 28 400 firmas— para que el Pleno municipal debata su aprobación.

El manifiesto aboga por abrir parcialmente los parques cuando haya zonas seguras, delimitar itinerarios peatonales y ciclistas, reforzar la poda y el riego, informar con transparencia de las causas del cierre y crear refugios climáticos alternativos. Consideran que la ciudadanía es consciente de que siempre existe un riesgo al pasear bajo árboles y que corresponde a la administración minimizar ese riesgo mediante cuidados, no restricciones. La FRAVM advierte de que los cierres prolongados afectan a la salud, la vida cultural y el comercio de barrios como Retiro.

Una polémica sin cerrar

El cierre de parques en Madrid revela la tensión entre seguridad y derecho a la ciudad. El protocolo municipal, surgido tras accidentes fatales, ha evitado numerosos incidentes al concentrar los riesgos en momentos concretos. Sin embargo, el avance del cambio climático multiplica las olas de calor y convierte a los parques en refugios imprescindibles. Las críticas de expertos, vecinos y grupos políticos coinciden en que la gestión del arbolado debe adaptarse para mantener abiertos los pulmones verdes cuando más se necesitan, mediante mayor mantenimiento, evaluación individualizada y transparencia. El Ayuntamiento insiste en que cualquier cambio no puede comprometer la seguridad ni ignorar la fragilidad de un arbolado maduro. Entre datos, opiniones y emociones, el debate sigue abierto. ¿Será posible encontrar un equilibrio entre proteger a los madrileños y permitirles disfrutar de su sombra natural?