Entrevista

Nacho Mateo: “South Summit no es un evento, es una plataforma viva que conecta talento, capital y corporaciones los 365 días del año”

Nacho Mateo, CEO South Summit

Lejos de ser solo una conferencia anual, South Summit trabaja durante todo el año para conectar startups, fondos de inversión y grandes corporaciones, impulsando un ecosistema que genera empleo, economía y transformación social. 

Nacho Mateo llegó a la dirección de South Summit con una misión clara: reforzar el impacto real del ecosistema emprendedor. Y lo está logrando. Con más de una década de recorrido, South Summit ha dejado de ser “solo un evento” para convertirse en una red viva que conecta a los actores clave de la innovación en todo el mundo. Desde su nacimiento en plena crisis económica en 2012, ha mantenido una esencia clara: ser una plataforma de negocio para startups, inversores y grandes empresas, con foco en generar conexiones que deriven en proyectos reales, inversión y crecimiento. La 14ª edición en Madrid se celebra del 4 al 6 de junio en La Nave.

En esta entrevista, Mateo detalla cómo South Summit se ha consolidado como un referente global, qué criterios utilizan para seleccionar a las startups más prometedoras, por qué Madrid tiene un potencial único como hub de innovación y cómo la educación temprana puede ser la verdadera revolución del emprendimiento. Una conversación inspiradora para quienes creen que la innovación es el motor del cambio social y económico.

South Summit nació en plena crisis económica con un propósito muy claro. Con el tiempo, ¿cómo habéis logrado mantener vuestra esencia y seguiros diferenciando como referente internacional?

Esto tiene mucho que ver con el recorrido de esta compañía. Nosotros nunca hemos visto South Summit como un evento o una conferencia, sino como una plataforma de conexiones de negocio. Ese ha sido siempre nuestro foco. Nacimos en 2012, en plena crisis económica en España, con un 55% de desempleo juvenil, y desde el principio nos marcamos como objetivo conectar a los fundadores con el resto de actores del ecosistema emprendedor: capital nacional e internacional, y grandes corporaciones que pudieran innovar a través de las startups tecnológicas. Hoy se habla mucho de innovación abierta, pero en 2012 no era tan habitual. Nuestro foco fue claro: conectar fundadores, inversión y gran empresa. El resto —las ponencias, los contenidos— es importante, pero accesorio. Queremos que cada persona que venga a South Summit salga con una agenda de negocio personalizada y de valor. Por eso decimos que South Summit no es solo un evento de tres días, sino una plataforma de conexión activa durante todo el año.

Mencionas que no sois un "show de tres días". ¿En qué se traduce eso en vuestro trabajo diario?

En seguimiento constante. Monitoreamos qué fondos cuadran con cada startup, qué corporaciones pueden estar interesadas en una tecnología concreta y trabajamos para que esas conexiones generen negocio real. Nuestra misión es que las startups que participan en South Summit cierren acuerdos, levanten rondas, escalen. Esa es nuestra diferencia con otros foros: estamos centrados en generar negocio, no solo en dar visibilidad. Por eso los inversores y las corporaciones repiten cada año.

Habéis acompañado ya a miles de startups. ¿Cuáles son los grandes retos que os marcáis ahora?

Hay dos grandes retos. El primero es que las startups que pasan por nuestra competición lleguen a convertirse en unicornios o en referentes globales. Ya tenemos nueve unicornios que han sido finalistas de South Summit, y queremos que esa cifra siga creciendo: 20, 30, 100... Lo monitorizamos año tras año. El segundo reto es la internacionalización. Empezamos hace cuatro años en Brasil, donde ya llevamos cuatro ediciones, y recientemente abrimos una tercera sede en Corea del Sur. Nuestro objetivo es tener grandes ediciones de South Summit en todas las regiones del mundo y crear una red global que conecte ecosistemas entre sí. Latinoamérica quiere estar conectada con Europa; Asia con Latinoamérica. Hay mucho valor en tender esos puentes.

En un momento de narrativas poderosas y cierta inflación de buzzwords, ¿cómo filtráis las ideas disruptivas de las que solo suenan bien en PowerPoint?

Cada año recibimos unas 4.500 candidaturas de startups, de las cuales el 83% son internacionales. Hacemos un proceso de selección en dos fases. Primero, jurados independientes evalúan las propuestas en base a criterios como la calidad del equipo, el modelo de negocio, la tracción, las métricas, el capital levantado, la tecnología que usan... Luego seleccionamos a las 400 mejores y formamos comités por industria. Ahí, los directores de innovación de grandes corporaciones y fondos de capital riesgo especializados evalúan las startups finalistas. Al final seleccionamos 100. El proceso es muy riguroso y está pensado para detectar proyectos con verdadero potencial de impacto. De hecho, ya tenemos nueve unicornios que pasaron por ahí.

Desde tu perspectiva, ¿qué necesita mejorar el ecosistema de innovación en España y Europa?

La burocracia es una gran barrera. Se están haciendo cosas, como la Ley de Startups en España, pero aún queda camino. En Europa, en general, hay demasiadas regulaciones que dificultan el crecimiento rápido. Necesitamos eliminar trabas para que cualquier emprendedor pueda lanzar su proyecto con agilidad: stock options más accesibles, visados para atraer talento internacional, facilidad para crear empresas. Corea del Sur, por ejemplo, dedica un porcentaje altísimo de su PIB a I+D y ofrece un respaldo público enorme a los emprendedores. Eso genera envidia sana.

¿Y qué ventajas concretas ves en Madrid como hub de innovación frente a otras capitales?

Madrid tiene una calidad de vida extraordinaria, talento local muy competitivo y una comunidad emprendedora muy activa. Además, cuenta con ciertas ventajas fiscales que pueden ser decisivas para alguien que está empezando. Si seguimos trabajando en reducir barreras regulatorias, atraer talento internacional y facilitar el acceso a financiación, Madrid puede posicionarse como uno de los principales hubs de innovación del mundo.

La confianza es clave en cualquier ecosistema. ¿Cómo se construye una comunidad real y con continuidad?

Con hechos, no con palabras. En South Summit nos implicamos directamente en conectar a cada fundador con los inversores y corporaciones que le pueden aportar valor. Hacemos seguimiento durante todo el año. Sabemos qué necesita cada parte del ecosistema y trabajamos para que esas necesidades se encuentren. Esa labor de pegamento es la que genera confianza. No somos un evento que termina al desmontar el escenario. Somos una plataforma que mide su éxito en acuerdos cerrados, rondas levantadas y relaciones duraderas.

A nivel personal, ¿qué has aprendido liderando South Summit?

Lo que más me ha marcado es la importancia del equipo. Rodearte de gente mejor que tú, confiar, delegar y construir una cultura corporativa sólida. Eso es lo que te permite crecer sin perder la esencia. He aprendido que mantener los valores intactos, incluso cuando la estructura se expande o entran personas nuevas, es fundamental. Tengo la suerte de contar con un equipo apasionado, comprometido y con un propósito común.

Si pudieras rediseñar desde cero el sistema de innovación, ¿por dónde empezarías?

Empezaría por la educación básica. Me hubiera encantado que en el colegio me hubieran explicado qué es emprender, qué es una ronda de inversión, qué hace una aceleradora. No hablo solo de la universidad, donde ya hay programas de emprendimiento, sino de sembrar esa mentalidad en niños de 7 a 10 años. Enseñarles a presentar sus ideas, a perder el miedo al fracaso. Si cambiamos eso, la próxima generación tendrá otra actitud ante la innovación y el emprendimiento.

Este año el lema de South Summit es "InMotion". ¿Qué significa?

InMotion refleja nuestra convicción de que el emprendimiento no puede quedarse quieto. Queremos poner el foco en la evolución constante, en escalar, en buscar nuevos mercados. Todo el programa gira este año en torno a cuatro grandes prismas: crecimiento (seguir escalando, levantar nuevas rondas), tecnologías emergentes (IA generativa, computación cuántica, interfaces cerebro-máquina...), humanidad (poner siempre a las personas en el centro) y sostenibilidad, entendida como la capacidad de generar impacto positivo y perdurable en el tiempo.