El espectáculo taurino, una fiesta de aglomeración de masas
En todas épocas, el espectáculo taurino como aglomeración de masas, no ha estado nunca exento de sufrir crisis más o menos acentuadas. Pero también de revivir momentos cuando ha aparecido un matador de toros con el suficiente tirón para paliar muchas veces la negativa asistencia del aficionado a la plaza. Es un hecho tan repetido desde que la fiesta de los toros existe, ya a nadie sorprende.
Es compresivo que, en esta trascendental época que atravesamos, estuviera un poco agravado los festejos taurinos por varios motivos, pudiendo que fuese una de las principales causas el costo de las entradas debido a los impuestos de algunos Organismos Oficiales y las muchas trabas que también ponen, aparte de las habidas crisis, aunque desde hace pocas temporadas se está observando más presencia de público en los festejos taurinos por el magnífico apoyo de unas pocas Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, de lo cual, es bien aceptada. También puede ocurrir a la enorme cantidad y variedad de ofertas de ocio más económicos que hay en el mercado, que de una u otra manera se llevan buen bocado de asistencia del respetable.
Además de todo ello, la monotonía y algo de aburrimiento de muchas tardes, motivo por lo que habría de intentar buscar una pronta solución, sobre todo, de tanto monoencaste del ganado. Esto debería servir como toque de atención para aquellos responsables. Pero muy particularmente, se debería dejar de tantas opiniones contrapuestas a nuestra antigua cultura por parte de algunos sectores, lo único que hacen con ello es crear incertidumbre de futuro de las cimentadas costumbres tan genuinas de los españoles.
La verdad sea dicha, en las últimas temporadas con algunos proyectos nuevos, televisiones, y alguna reforma, se está notando positivamente un alivio para el bien de la Fiesta. Si dicha Fiesta sigue renovándose, ojalá sirva todo ello para su bien, sin que pierda nada de esencia y pureza, a la que sentimos y la defendemos con auténtica pasión este maravilloso acontecimiento nuestro y tan querido por muchos aficionados. ¿Por qué nosotros no intentamos renovarnos también?, pero habría que adaptarse un poco a los usos y costumbres sociales de cada situación.
Pues sigamos todos creyendo en la autenticidad y credibilidad de ella, a pesar de las numerosas trabas que les ponen quienes no la quieren ni la respetan, pero en particular, a esos pocos desacertados políticos de algunos lugares, esto sería una de las mejores recompensas que se le pueda ofrecer.
Y así es como hoy camina y se mueve este mundo del toro. ¿Quién será capaz de cambiarlo a otro rumbo o dirección?, supongo que habrá alguien que lo sepa hacer y corregir.
Pero no arrojemos la toalla en los momentos difíciles, a la presente hay gente joven acudiendo a las plazas con un buen aprendizaje heredado de sus mayores, de los buenos aficionados, de los consejos, de las escuelas taurinas, de las conferencias, de los coloquios, de los aficionados prácticos, de la prensa, etc.
Soy bastante optimista, pienso que, en estos contratiempos tan difíciles para todo, el futuro lo tenemos medio asegurado con la sabia juventud y los nuevos valores del escalafón. Todo se haga por el bien de la tauromaquia, a pesar de los muchos inconvenientes de sus oponentes que en vez en cuando aparece alguno imponiendo negativamente, que también la mayoría de ellos fallan en sus intentos, aparte de los equívocos y desaciertos que tienen.