Pensiones

El incierto futuro de las pensiones: jubilación más tardía, más cotizaciones y pensiones más bajas para los jóvenes

Gasto en pensiones - freepik

El futuro de las pensiones en España preocupa: los jóvenes deberán trabajar hasta los 71 años, pagar más cotizaciones y recibirán prestaciones más bajas

El sistema público de pensiones en España atraviesa uno de sus mayores retos históricos. Diversos informes y expertos advierten de que las nuevas generaciones deberán retrasar su jubilación hasta los 71 años, afrontar mayores cotizaciones y aceptar pensiones con menor poder adquisitivo que las actuales.

Según un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA, los jóvenes que hoy inician su carrera laboral y se jubilen en 2065 podrían necesitar hasta seis años más de trabajo para compensar carreras contributivas incompletas. Con trayectorias de apenas 30 años cotizados, la jubilación deberá retrasarse más allá de la edad legal de 67 años para acceder a una pensión digna.

Tasas de reemplazo en descenso

El informe alerta de que la tasa de reemplazo, que mide la relación entre la primera pensión y el último salario, será dos puntos inferior a la actual incluso en el escenario más favorable. En la actualidad, los jubilados mantienen un 77% de su último sueldo si han cotizado 30 años, mientras que en el futuro esa cifra podría caer al 57,6%, una reducción de casi 20 puntos si se aplicaran reformas similares a las de otros países europeos.

Más cotizaciones, pero no más pensión

La última reforma impulsada por José Luis Escrivá antes de su salida al Banco de España introdujo el Mecanismo de Equidad Intergeneracional y la cuota de solidaridad para salarios altos. Ambas medidas suponen un aumento de las cotizaciones sociales, pero sin que esas aportaciones adicionales repercutan en pensiones más altas. El resultado será un menor salario neto durante la vida laboral y una pensión que no compensará ese esfuerzo.

Baby boom, baja natalidad y déficit creciente

El verdadero desafío está en el horizonte demográfico. La jubilación de la generación del ‘baby boom’, formada por 13,4 millones de personas nacidas entre 1958 y 1975, coincidirá con una natalidad muy baja y un fuerte envejecimiento poblacional. Expertos como Enrique Devesa, de la Universitat de València, calculan que el déficit del sistema de pensiones podría duplicarse en las próximas décadas, superando los 60.000 millones de euros anuales.

Reformas insuficientes y necesidad de cambios estructurales

Los economistas coinciden en que las reformas aprobadas hasta ahora son parches que no solucionan el problema estructural. Propuestas como avanzar hacia un sistema de aportación definida, en el que la pensión se calcule según todas las cotizaciones y la esperanza de vida, ganarían en transparencia y sostenibilidad. Sin embargo, medidas impopulares como retrasar la edad de jubilación o penalizar las jubilaciones anticipadas parecen inevitables.

El papel del ahorro privado

Expertos en finanzas personales, como Natalia de Santiago, insisten en que los jóvenes deberán ahorrar de forma privada si quieren mantener su nivel de vida tras retirarse. La llamada “regla del 25” sugiere acumular 25.000 euros por cada 1.000 euros anuales que se desee complementar a la pensión pública. Además, recomiendan empezar a ahorrar cuanto antes, proteger el capital frente a la inflación y diversificar las fuentes de ingresos.

Un reto generacional y político

Economistas como Santiago Niño Becerra advierten que España podría verse obligada a seguir la senda de países como Alemania o Dinamarca, que han elevado la edad de jubilación y reducido la generosidad del sistema. Mientras, el Gobierno insiste en que el sistema es “sólido y sostenible” gracias a las reformas recientes y al crecimiento económico. Sin embargo, organismos independientes como la AIReF y el Banco de España advierten que estas medidas podrían quedarse cortas.

En conclusión, el futuro de las pensiones en España es incierto y cada vez más exigente para los jóvenes. Trabajar más años, cobrar menos y ahorrar de manera privada parecen ser las claves de un escenario en el que la sostenibilidad del sistema dependerá no solo de decisiones políticas, sino también de la responsabilidad financiera de cada individuo.