Deuda

La deuda pública se dispara: ¿puede España sostener su gasto en 2025?

Deuda - Drazen Zigic

El Tesoro Público suma más de 59.000 millones en emisiones netas hasta julio de 2025, con la deuda en el 103,4 % del PIB y un gasto comprometido aún por ejecutar.

España sigue caminando por la cuerda floja de las finanzas públicas. Mientras la recaudación fiscal bate récords, el Tesoro Público continúa engordando su balance de deuda a un ritmo que inquieta a economistas e inversores. Y lo hace en un año en el que todavía no han entrado en juego los compromisos más costosos: defensa, infraestructuras y vivienda.

Un Tesoro con más de 60.000 millones adicionales en siete meses

Entre enero y julio, la Administración General del Estado ha emitido 59.285 millones de euros netos en deuda, una cifra que mantiene al Tesoro en niveles de endeudamiento cercanos a los máximos históricos. Según el Banco de España, en junio el pasivo ya ascendía a 1,690 billones de euros, el 103,4% del PIB, apenas por debajo del récord alcanzado en 2020 durante la pandemia.

El plan del Gobierno para 2025 prevé 278.000 millones de euros en emisiones brutas, de los que unos 60.000 millones incrementarán efectivamente la deuda tras amortizaciones. El mercado ha respondido con fuerza: las últimas subastas de bonos a medio y largo plazo prácticamente duplicaron la demanda respecto a la oferta, con rentabilidades en torno al 3,1% a diez años.

Recaudación en máximos, pero insuficiente

La paradoja es clara: a pesar de que la recaudación tributaria crece un 7% interanual, el Estado sigue necesitando endeudarse. Solo en 2024, la presión fiscal extrajo de los bolsillos de ciudadanos y empresas más de 672.000 millones de euros. Aun así, el gasto público se dispara y la Contabilidad Nacional apenas refleja hasta junio el 39% del gasto comprometido para este ejercicio.

El analista José Ramón Riera lo resumía en su canal de YouTube: “Esto es una auténtica locura. Tenemos más ingresos que nunca, pero nos endeudamos en 60.000 millones. El problema es que todavía no hemos empezado a gastar lo previsto en defensa, infraestructuras o vivienda”.

El reto del gasto en Defensa

Uno de los mayores desafíos es el compromiso con la OTAN de elevar el gasto en defensa hasta el 2,1% del PIB. Hoy España destina apenas el 0,34%, lo que supone poco más de 7.000 millones de euros. Alcanzar el objetivo exigiría movilizar alrededor de 35.000 millones anuales, es decir, casi una cuarta parte del Presupuesto del Estado. Una cifra que, sin una reforma de las cuentas públicas, amenaza con tensionar aún más el déficit y la deuda.

Los bancos y el BCE, pilares de la financiación

La banca española ha vuelto a jugar un papel clave. En julio, las entidades financieras ya acumulaban más de 206.000 millones de euros en deuda pública, el nivel más alto en 11 años. Por su parte, el Banco Central Europeo ha reducido su exposición: si en 2024 tenía en cartera deuda española equivalente al 27% del PIB, este año caerá al 25,7%. El resto está en manos de inversores nacionales e internacionales, que absorben alrededor del 74% del stock.

España frente a Europa: una deuda que no baja

España no es una excepción en Europa, pero sí se encuentra entre los países más expuestos.

  • Italia supera el 137% de deuda sobre PIB.
  • Francia ronda el 111%.
  • Alemania, pese a sus esfuerzos, mantiene un 63%.

La diferencia es que mientras otros socios europeos avanzan en ajustes graduales, España sigue aumentando su pasivo neto cada año, confiando en que la fuerte demanda del mercado sostenga la financiación.

Una calma aparente antes de la tormenta

Los datos de julio muestran un Tesoro capaz de captar liquidez en los mercados con comodidad. Pero esa calma podría ser engañosa. Aún no se ha activado el grueso de los gastos comprometidos, y el margen de maniobra se reduce si los tipos de interés repuntan o si la confianza de los inversores se resquebraja.

El futuro inmediato abre un interrogante crucial: ¿podrá España sostener su nivel de gasto sin comprometer la estabilidad de sus cuentas públicas? La respuesta marcará no solo el rumbo económico del país, sino también su capacidad de afrontar los grandes retos estratégicos de la próxima década.