Seguridad Social

La Seguridad Social se tensiona: el gasto no contributivo crece casi el doble que las pensiones y dispara el déficit

Montero, en una intervención en el Congreso | Foto del Congreso

El gasto no contributivo de la Seguridad Social crece un 9,4 %, casi el doble que las pensiones, y evidencia un sistema cada vez más dependiente del Estad

La fotografía financiera de la Seguridad Social vuelve a encender las alarmas. Según los datos oficiales del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, entre enero y septiembre de 2025 el organismo ha desembolsado 167.000 millones de euros, un 6,5 % más que en el mismo periodo del año anterior. Sin embargo, solo el 78 % de esta cifra corresponde a pensiones contributivas, mientras que más de 37.000 millones se destinan a conceptos asistenciales y prestaciones que no están vinculadas a jubilación, viudedad, incapacidad permanente ni orfandad.

El economista José Ramón Riera, que analiza habitualmente las cuentas del sistema, lo resume en una frase contundente: “Nuestra Seguridad Social quebró y ha quebrado hace ya mucho tiempo”. Sus palabras se apoyan en un diagnóstico preocupante: el sistema está “dopan­do sus cuentas con transferencias del Estado” y asumiendo gastos que, según subraya, “no le corresponden”.

Pensiones contributivas: suben, pero no al ritmo del resto del gasto

Las pensiones contributivas sumaron 129.900 millones, un aumento del 5,7 %. Dentro de ellas destacan:

  • Jubilación: 95.000 millones

  • Viudedad: 20.000 millones

  • Incapacidad permanente: 12.000 millones

  • Orfandad y otras: 1.800 millones

Pero el resto del gasto avanza a un ritmo mucho mayor.

El gasto asistencial se dispara

El crecimiento más intenso se concentra fuera del pilar contributivo:

  • Incapacidad Temporal: 13.300 millones (+11,9 %)

  • Pensiones no contributivas: 8.800 millones (+10,5 %)

  • Ingreso Mínimo Vital: 4.600 millones (+13,6 %)

  • Prestaciones por maternidad, paternidad y lactancia: 3.400 millones

Estas cifras revelan un problema de fondo: el sistema de Seguridad Social mezcla gastos estructurales con gastos asistenciales sin una separación de financiación clara, lo que provoca —según Riera— una “desanización total de las cuentas”.

Más beneficiarios, pero con salarios más bajos

El número de cotizantes ha aumentado en los últimos años, pero no así la base sobre la que cotizan. El salario más habitual ha caído a 16.000 euros, frente a los más de 20.000 que predominaban hace una década. “Aunque haya más trabajadores, cotizan por salarios más bajos, y eso abre una brecha creciente entre ingresos y gasto”, señala Riera.

El resultado es una ecuación insostenible: las cotizaciones ya no cubren ni siquiera el coste de las pensiones contributivas, obligando al Estado a transferir cantidades históricas.

El agujero acumulado supera los 603.000 millones

Desde 2005, la Seguridad Social ha necesitado más de 603.000 millones de euros en transferencias estatales para pagar todas sus prestaciones. Solo entre agosto y septiembre de este año se han añadido 6.000 millones adicionales.

A pesar de que el Gobierno ha comunicado a Bruselas un superávit de 6.000 millones hasta agosto, la cifra real —según Riera— es un déficit de 37.000 millones, una diferencia que achaca a la falta de transparencia en el sistema: “Aquí lo tenemos clarísimo: taponan, ocultan y teanizan absolutamente todo”, afirma.

¿Hacia dónde camina el sistema?

El incremento acelerado del gasto asistencial, la caída de las bases de cotización y la dependencia crónica de transferencias del Estado proyectan una tendencia preocupante.

La pregunta que plantean los analistas es directa: ¿Puede sostenerse un sistema en el que cada vez menos dinero va a pensiones y cada vez más a subsidios y prestaciones no contributivas?

Mientras el Gobierno insiste en que “las pensiones están garantizadas”, las cifras apuntan a un equilibrio cada vez más frágil y a un modelo que necesita reformas profundas para evitar que la brecha siga abriéndose.