Los Cursos de Verano de la Complutense retratan una España fracturada entre avances científicos y abandono institucional
Desde astronautas sin referentes femeninos a niños de 6 años con ideación suicida, las jornadas en El Escorial exploran los contrastes entre ciencia y sistema
La 38ª edición de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid ha revelado, en su tercera semana, una imagen profunda y contradictoria de la sociedad española: la de un país que avanza hacia el futuro en términos científicos y tecnológicos, pero que tropieza dolorosamente en sus sistemas de protección y justicia, especialmente hacia la infancia. Las ponencias, desarrolladas en el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, han trazado una panorámica emocional, ética y social en la que la búsqueda de referentes, los desafíos de la investigación clínica y el abandono institucional han sido protagonistas.
Las madres como único referente femenino en la ciencia
Una de las voces más destacadas ha sido la de la astronauta y científica Sara García Alonso, quien reconoció que, de niña, no encontraba referentes femeninos en los libros ni en la historia oficial. “Mi referente número uno es mi madre”, afirmó emocionada, en un testimonio que resonó con otras investigadoras como la matemática Clara Grima y la primatóloga Rebeca Atencia. Todas ellas identificaron en sus madres a los verdaderos motores de su vocación científica, en ausencia de modelos visibles en el entorno académico o mediático.
Grima alertó de que la presencia de mujeres en las carreras STEM ha descendido al 30 % y explicó cómo ha cambiado su discurso para atraer a niñas a estos campos. “Las chicas no quieren dominar el mundo; quieren cuidarlo y salvarlo”, subrayó. Por su parte, la neurocientífica Guillermina López-Bendito advirtió de la presión que sienten las nuevas generaciones de investigadores, que exigen resultados inmediatos en un entorno donde la ciencia requiere paciencia, ensayo y error.
El sistema judicial como referente fallido de la infancia
Si las científicas buscan construir nuevos modelos, otras voces como la de la pediatra Narcisa Palomino Urda denunciaron el colapso de los que deberían proteger a los más vulnerables. La experta calificó el sistema judicial español como un “referente fallido”, una forma de “violencia institucional” que ignora la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia (Lopivi). El dato más alarmante: el 82 % de los menores víctimas de violencia de género siguen siendo obligados a mantener contacto con su agresor pese a condenas firmes.
Palomino detalló las consecuencias médicas que sufren estos menores: vómitos, crisis asmáticas, cefaleas y hasta ideación suicida en niños de solo seis años. “Hemos visto a menores que prefieren tirarse por una ventana antes que volver a ver a su maltratador”, denunció.
La jurista Lorena Garrido Jiménez apuntó a la persistencia del falso Síndrome de Alienación Parental (SAP) como herramienta para deslegitimar las denuncias de las madres protectoras. En su análisis de 40 casos de violencia sexual infantil enmarcados en conflictos de custodia, 36 fueron archivados sin llegar a juicio.
Ciencia del futuro: esperanza tecnológica frente a muros burocráticos
En un extremo opuesto del espectro, la neurotecnología emergió como posible salvación. El profesor de Berkeley José Carmena presentó los avances de su equipo con el llamado “polvo neural”, microimplantes que podrían revolucionar la forma en la que el cerebro se comunica con el exterior. Estas partículas, más pequeñas que un grano de sal, transforman ultrasonidos en energía y permiten registrar señales neuronales sin necesidad de cables ni baterías.
Mientras tanto, el investigador clínico Javier Bermejo Thomas aportó una nota de realismo sobre las dificultades del trabajo científico. Describió la travesía desde la hipótesis a la aplicación como un “valle de la muerte”, donde la mayoría de los estudios fracasan por agotamiento de sus autores. Alertó del enorme esfuerzo requerido para diseñar investigaciones con “variables subrogadas”, necesarias ante la imposibilidad de medir resultados como la supervivencia directa.
El profesor de Harvard Álvaro Pascual-Leone propuso una solución estructural: un liderazgo basado en el “efecto invernadero”, que favorezca la innovación interdisciplinar en entornos colaborativos. Pero advirtió que sin entornos de apoyo y recursos suficientes, ni las ideas más brillantes pueden llegar al paciente.
El peso del compromiso personal
Más allá de los discursos, lo que unió todas las intervenciones fue un profundo compromiso ético y emocional. Las científicas que buscan ser el referente que no tuvieron, las médicas que denuncian un sistema que revictimiza a la infancia, y los investigadores que luchan contra el olvido administrativo, compartieron una misma convicción: la necesidad urgente de transformar sus disciplinas y su sociedad desde dentro.
Los Cursos de Verano Complutense han demostrado, una vez más, ser un espacio de reflexión crítica y valiente sobre los desafíos más complejos del país. En ellos se visibilizan tanto las brechas como las semillas del cambio, en la voz de quienes han decidido ser los referentes que España aún necesita.