Cuatro mujeres. Cuatro vidas marcadas por la necesidad, el deseo y la lucha por salir adelante en un mundo que rara vez les da tregua
Claribel, Yoconda, Nairobis y Samantha transitan por una República Dominicana de contrastes, donde el brillo de las playas y la alegría de la bachata chocan con la crudeza de la pobreza, la violencia y la desesperación. Son mujeres que han aprendido a negociar con el destino, a hacer de la supervivencia un arte y del amor una moneda de cambio. Cada una con su historia, su herida y su manera de aferrarse a la vida.
Con una narración directa y sin concesiones, ¡Ay, papi! nos sumerge en un universo donde la ternura y la brutalidad van de la mano, donde la denuncia social no se hace con discursos, sino con la voz de quienes han aprendido a resistir. No es un libro complaciente ni cómodo, pero sí profundamente humano. Porque detrás de cada noche de hotel, de cada mirada en la calle, de cada caricia pagada, hay una historia que merece ser contada.
Una novela que incomoda, remueve y deja preguntas difíciles en el aire. Después de leerla, es imposible mirar igual.