La BNE inaugura Máquinas parlantes, un viaje por la evolución del fonógrafo al gramófono
La muestra, abierta hasta el 8 de febrero de 2026, propone un viaje por la evolución de la grabación y reproducción sonora a través del excepcional patrimonio de la BNE.
Una exposición para escuchar la historia
La Biblioteca Nacional de España (BNE) inaugura la exposición Máquinas parlantes. El arte de atrapar el sonido, una propuesta única que invita al visitante a recorrer la evolución de la tecnología sonora desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. La muestra, abierta al público en la sala Hipóstila desde el 16 de octubre de 2025 hasta el 8 de febrero de 2026, rinde homenaje a los inventos que transformaron para siempre la manera de escuchar música y conservar la voz humana.
El título hace referencia al término “máquinas parlantes”, como se conocía a los primeros aparatos capaces de grabar y reproducir sonido, entre ellos el fonógrafo o el gramófono. Estos dispositivos revolucionaron la vida cotidiana al convertir lo efímero —una interpretación musical, una conversación, una voz— en algo reproducible una y otra vez.
Un recorrido comisariado por expertas en patrimonio sonoro
La exposición está comisariada por Áurea Domínguez Moreno, doctora en Musicología y especialista en tecnologías sonoras anteriores a 1950, y María Jesús López Lorenzo, jefa del Servicio de Documentos Sonoros y Audiovisuales de la BNE.
Ambas han diseñado un recorrido que combina rigor histórico, sensibilidad estética y una cuidada selección de piezas originales, ofreciendo una mirada que trasciende lo técnico para adentrarse en la dimensión cultural y social del sonido grabado.
A través de fonógrafos, gramófonos, discos de pizarra, cilindros de cera y documentos históricos, el visitante podrá comprender cómo la irrupción del sonido grabado cambió la forma de compartir, disfrutar y entender la música.
Seis áreas temáticas y una banda sonora propia
La exposición se articula en seis áreas temáticas que exploran la historia de la grabación y la escucha desde distintas perspectivas: los primeros experimentos sonoros, el nacimiento de la industria musical, el papel de la publicidad o la democratización del acceso a la música.
La música guía el recorrido, con una banda sonora especialmente seleccionada que acompaña al visitante mientras descubre 150 piezas originales, entre ellas aparatos históricos, soportes sonoros, partituras y documentos inéditos.
Uno de los atractivos más destacados son los anuncios publicitarios recuperados de la hemeroteca de la BNE, muchos de ellos exhibidos por primera vez desde hace más de un siglo. Estos materiales permiten entender cómo la industria del sonido construyó un imaginario colectivo que vinculó tecnología, emoción y modernidad.
La memoria sonora del mundo hispano
Con más de un siglo de historia, la Biblioteca Nacional de España conserva uno de los archivos sonoros más importantes del mundo hispano. Su labor de preservación, restauración y digitalización ha permitido rescatar miles de grabaciones que de otro modo se habrían perdido.
Máquinas parlantes. El arte de atrapar el sonido pone en valor este esfuerzo, mostrando cómo el sonido grabado no solo fue un avance técnico, sino también un fenómeno cultural que moldeó sensibilidades y cambió la forma de percibir la realidad.
Entre las curiosidades que se exhiben, destacan pequeñas cajitas decoradas para guardar agujas, fundas ilustradas y dispositivos de escucha portátiles que evocan una época en la que la música empezó a formar parte de la vida cotidiana.
Un diálogo entre tecnología y emoción
La exposición invita a reflexionar sobre el acto mismo de escuchar, sobre cómo la tecnología ha mediado nuestra relación con el arte sonoro y cómo cada generación ha reinterpretado el concepto de “máquina parlante”.
Más allá de su valor histórico, la muestra ofrece una experiencia sensorial que conecta pasado y presente, tecnología y emoción, ciencia y cultura.
Hasta el 8 de febrero de 2026, Máquinas parlantes. El arte de atrapar el sonido permitirá a los visitantes redescubrir cómo la humanidad aprendió a conservar lo invisible: el sonido de su propia memoria.