Raquel Sierra, mi personaje inolvidable
Las promociones de la Escuela de Periodismo algunas de ellas adoptaron títulos y otras no. Las inmediatas promociones a la nuestra, la de 1959, se denominaron “Promoción Europa” y “Promoción Tarragona” Nosotros nos quedamos sin títulos, hasta que pasados bastantes años, los supervivientes acordamos llevar un título que nos llenaba de orgullo: “Promoción Raquel Sierra”.
¿Quién era Raquel Sierra? Pues la Secretaria de la Escuela durante muchos años, hasta que los estudios de Periodismo pasaron a la Universidad como Facultad.
Raquel fue una especie de hada madrina para muchas generaciones de estudiantes de periodismo. Pequeña de estatura, tenía unos hermosos ojos oscuros. Era hija de un sastre en la calle de Tetuán, próxima a la Puerta del Sol. A la Escuela llegaba a bordo de una Vespa con sidecar, para poder bajarse de la moto sin peligro a la hora de subir y bajar. Ayudó eficazmente a los que iniciaban sus estudios. Por poner un ejemplo, a mi, que había visto reducidos mis ingresos como auxiliar administrativo en “Eclipse S.A.” para poder asistir a las clases, que entonces eran por la tarde, porque si faltabas a un veinte por ciento de ellas te expulsaban ya que la asistencia era obligatoria, Raquel me hizo solicitar una beca de ”La Vanguardia de Barcelona” de quinientas pesetas mensuales, que me permitieron ayudar a mi madre viuda.
Pero además, me proporcionó mi primer empleo como periodista. José María Font Espina, un catalán graduado tres o cuatro años antes, que era un gran aficionado al cine, que había terminado sus estudios en la entonces reciente Escuela de Cinematografía. Font Espina fue autor, con su compañero de estudios, Jorge Feliú, de dos cortometrajes muy bien acogidos por la crítica. Entonces era corresponsal en Madrid de la Revista “Garbo”, de Barcelona, que era muy popular. Muchos años después coincidiría con él en Televisión Española, donde trabajaba como realizador y yo como periodista.
Font Espina me proporcionó la corresponsalía en Madrid de la Revista médica “Yatros”, que se imprimía en Asturias. Yo me comprometía a enviar cada mes seis entrevistas a médicos y seis resúmenes de conferencias, por lo que me pagaban seiscientas pesetas mensuales. En “Yatros” estuve colaborando muchos años, en los que entrevisté a la gran mayoría de médicos de la capital, y aprendí mucho de unos profesionales admirables.
Raquel Sierra fue amiga de muchos estudiantes de periodismo que fueron luego figuras. Recuerdo que uno de ellos, José María Fernández Gaytán, fue atropellado por un coche que le produjo heridas graves. Cuando fui a verle al hospital, tenía a Raquel en la cabecera de la cama.
Cuando se cerró la Escuela de periodismo, Raquel trabajó hasta su jubilación en el Ministerio de Información y Turismo, en el edificio en la Castellana que hoy ocupa el Ministerio de Defensa. Pero no perdió el contacto con las distintas promociones de periodistas. Raquel tenía una hermana que se casó con Basilio Rogado, un gran profesional, y que falleció en plena juventud. Los últimos años los pasó en una residencia de mayores, atendida por Basilio y su hijo. Hasta allí llegamos unos cuantos supervivientes de la promoción 1959, que la entregamos su nombramiento como madrina. No puedo olvidar que la abracé mientras decía “Te queremos, Raquel”. No me dejó terminar: “Yo también os quiero”, Falleció unos meses después. Fue mi personaje inolvidable.