El Retrovisor

Puerta de Atocha, de fugitiva y mediocre a símbolo de modernidad

La historia de la desaparecida Puerta de Atocha, de Madrid, ha estado ligada al ferrocarril en los últimos 175 años. Derribada el 28 de julio de 1850 para construir la estación de Atocha, que albergaría la segunda línea ferroviaria de España entre Madrid y Aranjuez, que fue inaugurada el 9 de febrero de 1851; y, aunque se construyó en 1852, fue definitivamente demolida en 1868, junto al conjunto de la cerca de Felipe IV que había comprimido Madrid y dificultado su desarrollo. En 1992, cuando se inauguró la nueva estación de trenes de alta velocidad entre Madrid y Sevilla, en una estación prolongación de la de Atocha, diseñada por el arquitecto Rafael Moneo, se la designó como “Puerta de Atocha” en recuerdo de la desaparecida. Nombre al que se añadió el de la escritora Almudena Grandes el 19 de noviembre de 2022, quedando como estación “Madrid - Puerta de Atocha - Almudena Grandes” que es la denominación oficial actual.

Puerta de Atocha y Fuente de la Alcachofa, grabado atribuido a Vicente Camarón - Museo Municipal de Madrid

En sentido estricto, la Puerta de Atocha en el espacio de la actual glorieta del Emperador Carlos V (Atocha, para entendernos), fue fabricada durante el reinado de Fernando VI en el año 1748, con orientación hacia el paseo de las Delicias. Sustituida en 1769 por otra de estilo clasicista con diseño de Ventura Rodríguez, reformada nuevamente en 1828 y 1829, esa versión fue la derribada en 1850, como ya hemos comentado. Constaba de tres arcos de medio punto, construidos de ladrillo y con columnas arrimadas de orden jónico. Después de la primera reforma fue pintada imitando piedra berroqueña, quedando coronada con el escudo de armas reales, en la cara que miraba al paseo de las Delicias, y con el escudo de armas de Madrid en la orientada hacia el paseo del Prado, estando ambos escudos flanqueados con querubines y numerosos trofeos de guerra. Según Pedro Felipe Monlau, primer director del Museo Arqueológico Nacional: “era mediocre y carecía de valor arquitectónico”.

La mayor fama de la Puerta de Atocha está ligada a algunos acontecimientos históricos. Ángel Fernández de los Ríos, en 1876, recuerda que Fernando VII hizo su entrada triunfal en Madrid por esa puerta, tras el Motín de Aranjuez del 19 de marzo de 1808, el primer golpe de Estado que tuvo éxito en España. También fueron muy notables las horribles matanzas de madrileños, junto a esa Puerta, por parte de los franceses el día 12 de mayo de ese mismo año 1808. Pedro de Navascués, añade otra efeméride de nuevo ligada a Fernando VII, cuando la Puerta fue decorada como un arco de triunfo por el arquitecto Antonio López Aguado, para recibir al rey que había logrado zafarse de la Constitución de Cádiz en 1823, con la ayuda de los Cien Mil Hijos de San Luis conducidos por el Duque de Angulema, terminando con el llamado Trienio Liberal.

Puerta de Vallecas en el Plano de Texeira de 1656

Al inicio, hemos calificado a la Puerta de Atocha como fugitiva. Se trata de una licencia para abordar las distintas ubicaciones, e incluso nombres, que tuvo a lo largo de la historia, al tratarse de una de las entradas de las cercas de Madrid que fueron extendiendo su perímetro. Debemos tener en cuenta que las dos primeras murallas de Madrid: la árabe (siglo IX) y la cristiana (siglo XII) tuvieron carácter defensivo. La función de las siguientes murallas y cercas fueron de carácter sanitario (impedir la propagación de epidemias) o fiscal (recibir tributos por la entrada de mercancías a la Villa). Estas últimas son las que tienen relación con la Puerta de Atocha 

Luz María del Amo, en 2003, dedicó su tesis doctoral, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, a las cercas, puertas y portillos de Madrid. Según recoge, en el reinado de Juan II de Castilla, hacia 1438, se levantó un muro. Dicha cerca tenía ocho puertas: Vega, Moros, Latina, San Millán, Atocha, Sol, San Martín y Santo Domingo, y había sido levantada a consecuencia de una epidemia, abarcando los arrabales, los cuales fueron rellenando los huecos vacíos en los siguientes treinta años, uniendo así los espacios intermedios comprendidos entre la ciudad y los arrabales. La ocupación del suelo se hizo respetando la red de caminos que salían de las puertas. La llamada Puerta de Atocha, la primera con este nombre, estaba situada a la altura de la actual plaza de Jacinto Benavente, y daba paso al arroyo de Atocha y al camino de Vallecas que transcurría por su margen. 

Puerta de Atocha en la Maqueta Histórica de Madrid de 1830 de León Gil de Palacio - Museo de Historia de Madrid

José Miguel Lorenzo Arribas, estudioso de la etimología del topónimo Atocha, señala que el articulo LXX del Fuero de Madrid de 1212 está dedicado al “Prato de Toiq”, es decir el Prado de Atocha, y que según algunas teorías “atocha” se deriva de “atochar” que es el modo de denominar a un campo de esparto. El Diccionario de la Real Academia, añade, “define atocha como lomo hecho de atocha, romero o broza y tierra, para contener el agua de los bancales”, de lo cual deduce que “Atocha es un hidrónimo (el arroyo), en un contexto de prados, junto a fuentes y huertos, quizá de las atochadas que se hacían para encauzar las aguas y desviar corrientes, pudo nacer el nombre de hoy”.

Mesonero Romanos nos habla de que el trozo de arrabal, denominado así por su inmediación a dicha parroquia, comprendía hasta la Puerta de Vallecas, situada donde hoy se encuentra la plazuela de Antón Martín en la calle de Atocha, y según testimonio de Juan López de Hoyos, maestro de Cervantes, en 1570, fue sustituida por otra Puerta, también llamada de Vallecas junto a la tapia del Hospital de la Anunciación de Nuestra Señora, el Hospital General de la Villa, por mandato de Felipe II.

Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665) la población de Madrid había aumentado un doscientos por cien con respecto a la que tenía la Villa cuando en 1561 su abuelo Felipe II habría trasladado a Madrid la capitalidad. En la tesis de Luz María del Amo se subraya que “fue necesario ampliar los límites de Madrid. La idea de realizar una nueva cerca parte de 1614 y para ello se le encargó el proyecto a Juan Gómez de Mora, arquitecto mayor del rey y del Ayuntamiento. (…) En 1650 ya abarcaba la Montaña del Príncipe Pío, el Buen Retiro y Atocha. Su mayor inconveniente fue que impidió el crecimiento de la ciudad hacinando su población durante más de doscientos años”. La Puerta de Vallecas o de Atocha, está recogida en el Plano de Madrid de Texeira, de mediados del Siglo XVII. 

En el siglo XVIII, como se indicó al principio, reinando Fernando VI, en la misma ubicación se construyó la Puerta de Atocha, cuya función no era exclusivamente ornamental, sino que tenía un cometido específico de recaudación de impuestos por las mercancías que entraban a Madrid. Algo que se prolonga en la primera mitad del siglo XIX. Disponemos de los datos recogidos en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de Pascual Madoz, donde, por ejemplo, podemos leer que los ingresos por arbitrios municipales e impuestos sobre el vino y el aguardiente del año 1827, en la Puerta de Atocha, fueron de 2.115.136 reales, el total recaudado por todas las puestas y la Real Aduana ascendió a 15.519.424 reales. Es decir, suponía el 13,62 por ciento de los ingresos por este cargo.