En breve y por derecho
El Dr. Fernando García Alonso (FGA) arrancó su andadura en El Diario de Madrid (4-08-2024) con una pieza cuyo título no deja lugar a dudas: La desinformación sobre las drogas (1). Asunto que conoce bien por ser eminente farmacólogo con experiencia internacional. La primera línea de ese brillante y militante artículo es un compendio declarativo de indisimuladas intenciones en subsiguiente publicaciones en este diario: “La ciencia sufre el sesgo político que imponen sus financiadores públicos”. Desde entonces, el Dr. García Alonso ha publicado, aquí mismo, casi ciento treinta artículos en la columna “En corto y por derecho”. Y es que, en efecto, sus columnas son cortas y van directamente al grano, esto es, a lo nuclear. Ahora bien, nuestro hombre tiene tantas cuerdas en el violín que la producción periodística abarca mucho más que la farmacología. Y abarca apretando fuerte, exprimiendo hasta la penúltima significación cada palabra que escribe.
Toda vez que FGA es también editor ha dado a la imprenta sus primeros sesenta y tres artículos, que componen el libro En breve y por derecho (Ediciones Marqués de Cubaslibres) en cuidadosísimo formato, con prologuista de lujo, el magnífico novelista José María Martínez Ferreira. Es este, no pierdan cuidado, el primer tomo de los que seguirán. Me place hablar aquí de mi viejo amigo FGA y me gusta asimismo que El Diario de Madrid prestigie esta publicación (y se prestigie).
Fernando García Alonso ilumina con poderoso trazos temas candentes de nuestra época, que será crucial en la historia europea quizás por corresponder al final de una civilización que comenzó, sobra decir, en Europa. De ese derrumbe ya estamos resintiendo, me parece a mí, las vibraciones tectónicas aunque el bullicio de la calle nos envíe falsas informaciones. Un mundo, el nuestro, en el que no todos los sujetos son plenamente conscientes de la barbarie que acecha buscando poner fin a una de las etapas más brillantes de la cultura de todos los tiempos.
El Dr. García Alonso es maestro por el realismo, carnalidad y peso literario que confiere a sus columnas artillando un libro a caballo entre la relación culta y el ensayo corto, en una trama narrativa que engancha desde la primera página. No siendo un triunfito sino señor de pies a cabeza (los amigos le llamamos El Marqués) FGA, siempre erguido y digno intelectualmente, con acendrada compostura, con pudor e ironía, nos ilustra con elegancia discreta, no hay otra, altamente representativo de la mejor cultura española. Por ello deseo rendirle aquí el máximo de justicia posible. En breve y por derecho, agavilla no pocos logros. Por la precisión y exhaustividad de su estructura narrativa; por la fluidez del ritmo; por la capacidad de síntesis; por la pegada impactante que colorea la difícil realidad de esta época; por la potencia analítica del peculiar universo que ausculta el autor.
No es escritor en agraz quien ha hecho crecer En breve y por derecho. Los abundosos recursos estilísticos, culturales (hasta la erudición) de FGA sustentan de popa a proa una obra que es zarpa e impronta de escritor entero, con una muy precisa concepción del discurso narrativo, tanto en visión como en expresión. Inteligente, preparado, entrenado en la dificultad de desbrozar, extraer y mostrar lo esencial, lo nuclear, quedó dicho. El sistema expresivo de FGA tiende a la transparencia, si no al decir coloquial sí a la producción de un relato exento de obstáculos y opacidades, que se aloja generalmente en el modelo, más o menos estricto, de cómo se escribía en la prensa española cuando se escribía bien. Bajo la aparente facilidad de lo periodístico, la prosa de FGA confiere enorme peso, vida, densidad, realismo a sus columnas al nutrirse de rica complejidad, avecindada en su visión del mundo, residente en su percepción de la Historia, Arte y Ciencia entendidos como enigmas que el observador lúcido y objetivo debe descifrar.
En este libro, de prosa intensa y bien acordada, con gran oficio –quedó dicho- FGA no se limita a reproducir temas, anécdotas, lo factual, sino que desliza personalísimamente -y llena de sus propias inflexiones y matices- su voz toledana, potente de españolidad erguida y convincente, farallón recorrido por mil pueblos. Así se entiende que en parte alguna del libro aflore el maniqueísmo, la Historia es lo que es, mejor limitarse a contar con erudición analítica que interpretar con cansino seguidismo de modas woke y otras insufribles necedades. En efecto, el lector atento ha de encontrar en esta obra no la mera arqueología erudita –aunque erudita obra es si bien acogedora y alegre- sino, y sobre todo, el análisis agudo, acerado, brillante. Y, por momentos, hasta felizmente despiadado. Evidentemente, ese logro no se alcanza escribiendo por escribir sino por una violenta vocación de saber y, de consuno, transmitir lo agavillado en largos años de investigación paciente.
Si bien se mira, FGA no husmea el rastro, tan trillado, del lector medio, más bien lectora –como suele ser el caso en el mundo editorial a la caza de clientela- sino el lector ideal: su lector, su alter ego. Porque el libro surgido de alguien de la talla intelectual del maestro Fernando García Alonso no acecha la venta de miles de ejemplares, qué también y mejor, sino, muy especialmente, dar en el núcleo duro, en el centro feraz, rubio oro, de la buena cosecha de trigo castellano, toda sinceridad y belleza, tan goda y judaica, que no transige en superficiales anécdotas y menos, mucho menos, en quejumbrosas amarguras narrativas donde yace yerto y frio el alegre saber.
(1) https://www.eldiariodemadrid.es/articulo/opinion/desinformacion-drogas/20240804123040078078.html