Alicia Reyes y Beatriz Saavedra llevan a Alfonso Reyes más allá de las fronteras
La reciente concesión en España del Premio Internacional de Pensamiento y Ensayo Aristóteles a Beatriz Saavedra Gastélum por su libro Alfonso Reyes, cartografía del espíritu y la palabra pone en el centro no solo la obra del gran humanista regiomontano, sino también la trama de afectos y de trabajo cultural que ha permitido mantener viva su presencia. En el corazón de esa trama aparece una amistad decisiva: la de Saavedra con Alicia Reyes, nieta y cuidadora del archivo y la memoria alfonsina.
Hablar de Alicia Reyes es reconocer una acción silenciosa y perdurable. Durante más de tres décadas, Alicia ejerció la custodia amorosa y exigente de la Capilla Alfonsina —casa, biblioteca y santuario laico de Alfonso Reyes—, transformando ese espacio en algo más que un depósito de papeles: en un lugar de encuentro entre pasado y presente, donde las primeras ediciones, los manuscritos y las cartas no reposan, se interrogan. Alicia entendió que “la memoria no se fija, se cultiva”; que el archivo no se guarda, se pone en diálogo con nuevas lecturas. Su trabajo fue, en palabras que podrían definir una ética cultural, una “escritura viviente”: el cuidado cotidiano que hace posible la continuidad intelectual.
Esa presencia palpitante del legado de Alfonso Reyes encuentra en Beatriz Saavedra una heredera intelectual y afectiva. Saavedra —poeta, ensayista y académica cultural— ha hecho de la obra de Reyes el eje de buena parte de su labor: coordina talleres de creación literaria en la Capilla Alfonsina; dirige el coloquio Alfonso Reyes y las mujeres de su tiempo —Diálogos en femenino en el INBAL; coordina en el Ateneo Español de México el ciclo Alfonso Reyes, el exilio y la palabra; ha sido editora de la revista La experiencia literaria y colabora habitualmente en diarios y revistas donde difunde y problematiza la obra del regiomontano. Esa convergencia entre la custodia institucional de Alicia y la militancia editorial y crítica de Saavedra ha tejido, durante años, un proyecto común: que Reyes siga siendo interrogado y leído, no como reliquia, sino como voz viva.
El libro premiado por Saavedra no es una biografía al uso. Alfonso Reyes, cartografía del espíritu y la palabra propone una lectura atenta de la conciencia poética de Reyes —su “hábito de la conciencia poética” que enlaza idea y palabra, vida y razón— y de la memoria transformadora que lo atraviesa. Saavedra reconstruye momentos clave: la herida del 9 de febrero de 1913 —cuando el asesinato de Bernardo Reyes marcó profundamente a su hijo Alfonso y lo empujó al exilio—, la escritura de la Oración del 9 de febrero, su experiencia madrileña culminada en Cartones de Madrid, y las amistades y diálogos que lo nutrieron (María Zambrano, Victoria Ocampo, Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral), redes que no solo enriquecieron su pensamiento, sino que lo conectaron con los grandes trazos del canon hispánico y americano. Como recuerda Saavedra, España fue para Reyes “espejo y umbral”: lugar donde no se perdió, sino donde se encontró.
El premio internacional confirma además algo que Alicia y Beatriz vienen sosteniendo desde hace años: la obra de Alfonso Reyes trasciende fronteras. Gracias a la acción paciente de quien custodia archivos y de quien escribe, edita y programa lecturas, la figura del humanista mexicano vuelve a ocupar espacios de debate y de lectura en foros extranjeros. Saavedra, por su parte, con una trayectoria impecable como poeta y ensayista, consolida con este galardón su condición de referencia en las letras mexicanas contemporáneas —una trayectoria que une rigor académico y sensibilidad poética—, y demuestra que la tarea de difundir un legado es también tarea de creación: reanimar textos para nuevas generaciones.
Este reconocimiento que cruza el Atlántico a través del libro de Beatriz Saavedra celebra la amistad, la alianza, la complicidad de dos mujeres eruditas. Refleja el amor por las letras del abuelo de Alicia Reyes y la voz activísima de Beatriz Saavedra, además ambas colocan a Alfonso Reyes donde debe estar: en la conversación internacional sobre la lengua, la memoria y la poesía, desdibujando fronteras.