De la leyenda de Narciso
Le pregunto el innombrable al río cuando pasaba
¿Alguien más guapo que yo, alguien con más bella estampa?
¿Alguien más majestuoso, alguno con mejor planta?...
El viento soplaba fuerte por apriscos y cañadas
en tanto el agua silente no le respondía nada.
“No sé porqué no contestas aun cuando quizás lo intuyo
seguro que la derecha es un afluente tuyo.
Yo puedo cortarte el paso, desviarte de ese cauce
hacer que no tengas agua, destruirte, calumniarte…
¡Di presto que soy precioso! un demócrata imponente
admirado en cualquier foro desde oriente hasta occidente.”
Tal vez sea como dices, pero no quiero engañarte:
El es más alto que tú, más apuesto y elegante,
además eres plebeyo y él es un rey muy reinante.
“Oh cielos, ¿Cómo te atreves a compararme, insolente?
Yo puedo cortar coronas, cambiar todo de repente
desbaratar de un plumazo la vieja Constitución,
para crear otra nueva donde mande solo yo.
La república instaurada a mi modo inteligente
acaba con el monarca y me vuelve presidente.
Presidente del futuro, presidente del presente,
presidente interminable, para siempre presidente”.
El viento soplaba fuerte por caminos y por vías,
en el entorno resuena la palabreja “Amnistía”
aderezada en traiciones, en patrañas y en mentiras.
¡Ven y mira tu reflejo en mis aguas cristalinas,
Voy a servirte de espejo, comprobar si son divinas
las gracias de que presumes, que quizás no se adivinan.
El innombrable se acerca sin gota de precaución.
porque ha mordido el anzuelo su tremenda presunción.
Por ello resbala, cae y le arrastra la corriente
se va ahogando en remolinos mientras el eco riente
repite con regocijo ¡Presidente, presidente,
presidente, presidenteeeee.!