La Biblioteca de Filosofía de la Complutense: un legado que se reinventa para seguir pensando
La histórica Biblioteca de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid culmina una transformación integral que salva su legado, amplía el acceso al conocimiento y refuerza su papel como espacio de pensamiento, investigación y memoria crítica.
En la Plaza Menéndez Pelayo s/n, bajo la severa arquitectura del actual Edificio A, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, late uno de los corazones más antiguos y discretos de la vida intelectual madrileña: su biblioteca . Durante décadas, ha sido el lugar de paso obligado para generaciones de filósofos, historiadores, filólogos y pensadores como : Manuel García Morente, José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, José Gaos, Julián Besteiro, María Zambrano, Julián Marías, Rodríguez Huéscar, muchos de ellos formaron lo que hoy se conoce como Escuela de Madrid. Un espacio que no sólo contiene libros, sino capas de memoria, debate, tradición académica y resistencia silenciosa frente a las prisas del presente.
Ahora, este espacio ha sido completamente transformado gracias a una ambiciosa reforma culminada a finales de 2024, tras más de cuatro años de trabajo, que no solo ha renovado sus infraestructuras, sino que ha redefinido el modelo de biblioteca, consolidándola como un nodo de conocimiento abierto, tecnológico y humano en la ciudad universitaria complutense.
De fondo cerrado a acceso libre: un cambio de paradigma
Hasta 2022, la Biblioteca de Filosofía era de las pocas bibliotecas de depósito que quedaban en la UCM ya que, no ofrecía acceso libre a ninguna de sus colecciones. Funcionaba como un mero depósito donde los libros se solicitaban al personal en el mostrador de préstamo. Durante años los fondos crecían de forma incontrolada y el espacio empezaba a quedarse sin capacidad de recibir nuevos volúmenes. La situación llegó a un punto límite en 2018, con amenazas de cierre y absorción por parte de otras unidades, en un contexto de recortes y reorganización universitaria.
Gracias al compromiso de su decanato, del personal bibliotecario, y de la comunidad académica, se diseñó un plan de reforma en tres fases: reorganización del fondo, modernización de infraestructuras e implementación de tecnología de gestión con radiofrecuencia, autopréstamo y estanterías de libre acceso. Hoy, la biblioteca no solo ha ganado funcionalidad, sino que ha multiplicado su capacidad de servicio y uso, especialmente entre investigadores, estudiantes de máster y doctorandos.
Más que libros: patrimonio, pensamiento y comunidad
La Biblioteca de Filosofía alberga más de 140.000 volúmenes de altísimo valor académico, que aumenta si se tiene en cuenta la estricta especialidad de algunas de sus áreas
En sus fondos se han integrado las obras de filosofía de la que fue la Biblioteca de Filosofía y Letras anterior a 1936 y otras colecciones de gran valor como la del profesor Manuel García Morente, que, a su muerte, en 1942, legó, la suya personal a la Sección de Filosofía. Hubo otras donaciones, entre las que destacan, las efectuadas por Antonio Rodríguez Huéscar, José Luis Pinillos o Jacobo Muñoz, y recientemente, la de Julián Marías Aguilar.
Estos fondos no solo representan una riqueza documental, sino que son testigos del pensamiento crítico cultivado en la Complutense a lo largo del siglo XX y XXI. En tiempos de aceleración digital y superficialidad informativa, este legado toma nueva relevancia. Como indica su actual directora Isabel García Vázquez, “esta biblioteca no es un almacén de libros, sino un lugar donde el conocimiento respira con tiempo y profundidad”.
Tecnología, accesibilidad y sostenibilidad
El nuevo modelo de biblioteca incorpora tecnología RFID, sistemas de préstamo automatizado con máquina de autopréstamo, puestos de trabajo individual y conexión digital con bases de datos científicas.
Los cambios espaciales más destacados se han realizado en su Sala de Lectura general donde se han sustituido las antiguas mesas de madera con tabla divisoria, por 18 nuevas mesas más amplias y modernas. Cada una de ellas tiene capacidad para 6 puestos de lectura. Están equipadas con arcos de luz cenital propia para una mejor experiencia de estudio y lectura. Además, todas ellas cuentan con 3 enchufes de sobremesa, para la conexión de smartphones, ordenadores portátiles o tabletas, así como con dos tomas de cargadores (uno de ellos del tipo USB-A y el otro del tipo USB-C). Para evitar distracciones, y facilitar el estudio al usuario, en esta sala no se albergan ejemplares de libre acceso destinados al préstamo, solamente obras de referencia y publicaciones periódicas. Además, se ha renovado completamente, guardando su estética tradicional, la que fue su Sala de investigación y espacio de estudio para investigadores y docentes. Destaca, especialmente, la nueva Sala de Formación y uso docente, un nuevo espacio con mesas (móviles) y veinte nuevos puestos de lectura que alberga la colección de investigación en libre acceso. Asimismo, esta sala se ha diseñado para dar cabida a múltiples servicios. Cuenta con un proyector, una pantalla enrollable y con un monitor de 85 pulgadas con conectividad inalámbrica y cámara. Ha sido pensada como espacio polivalente donde se celebran eventos presenciales y online/presenciales como: reuniones, cursos de formación, club de lecturas, comisiones de la Facultad de Filosofía, tribunales híbridos online/presencial de tesis doctorales, seminarios , congresos y cualquier otro evento online/presencial que soliciten los investigadores y docentes del centro. Hay que destacar la modernización de la Sala de Formación de usuarios, espacio muy requerido y utilizado por alumnos de la facultad, y en general de la UCM. El rediseño del espacio ha priorizado la accesibilidad universal, la mejora de la climatización y la eficiencia energética del edificio, en línea con los compromisos de sostenibilidad de la UCM.
Gracias a esta transformación, se han dispuesto de más de 1.200 metros lineales de estanterías para acceso libre y se han reordenado más de 110.000 volúmenes. Todo ello, sin interrumpir el servicio, con un equipo reducido, pero altamente implicado, que ha sabido adaptar el modelo a los tiempos, sin sacrificar el espíritu.
Una biblioteca viva en el ecosistema complutense
La Biblioteca de Filosofía no sólo da servicio a su facultad, sino que es uno de los puntos más consultados por investigadores de toda la Universidad Complutense y de otras universidades públicas españolas. Según los datos de uso un 70% de los investigadores complutenses del área de Humanidades y Ciencias Sociales ha utilizado esta biblioteca en los últimos tres años.
El espacio también se abre a actividades culturales, como presentaciones de libros, talleres de escritura académica, seminarios doctorales y sesiones de formación en humanidades digitales. Esto refuerza su papel como punto de encuentro entre generaciones, disciplinas y modos de pensamiento.
El valor simbólico: defender lo que no es rentable, pero sí esencial
La reforma de la biblioteca no solo ha sido una obra de arquitectura o de reorganización técnica. Ha sido, en palabras de varios docentes implicados, “un acto de resistencia cultural”. En un contexto donde las ciencias humanas parecen permanentemente justificarse, defender esta biblioteca es defender una forma de entender la universidad como espacio crítico, libre, reflexivo.
El decano de la facultad, Juan José García Norro, ha insistido en ello: “Recuperar este espacio es también una forma de proteger el pensamiento. Sin biblioteca, no hay comunidad académica; sin libros, no hay tradición ni posibilidad de futuro”.
Un futuro conectado, pero con raíces
La Biblioteca de Filosofía mira ahora al futuro con la vocación de ser una infraestructura crítica para la investigación internacional en filosofía y humanidades. La digitalización progresiva de sus fondos, el impulso a los datos abiertos y la colaboración con redes bibliotecarias europeas son algunos de los retos a medio plazo.
La gerente de la facultad, Victoria Miguélez, confirma que “adaptándose al presupuesto con que contamos, la biblioteca no puede ver mermada su inversión, porque en esta área, los libros forman el laboratorio de investigación para los filósofos, ofreciendo un entorno propicio para el análisis, la reflexión y la creación intelectual. Un espacio donde se exploran ideas, se investigan conceptos y se desarrollan nuevas perspectivas filosóficas”.
Pero también quiere seguir siendo lo que siempre fue, un lugar donde los estudiantes aprenden a pensar, los investigadores encuentran respuestas —y preguntas—, y la cultura universitaria se sostiene, libro a libro, contra la lógica del olvido.