Agustín Laje defiende en Madrid un nuevo modelo de derecha liberal basada en la libertad y la responsabilidad individual
El politólogo argentino reivindica un cambio cultural en América Latina y celebra la irrupción de una nueva generación política que redefine el papel del Estado y la noción de justicia social
El escritor y politólogo argentino Agustín Laje participó este fin de semana en el Madrid Economic Forum, donde expuso su visión sobre el cambio político que atraviesa Argentina y el papel de lo que denomina una “nueva derecha”. Ante un auditorio entusiasta, Laje reivindicó una interpretación estricta de la libertad como ausencia de coerción estatal, y propuso un proyecto político y cultural que combine mercados libres, estado de derecho limitado, y una cultura basada en la responsabilidad individual y el trabajo.
Durante su intervención, el autor de La batalla cultural se apoyó en referentes clásicos del liberalismo como Friedrich Hayek, a quien citó para rescatar el concepto original de libertad: “la posibilidad de desarrollar un plan de vida sin interferencias coercitivas por parte de voluntades ajenas”. Según Laje, el Estado debe limitar su acción al monopolio legítimo de la coacción para proteger derechos fundamentales, sin intervenir en la dirección de la vida de los ciudadanos.
Crítica al estatismo y al “Estado presente”
Laje arremetió contra el modelo de “Estado presente” promovido durante décadas en América Latina por los movimientos del socialismo del siglo XXI, al que responsabilizó de haber degradado la economía argentina: “Nos vendieron que a más Estado, más bienestar. Y eso nos destruyó”, afirmó. En su opinión, esa visión ha sido reemplazada por un renacer cultural del concepto de libertad, impulsado por los nuevos liderazgos, especialmente el del presidente argentino Javier Milei, aunque sin mencionarlo directamente.
Una nueva derecha con tres pilares
Para el politólogo, la reconstrucción de la libertad en Argentina debe asentarse en tres pilares: político, económico y cultural.
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En lo político, aboga por un Estado de Derecho sometido a normas generales y abstractas, que proteja los tres derechos “originales”: vida, libertad y propiedad. Rechaza la proliferación de lo que denomina “derechos inflacionarios” o “derechos socialistas”, como el derecho a la vivienda, que a su juicio implican violar los derechos fundamentales de otros.
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En lo económico, Laje defendió la instauración de mercados verdaderamente libres, sin intervenciones del Estado: “Los individuos deben poder producir e intercambiar libremente. Nada de coacción desde arriba”, remarcó.
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En lo cultural, hizo un llamado a recuperar valores como el esfuerzo, la responsabilidad, la ética del trabajo y las instituciones intermedias (familia, iglesia, asociaciones civiles). Criticó duramente la “ética hedonista” contemporánea y aseguró que “una sociedad libre necesita una cultura que sepa sostener esa libertad”.
El papel del Estado en la transición
Aunque en principio rechaza el protagonismo estatal, Laje reconoció que, en contextos como el argentino, “hay que usar herramientas del Estado para sostener a quienes han sido víctimas del estatismo, hasta que el mercado pueda integrarlos”. Esa afirmación matiza el discurso más radical de los libertarios, y apunta a una transición pragmática hacia el modelo liberal.
Crítica a la desigualdad como objetivo político
Laje también abordó el tema de la desigualdad económica, asegurando que el problema no es que haya ricos, sino que haya pobres. En su análisis, basado en datos del índice de libertad económica, las naciones más libres presentan mejores indicadores de bienestar para los sectores más desfavorecidos: “El 10% más pobre en las economías más libres es diez veces más rico que en las más reprimidas”, aseguró.
En este sentido, argumentó que la desigualdad es consecuencia de elecciones libres y no un defecto del sistema: “La clave es permitir que la gente elija y genere riqueza. Igualar por la fuerza solo genera miseria”.
Recuperar la política sin idealismos
Al concluir su intervención, Laje exhortó a los jóvenes presentes a no temer la arena política, pese a sus imperfecciones: “La política es el arte de lo posible. Hay que tener ideas, sí, pero también voluntad de aplicarlas en medio de las restricciones”, señaló. Reconoció las dificultades de implementar reformas en sistemas estatistas, pero confió en el poder de la perseverancia y la claridad ideológica para consolidar un cambio de rumbo.
“Lo que está ocurriendo en Argentina ahora mismo es el resultado de plantar una semilla durante años. Y esa semilla es la libertad”, sentenció.
El acto, celebrado en paralelo al esperado discurso de Javier Milei, reforzó el mensaje de que América Latina está viendo emerger una nueva generación política decidida a reformular el papel del Estado, reivindicar el individuo como eje del desarrollo y romper con los consensos socialistas que dominaron la región en las últimas décadas.