Crónicas de nuestro tiempo

El suicidio; valor o cobardía

Este es un debate que requiere pausa y profunda reflexión. En esta polémica polarizada bajo la controversia, resulta imprudente el dogma de la subjetividad religiosa, por el hecho de analizar un acto absolutamente descontextualizado con la doctrina, bajo un contexto que agrega exclusivamente elementos inherentes con la naturaleza humana.

El suicidio constituye uno de los mayores problemas y desafíos para las sociedades desarrolladas. En muchos países, de hecho, supone la primera causa de muerte no natural.

En el mundo hay 20 millones de personas que tratan de suicidarse cada año, entre la cuales alrededor de un millón de ellas logran su propósito.

El suicidio es la tercera causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años. El 73% de los suicidios ocurren en países del tercer mundo con ingresos bajos y medianos, aunque también es considerable el alto índice de suicidios en países fríos del primer mundo, del norte de Europa; la mayoría de estos, por depresión.

Las conductas suicidas son responsables del 15% de los fallecimientos por lesiones que suceden diariamente en el mundo. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, 3.952 personas se suicidaron en nuestro país en el 2023, un 6,5% menos que el año anterior y primer descenso en cinco años. La Línea 024 ha atendido un total de 306.614 llamadas hasta el 31 de agosto de 2024 (74% varones; 26% mujeres).

Existen diversos perfiles de suicida, y los comportamientos de éstos suelen concentrar una situación o hecho que la persona considera agobiante, como:

  • El envejecimiento (los adultos mayores tienen la tasa más alta de suicidio).
  • El desempleo o problemas financieros aparentemente dramáticos o difícilmente superables.
  • La muerte de un ser amado o ser autor de una tragedia con resultado de muerte
  • El consumo de drogas o alcoho
  • Enfermedades físicas graves sin solución
  • La enfermedad inabordable y agónica

El declive de sentirse ancian@, o sol@

Percibiendo el deterioro cognitivo de padecimientos y trastornos en el estado de ánimo, con cambios de comportamiento y pérdida de la motivación y desorientación, constituye a su vez un remordimiento de carga para sus hijos o familiares, además de una conducta desmotivada, sin ilusión ni razón alguna para seguir asumiendo la angustia de la soledad, lo cual se convierte en una de las principales razones por las que algunas personas deciden poner fin a su calvario, qué, lógicamente justifica la implantación de la "Eutanasia" como salida honrosa y menos violenta que los suicidios por envenenamiento, ahorcamiento, desangrado o traumáticos como tirarse al vacío.
"La eutanasia" es la muerte digna con la conciencia en paz y la esperanza de ser recordados con dignidad.

Aquel que se suicida por deudas

Podemos calificarlo como un acosado por su propia fragilidad mental, incapaz de asumir la responsabilidad demandante de sus errores o de las circunstancias. Estos individuos, se sienten acuciados por el miedo. Su suicidio, pudiéndose encuadrar como un acto de cobardía; más bien responde a una respuesta de dignidad a su entender. En estos casos, el suicida, al padecer una disminución de la facultad cognitiva, en algunos casos, puede resultar para otros, un remordimiento haber podido disuadir a la víctima a sabiendas de su estado emocional. Evidentemente, es un acto de cobardía e irresponsabilidad consciente, relativa al funcionamiento intelectual general por debajo del promedio, y una carencia de las destrezas necesarias para afrontar las grandes adversidades que a veces nos presenta la vida.
El juicio de valor ha de ser en virtud de todas las circunstancias, incluso genéticas, teniendo en cuenta.., y esto es muy relevante, que generalmente se suicidan de forma violenta, lo que añade al hecho un estado de castigo y depresión difícil de evaluar como agravante, y sin capacidad suficiente como para emitir un dictamen de condena.

El que se suicida respondiendo a un acto de dignificación de la tragedia 

Como pueda ser el autor de un accidente mortal de sus seres queridos; o, por correr demasiado en el coche; o, por dormirse conduciendo provocando la muerte de otros; o, por provocar un incendio o una catastrofe; o, por desatención imprudente o inhumana; etc., siempre referido a un resultado trascendental qué se podría haber evitado (.!.) suponiendo para el suicida un trauma no resuelto ligado a un bloqueo cuyo impacto emocional puede provocar la trágica decisión de quitarse deliberadamente la vida como un acto entendido en cuanto proceso y resultado en el cual se evalúa los pros y contras relevantes conducentes a adoptar tal decisión.
En estos casos concretos, son muchas las personas que entienden y justifican el suicidio con razonada consecuencia, valentía, dignidad y coherencia, por encima de examinarlo como un acto de locura, cobardía o depresivo. Este tipo de suicida, no se identifica con el que desea "la eutanasia" porque con honor y convencimiento, se auto castiga y se condena valientemente entendiendo que una segunda oportunidad sería un acto egoísta, inhumano e incoherente, qué, para muchos otorga respeto y admiración ante una decisión donde el sentido común y la justicia se funden racionalmente como la estepa y el horizonte.

El intento de suicidio por consumo de estupefacientes

Es un acto que generalmente afecta a un porcentaje de alrededor del 10% de quienes padecen dependencia incontrolada.
Un 40% de las personas que tienen un trastorno por uso de sustancias y un trastorno mental presentan ideas suicidas.
Por ejemplo, las personas con un trastorno por uso de alcohol tienen diez veces más riesgo suicida que otras, y las personas que se inyectan drogas el riesgo se multiplica por 14.

La decisión suicida en estas personas, generalmente obedece a dos vertientes; la primera, incapacidad por someterse a programas de desintoxicación, y la segunda,  a una trayectoria altamente delictiva, (algunos con delitos de sangre) en el núcleo de una familia desestructurada, donde en el Salvador, el presidente Bukele ha encontrado la fórmula adecuada para que la delincuencia no siguiese irrumpiendo el devenir de los ciudadanos honrados.
En este caso el suicidio, no es ni mejor ni peor ni un acto de valor o cobardía. Es un suceso donde lo más prudente es pasar página sin reproche ni resentimiento (.!.) salvo para aquellos ultra anti y degenerados, que ven en el resultado la acostumbrada demagogia que sus desequilibradas mentes reflejan, sin tener en cuenta aquel sabio refrán de "Muerto el perro se acabó la rabia" el peligro y la amenaza.

El suicidio por enfermedades crónicas 

Irremediables en proceso de destrucción orgánica progresiva e irresoluble en personas jóvenes o relativamente jóvenes, constituye una de las mayores tribulaciones inhumanas de la naturaleza.

Es lógico admitir que quienes padecen la angustia, no estén dispuestas a asumir tal humillación bajo un final de sus vidas amenazadas por la vejación, tortura y agonía.
El escarnio de la cruel enfermedad irremediable, precipita una respuesta en el razonamiento valiente de un ser humano equilibrado, en reproche a una injusticia natural, genética o accidental, por la que una persona sumida en el dolor permanente e  inasumible, no se muestre dispuesta a sucumbir en ese tormento de martirio voraz.
En estos casos, el suicidio bajo la paz de "la eutanasia" supone una liberación valiente y meditada, digna de ponderación y admirada condescendencia.

Conclusión final

Los casos de suicidio, no se deben abordar por amigos o familiares buscando el mensaje o la causa. Resulta insano y perjudicial, intentar encontrar el motivo, sobre un hecho pasado donde solo el suicida determinó el momento, la razón y el estado anímico que le llevó al desenlace. Quienes deciden recrearse en el análisis, no solo se hacen daño a sí mismos, también a quienes escuchan sus reflexiones, probablemente muy diferentes de las del protagonista.
El consejo sano, ha de ser, tratar de olvidar sin recordar el suceso para que ello no se convierta en un trauma de consecuencias subconscientes imprevisibles.