Crónicas de nuestro tiempo

Mil éxitos y un error

Las personas honradas, nos pasamos la vida ilusionada por mejorar nuestros comportamientos, para seguir creciendo y acumulando logros en el patrimonio de los bien nacidos.

A veces, lo hacemos a través de nuestra generosidad. Otras veces, por medio de la sabiduría profesional o innata. También, consolidando la condición de afecto, pasión y cariño que proyectamos. Pero como la vida misma..., todo es circunstancial y efímero, y no siempre perdura.

Hay personas frías, calculadoras, desconfiadas, malvadas, egoístas, dañinas, masoquistas, perversas., y también, narcisistas. Estas últimas son egocéntricas y solo les interesa su imagen. Viven su mundo. No oyen a nadie. Odian a todos los equilibrados y a quienes no estén dispuestos a someterse. Solo les interesan los que son del palo de su propia cuña. Es el caso de Pedro Sánchez.

Cuando cualquier persona de condición alejada del comportamiento que ha de responder a la esencia de la naturaleza humana, comete alguna o muchas fechorías, tropelías o felonías; no sorprende nuestro rechazo porque resulta merecido. En cambio, si alguna de estas personas emprende o realiza un acto de generosidad (.!.) nos fascina positivamente, y sin más y con ilusión, reconsideramos con esperanza terrena el cambio; otorgando certidumbre acompañada de un halo de esperanza y reflexión, dispuestos a toda clase de atenuantes inspirados en aquello que se nos ocurra para justificar el cambio. Es decir, estamos dispuestos a conceder una oportunidad magnánima y deseada, con la sana intención de perdonar al canalla que parece reconducirse, NO para restaurar una parte de la sociedad que lucha y demanda una convivencia solidaria, sino para blanquearle.

Finalmente, nos encontramos con personas que, como todas, terminan valiendo solo lo último malo o bueno que hayan hecho. Personas con una trayectoria intachable llena de éxitos sociales, amistosos, profesionales y altruistas, con conductas propias de aquellos humanos que proporcionan ayuda a los demás pensando solo en aportar beneficios sin esperar ningún tipo de recompensa a cambio.

Estas personas, presentan una reputación sólida, pero incierta. Cuidar y mantener el tesoro del prestigio, resulta hoy día una aventura ardua, intensa y difícil.
Las personas buenas pasan a ser malvadas, inmediatamente después de haberse equivocado en algo, y en el instante de un momento.

Por el contrario, la segunda y tercera oportunidad solo es patrimonio del desalmado, del criminal y el antisocial, como: Chaves, Griñán, García Ortiz, Puigdemont, Otegui, Pedro Sánchez, Armengol, Ternera, Puyol.., y un largo repertorio de terroristas, ladrones y corruptos que la obsoleta democracia  -más preocupada del garantismo que de la justicia-  nos ha traído para encubrir sus atrocidades.

El prestigio personal, vive vigilado por la luz del error para caer en la sombra de la difamación y el más cruel de los desprecios, siendo acusado partir de ese momento de lo que se denomina "la mala  Fama".

"La Fama" suele interpretar una condición que no tiene que ver con el éxito y si en cambio con aspectos relevantes que concurren en dos vertientes totalmente opuestas, como puedan ser la popularidad o el  descrédito.

A veces, algunas personas cuya trayectoria ha transcurrido en el ámbito del reconocimiento y la admiración, han pasado por un hecho desafortunado o mal interpretado, incluso a veces,  producto de un error.., a un plano de denigración que como una losa arruina y marca el resto de su vida prisionero de la humillación propia y familiar (.!.) incluso el suicidio ha sido una respuesta al desprecio generalizado, cuando la crueldad de una sociedad cargada de resentimientos, elige como víctima propiciatoria una persona desafortunada a la que por circunstancias decide el entorno llevarla a los tribunales del infierno de la vejación implacable.

Existen ejemplos rigurosos de cierta impiedad relativos a grandes personajes de la historia reciente que todos conocemos, los cuales,  habiendo aportado grandes beneficios sociales y riqueza al Estado, han sido valorados por errores de carácter personal y juzgados mediática y popularmente de forma subjetiva, arruinando su prestigio, sus obras, su presente y futuro, como el caso del monarca artífice de la transición democrática (.!.) lo cual no dista demasiada diferencia con comportamientos inmisericordes de siglos atrás cuya trascendencia hoy y entonces fueron despiadados como el caso  de Juana la loca.., sin pasar por alto a la honrada y ejemplar Rita Barberá que ni el amilanado Pp defendió con objetiva decencia moral.