La “infancia trans”
Uno de los aspectos más controversiales de la ideología de género es el fenómeno de la “infancia trans”, que ha ganado prominencia en los últimos años. Activistas del colectivo LGBTIQ han propuesto que los niños puedan identificarse con un género distinto al biológico y ser tratados como tales, con el respaldo de intervenciones como el cambio de nombre, ropa y, en algunos casos, el uso de bloqueadores hormonales. Sin embargo, este enfoque plantea preocupaciones desde la bioética, ya que la identificación de un género distinto al biológico en la infancia a menudo se resuelve de forma natural con el tiempo, sin necesidad de intervención médica.
La disforia de género, que puede llevar a los niños a identificarse con el sexo opuesto, debe ser tratada como un trastorno psicológico y no como una identidad válida o una opción personal. Las intervenciones tempranas, como la administración de bloqueadores hormonales, pueden tener efectos perjudiciales sobre su crecimiento, fertilidad y salud mental.
Desde una perspectiva bioética personalista, es fundamental cuestionar la ética de permitir que se tomen decisiones que puedan alterar irreversiblemente la biología de los niños en nombre de la “diversidad”. Las decisiones relacionadas con el tratamiento hormonal deben considerar cuidadosamente los riesgos a largo plazo.
El fenómeno de la identificación de un género distinto al biológico, en muchos casos, tiende a corregirse de manera natural con el tiempo. Sin embargo, los activistas impulsan la cuestión de la “niñez trans”, proponiendo inicialmente normalizar el comportamiento del niño como una “identidad” distinta que debe ser aceptada bajo el concepto de “diversidad sexual”, lo cual, aseguran, enriquece a la sociedad. A partir de ahí, promueven el inicio de un proceso de transición.
La primera etapa de este proceso es la transición social, que implica cambios en vestuario, nombre y, principalmente, trato.
Posteriormente, sugieren el uso de tratamientos hormonales, comenzando con la administración de bloqueadores de la pubertad. Justifican esta intervención argumentando que, si el niño decide ser transexual en el futuro, la transición será más fácil si no se han desarrollado los caracteres sexuales secundarios de su sexo biológico. Además, sostienen que permitir la pubertad podría ser perjudicial para la salud psicológica del niño. En realidad, este enfoque busca evitar que las hormonas sexuales propias de la pubertad ayuden al adolescente con trastornos de identidad de género a identificarse con su sexo biológico.
En conclusión, la sexualidad humana es un rasgo biológico y objetivo que se define de manera binaria, siendo los cromosomas XX y XY indicadores genéticos saludables. Nadie nace con un género; todos nacemos con un sexo biológico, y el género es una construcción sociológica y psicológica. La creencia de que una persona es de un género distinto al de su sexo biológico refleja, en muchos casos, un trastorno psicológico, como la disforia de género, que debe ser tratado como tal, no como un aspecto biológico.
Además, la pubertad no es una enfermedad, y el uso de bloqueadores hormonales en niños puede ser peligroso. Estos tratamientos inducen un estado de enfermedad al evitar la pubertad y pueden afectar a niños sanos. Las tasas de suicidio son significativamente más altas entre los adultos que han utilizado hormonas cruzadas o se han sometido a cirugías de reasignación de sexo, lo que plantea serias dudas sobre los efectos a largo plazo de estas intervenciones.
Condicionar a los niños a creer que es normal alterar su sexo biológico mediante tratamientos químicos o quirúrgicos constituye un abuso infantil. Respaldar la discordancia de género a través de educación pública y políticas legales podría confundir a los niños y padres, llevándolos a buscar tratamientos médicos en “clínicas de género” que podrían no ser adecuados. Es fundamental cuestionar si, tras la pubertad, un alto porcentaje de estos niños y adolescentes no aceptarían su sexo biológico y lograrían alcanzar una salud física y mental estable.El retorno a la verdad biológica
En conclusión, la ideología de género promueve una visión radicalmente diferente de la identidad humana, despojando al cuerpo de su significado biológico y promoviendo la autoconstrucción del género. Sin embargo, la realidad biológica no puede ser ignorada, y la sexualidad humana es un hecho objetivo que no se puede redefinir arbitrariamente.
La diferencia entre los sexos es ineludible, originaria y permanente, y aceptar estas diferencias no implica rechazar la diversidad, sino reconocer que la verdadera liberación del ser humano reside en vivir conforme a su naturaleza, como pueda incluso ser la bisexualidad.
La bioética nos invita a reflexionar sobre la importancia de la integridad corporal y la relación entre cuerpo, alma y libertad, resaltando que solo en armonía con nuestra naturaleza biológica podemos alcanzar una comprensión plena de lo que significa ser humano.
El adoctrinamiento intencionado en escuelas y universidades, especialmente de carácter público por las izquierdas, ampara todo aquello que suponga un daño social en hábitos y costumbres, con un objetivo cuyos resultados ya muestran un avance progresivo de la mano de lobbys internacionales integrados en la propia OMS, UE y estrategia común de la misma ONU, cuyo objetivo consiste en transformar una realidad, en un convencimiento que en detrimento de un proceso biologico natural, sea capaz de promover generaciones con un criterio multisexual capaz de terminar con el convencionalismo, la norma, la moral y las relaciones estables.