En corto y por derecho

Heinrich Schütz

Considerado por muchos el padre de la música alemana, la figura de Schütz siempre ha estado opacada por la presencia de dos gigantes: uno contemporáneo suyo, Claudio Monteverdi, y otro, el que fue su sucesor en Alemania, Juan Sebastian Bach. Sin embargo, su protagonismo en la historia de la música resulta poco menos que indiscutible.

Nacido en Köstricht (Turingia) en 1585 y tras un inicio musical a la sombra de Morizt de Hesse, viajó a Venecia donde contactaría y trabajaría a la sombra de uno de los maestros más significativos de la época: Giovanni Gabrieli, de quien fue su alumno favorito. Su estancia se alargó desde1609 a 1613, esta experiencia le permitió absorber las innovaciones musicales del primer Barroco italiano. Realizó un segundo viaje a Venecia en 1628, donde posiblemente se entrevistó con  Monteverdi e incluso pudo haber estudiado con él. Schütz realizó una original fusión entre la escuela italiana, con su énfasis en la declamación, la melodía y el bajo continuo, y la tradición renacentista polifónica flamenca, adaptándolas al espíritu luterano alemán. Esta síntesis queda patente en obras como sus tres volúmenes de "Symphoniae Sacrae" (Sinfonías Sacras). Consideraba que su música tenía un solo propósito, la glorificación de Dios y no el aplauso de los hombres. Esta vocación religiosa impregna toda su obra y se traduce en una profundidad expresiva sin precedentes. Como se menciona en la presentación de la película de Anna Schmidt (Heinrich Schütz-fundador de la música barroca alemana) : ‘Mientras la guerra de los 30 años y la peste hacen estragos a su alrededor,  y una pequeña glaciación destruye las cosechas, el compositor escribe la banda sonora de su época’

Vivió la mayoría de su dilatada vida en Dresde, donde vio morir a su mujer (1625) y a sus dos hijas (1638 y 1635). Muerte y sufrimiento fueron sus eternos compañeros. Falleció en 1672.