Memorias de un niño de la posguerra

Tres figuras para la historia

Desde los comienzos del tenis hasta la guerra civil, hay tres tenistas, dos hombres y una mujer, que alcanzaron una justa fama que se extendió a nivel internacional: Manuel Alonso, Lilí Álvarez y Enrique “Buby Maier”. Podrían añadirse los nombres del Conde de Gomar y Eduardo Flaquer, pero me voy a limitar a los tres primeros, a los que tuve el honor y la oportunidad de conocer y entrevistar.

El nombre de Manolo Alonso figuró durante años en un torneo infantil en el que participaron chavales que muchos de ellos llegaron a ser figuras. Manolo Alonso apoyó este torneo al que trataba de asistir, aunque entonces tenía su residencia en Estados Unidos.

Manuel era donostiarra, pero se desplazó a Madrid para cursar sus estudios de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. En su profesión desarrolló una brillante carrera en Estados Unidos como especialista en trenes. Pudo ser el primer español en ganar Wimbledon. Entonces el torneo tenía una fase previa en la que el ganador tenía que enfrentarse, en un solo partido, contra el campeón del año anterior. Manolo llegó a Londres tras participar en las Olimpiadas de Amberes, porque un destacado jugador inglés, Thurbull, que había participado en los Juegos, le invito a visitar Inglaterra y le animó a que se inscribiera en Wimbledon. Alonso aceptó, y pronto se dio cuenta de que la superficie de hierba se le daba de maravilla. De triunfo en triunfo llegó a la final contra Norton, mientras el gran Tilden esperaba al ganador. Alonso tuvo el partido en la mano. Los partidos se jugaban al mejor de cinco sets, y el ganó los dos primeros, y tuvo 5-3 en el tercero, pero unas dolorosas ampollas en la mano le impidieron mantener su juego, y acabó perdiendo. Manolo, en una larga conversación en su piso de la calle Ferraz, me comentó que, de haber ganado, podría enfrentarse con éxito a Tilden, porque éste en aquellos días sufría de unas molestas almorranas. 

Compatibilizando su trabajo como ingeniero, Manuel Alonso ganó numerosos campeonatos en distintas superficies, en Buffalo sobre una pista de linóleum, que me dijo era la más rápida en la que había jugado en su vida. Con 41 años jugó en 1938 en una eliminatoria España- Alemania, y le dio mucha guerra a Von Cramm, entonces el número dos del mundo. Era un vasco recio y simpático, y guardo un recuerdo imborrable de él.

Y vamos con “La señorita” como se la conocía a Lilí Álvarez. La entrevisté en su palacete de la calle Casado del Alisal, y más tarde me llamaba cuando tenía una entrevista en Televisión. Era una tenista excepcional, jugó tres finales consecutivas en Wimbledon, pero era una deportista prodigio, que ganó el campeonato de Ginebra cuando tenía solamente catorce años. Era, además, una esquiadora  excepcional, que triunfó en numerosas pruebas, y una automovilista que triunfaba en carreras. De una familia aristocrática, era marquesa consorte de la Valéne, y se consideraba una de las primeras intelectuales católicas. Después de la guerra participó en el Campeonato de España contra Pepa Chávarri, varias veces campeona, y la endosó un 6-0 y 6-0.

Vivió mucho tiempo fuera de España, admiraba a la francesa Suzanne Langlen, que dominó el tenis femenino mundial pero era muy delicada de salud, y murió antes de cumplir los cuarenta años. Lilí, además de sus grandes actuaciones en Wimbledon, ganó en dobles en Roland Garros en 1924

Enrique “buby” Maier, de ascendencia alemana, fue un gran jugador, que entonces, al medir 1,90 cubría la pista para volear con gran eficacia. Se formó en el Club de Tenis Turó, en Barcelona, y fue el primer español ganador en Wimbledon, en la especialidad de dobles mixtos, haciendo pareja con Elizabeth Ryan, en 1932. Tres años después ganaría, en la misma especialidad, en el abierto de Estados Unidos, con Fabian de pareja. En la eliminatoria de la Copa Davis contra Alemania, que se disputó en Barcelona en 1936, Maier ganó en un durísimo partido a Von Cramm. Era una época en que los jugadores se servían unos sorbos de té en los descansos del juego. Buby, además de gran golfista, fue un destacado jugador de golf, y actuó de capitán del equipo español en distintos eventos internacionales. Era otra época, quizá más divertida, pero sin duda más clasista de este deporte, que años después, con los triunfos de Manolo Santana, se hicieron mucho más populares.