Casta Cabrera: Encaste Miura (1852)
En la primera parte referida a esta Casta Fundacional, vimos que se creó en 1740 por la familia utrerana de los Cabrera, que tuvo un gran éxito y que de ella derivaron importantes ganaderías durante el siglo XVIII y la primera mitad del XIX.
Vimos también que en 1852 casi todo lo que quedaba de la Casta fue a parar al industrial sombrerero sevillano de origen vasco JUAN MIURA RODRÍGUEZ (+1860). Poco a poco la familia Miura fue adquiriendo un prestigio tal, que la Casta Cabrera se convirtió en el Encaste Miura, con una sola ganadería: “Miura”. Veamos cómo la familia Miura fue creando el Encaste de su nombre.
Juan Miura, ayudado por su entonces joven hijo ANTONIO MIURA FERNÁNDEZ (1826-1893), verdadero creador del Encaste Miura, inició su carrera como ganadero en 1842 con reses de Casta Gallardo de “Antonio Gil Herrera” y en 1849 añadió otras de la misma Casta de “Jose Luis Albareda”, aunque el grueso de la ganadería lo constituyó con la conocida compra a “Jerónima Núñez de Prado” entre 1850 y 1852. Todavía en 1854 adquirió unas reses a “Jose Arias Saavedra” (Vistahermosa-Barbero de Utrera).
Uno de los cruces más importantes que llevó a cabo Antonio Miura fue en 1879 cuando en Córdoba y lidiado por Rafael Molina “Lagartijo”, un toro llamado “Murciélago” de Casta Navarra, fue indultado por su enorme bravura y Antonio logró llevárselo a su finca, donde padreó hasta su muerte.
Con toda esta amalgama de sangres, tras rigurosas y oportunas selecciones y haber probado diferentes cruces, muchos de ellos fallidos, sobre 1880 los Miuras ya tienen completamente fijados sus rasgos externos y su comportamiento en las plazas.
Vemos que el Encaste Miura, si bien tiene sangre Cabrera de forma mayoritaria, también, en los primeros momentos, contó con bastantes reses de Casta Gallardo, alguna Vistahermosa e incluso el semental de Casta Navarra. Pero la familia Miura ha mantenido desde entonces una política de endogamia tal que, si bien le ha podido perjudicar al no purificar la sangre, ha convertido a los Miura en ejemplares únicos e inconfundibles.
Al morir Antonio en 1893 la ganadería pasó a su hermano EDUARDO MIURA FERNÁNDEZ (muerto en 1917), mucho más joven que él (algunos pensaban que era su hijo). Muy pronto su figura alta y estilizada, con sus enormes patillas, y sobre todo, su quehacer al frente de sus toros, le granjearon una enorme fama que trascendía el mundo taurino.
Tal fue el prestigio alcanzado por los “Miura”, que en 1908, Ricardo Torres “Bombita”, secundado por Rafael González “Machaquito”, las máximas figuras del momento, promovieron el llamado Pleito de los Miuras, pidiendo a las empresas el aumento de honorarios de los toreros cuando lidiaran toros de esta temida ganadería.
El pleito lo ganó don Eduardo y el empresario de Madrid, Indalecio Mosquera, obligó a los toreros rebeldes a cumplir los contratos ya firmados anteriormente.
A la muerte de Eduardo en 1917, le sucedieron sus dos hijos Antonio y José Miura Hontoria, conocidos como los “Niños Miura”, que, viendo que con la “Revolución” de Joselito y Belmonte, el toreo cambiaba y por tanto a los futuros toros se les iba a exigir menos fiereza y más clase, intentaron algún cruce con otros Encastes pero enseguida desistieron del experimento.
En 1940, pasada la Guerra Civil, los “Niños Miura” dejaron la ganadería en manos del hijo de Antonio, Eduardo II Miura Fernández, que la llevaría hasta su muerte en 1996. Desde entonces dirigen la ganadería sus hijos, Eduardo y Antonio Miura Martínez. Los Miura pastan en la famosa finca “Zahariche”, ubicada en Lora del Río (Sevilla).
Al prestigio alcanzado por el comportamiento de los “Miura”, se sumó un halo de tragedia que les acompañó siempre. No ha habido ninguna ganadería en la que sus toros hayan ocasionado más muertes que la de “Miura”. La lista empieza con “Retinto” de Jose Rafael Cabrera (antecedente de Miura) que mató en 1820 a Francisco Herrera “Curro Guillén”. En 1862 “Jocinero” mató a José Rodríguez “Pepete”; en 1875 “Chocero al banderillero Mariano Canet “Llusío”. En 1894 “Perdigón” terminó con la vida de Manuel García “El Espartero”, el valiente y temerario torero sevillano. Por fin en 1947, “Islero” mató a Manuel Rodríguez “Manolete”, máxima figura de la torería y convertido en mito tras su muerte en Linares.
Los Miura siguen siendo unos toros especiales. Tienen puntos negativos, como son sus altibajos, sus frecuentes ejemplares mansos de solemnidad y la dificultad que suele ofrecer su lidia, pero son más los positivos, como su enorme trapío, su seriedad, su personalidad frente al resto de Encastes y sobre todo la conservación de ese halo de peligrosidad que siempre acompañará a la divisa.