Alberto de la Torre Mayado: “El arte es un mapa dinámico alterado por el observador”
Alberto de la Torre Mayado no concibe el arte como una pieza acabada, sino como un proceso vivo de transformación constante. Su obra, que transita entre la pintura, la escultura y la cerámica, se mueve en los límites del lenguaje visual, desafiando las certezas perceptivas y proponiendo una mirada fragmentaria, en tensión, como si de un rizoma deleuziano se tratara. En Perder el latido, exposición colectiva que comparte con artistas como Francisca Martín, Coro de Egaña y Julio Galán en la Galería Nueva, su propuesta orbita en torno a estructuras geométricas que vibran entre el orden científico y el caos poético, entre la razón y la emoción. En esta conversación, el artista despliega su imaginario, en el que conviven desde la botánica y los insectos hasta el pensamiento de Derrida, pasando por la ciencia ficción, la refracción de la luz y la imagen como entidad mutante.
Alberto, tu obra abarca disciplinas tan diversas como la pintura, la escultura y la cerámica. ¿Cómo ha evolucionado tu enfoque artístico desde tus inicios hasta hoy?
El arte fue desde el principio una forma natural de representar mi experiencia interior. Mi evolución podría decir que tiene que ver con el Eros de la Grecia clásica. El objeto del Arte es alcanzar el “Eros”, manifestarlo. Me refiero al Eros como un “Daimon” que nos brinda a través de las imágenes, una alucinación reveladora. Al principio en mi trayectoria, diría que trataba de confeccionar un vocabulario todavía desconocido. Me esforcé en el material que operaba en mi inconsciente. Ahora mi progreso es un creciente deseo de conquistar el “Eros” a través del “logos “. Mi Wunderkammer es la ciencia, hay un vasto repertorio por conquistar. Me interesa trabajar sobre formas puras o cuerpos geométricos, para después hacer crecer un jardín sobre esas estructuras lógicas.
En tus trabajos exploras temas tan variados como la botánica, el mundo de los insectos o la ciencia ficción. ¿Qué te atrae de estas temáticas y cómo influyen en tu proceso creativo?
Siempre he sentido fascinación por la Biología. Me interesa la botánica no solo como representación, es también un tapiz visual en mis obras. La naturaleza es magistral en sus camuflajes y mimesis. De hecho, la naturaleza es muy alienígena, siempre es vanguardia. Tiene que ver con la dimensión del engaño, ya sea por seducción o estrategia defensiva, los patrones de la naturaleza me ofrecen recursos que me interesan, como todo lo que se oculta o se revela en una misma obra.
Podemos hacer una analogía con el Arte y el espectador respecto a los coleópteros. Estos son persuadidos por el sexo de otra especie (LA FLOR), una fuente de néctar que en realidad es ingeniería del deseo. El arte se encuentra en esa dimensión del engaño, transforma al espectador en un portador involuntario de su mensaje. Esta idea, creo que define mi relación con el público. Me interesa mucho la ciencia ficción como territorio para lo especulativo, para explorar hipótesis o ciertas ideas. Me seduce la Epifanía ante lo desconocido, qué relación tenemos con objetos o imágenes que escapan a nuestra comprensión.
Tu obra se caracteriza por esa dualidad del objeto pictórico, buscando siempre disolver certezas y estilos. ¿Cómo consigues trasladar esta experiencia tan subjetiva al espectador?
Siento que estoy realizando dos estructuras, dos maneras de observar la obra. De este modo la obra no es el tema, sino las posibles lecturas. Así la percepción es un acto activo, no pasivo de superposición. No quiero que el espectador 'entienda' la obra en términos de un significado cerrado, sino que la experimente desde su propio lugar de incertidumbre en múltiples capas. Trabajo la Obra como diferentes tejidos transparentes, diferentes superficies o con estructuras que parecen estar en permanente estado de formación o disolución. Me interesa que el ojo no se acomode, que la mirada tenga que desplazarse y, en ese desplazamiento, descubrir lo que en un primer momento parecía oculto. Así, las Elipsoides tridimensionales, generan un movimiento de rotación cuando se contemplan. Ese tipo de mapa dinámico y alterado por el observador es parte de la investigación en la que trabajo en estos momentos.
La exposición "Perder el latido" que inauguró el pasado 26 de Enero en la Galería Nueva. ¿Qué pueden esperar los asistentes de esta muestra y cómo encaja dentro de tu trayectoria artística?
Es una exposición comisariada con gran sensibilidad intelectual por Ana Melo, a través de Teoría del Ate. Gracias a ella, he tenido el privilegio de participar en un espacio colectivo excepcional, exponiendo mi trabajo junto a creadores de una gran trayectoria, como son Francisca Martín, Coro de Egaña y Julio Galán. El conjunto de las piezas presentadas en "Perder el latido" plantea un recorrido bajo el hilo conductor de la emoción que, como dice el título escogido por Ana, nos hace perder el pulso por el asombro. Ana visito nuestros estudios y eligió las obras que funcionan como los “ooparts” y desplazan la mirada a la contemplación, como sucedía en los Gabinetes de maravillas del siglo XXVII. Las obras que presento conectan con esta idea, asociada a la ciencia ficción. Como sucedía en la novela “Solaris”, es nuestro mundo, proyectado en otros.
En tu obra se percibe una clara intersección entre ciencia y poesía. ¿De qué manera se manifiesta esta convergencia en las piezas que presentarás en "Perder el latido"?
Para mí, la ciencia y la poesía son dos formas de nombrar lo innombrable. La ciencia lo hace desde el hallazgo empírico y el estudio de la realidad, la poesía con la alquimia de la palabra y los artefactos del lenguaje. En la obra presentada en “Perder un latido”, esa intersección se da en la manera en que abordo los patrones, las relaciones entre el azar y la estructura. El arte de algún modo construye la experiencia del mundo, segrega, escoge secuencias o fragmentos, para luego intervenirlos en un gesto animista, que finalmente rompe la previsibilidad. Las obras abordan entidades mutantes, tribalismo y cosmología. En definitiva, la entropía como propósito para arriesgar las referencias a favor de una Genesis visual, del hallazgo.
A lo largo de tu carrera has colaborado con otros artistas en diferentes proyectos. ¿Qué te aportan estas sinergias a nivel creativo y qué destacarías de las colaboraciones en esta exposición actual?
Colaborar es aceptar la hibridación, es abrirse a la posibilidad un territorio compartido. Me interesa ese diálogo, esa contaminación mutua entre lenguajes, que obliga a repensar el proceso creativo desde diferentes narrativas. En "Perder el latido", estas interacciones hacen que el trabajo vibre de otra manera, que se desplace hacia códigos que, de manera individual, quizá no habría explorado. Es algo enriquecedor.
Sabemos que te han influido pensadores como Gilles Deleuze y Jacques Derrida. ¿De qué forma estas filosofías se reflejan en tu arte y en el discurso de tus exposiciones?
Deleuze y Derrida son referencias fundamentales porque ambos, a su manera, desconfían de las estructuras fijas. Deleuze con su idea del rizoma, de la multiplicidad sin centro ni jerarquía, y Derrida con su noción de la diferencia y la imposibilidad de un significado absoluto. En mi obra, esas influencias se traducen en la fragmentación de la imagen, en la creación de estructuras que nunca terminan de estabilizarse, en la apertura constante a nuevas interpretaciones. Me interesa que la obra sea un campo de fuerzas en tensión, más que una declaración cerrada.
Mirando al futuro, ¿qué nuevos proyectos o temáticas te gustaría explorar en tu trabajo artístico? ¿Hay alguna idea en mente que puedas adelantarnos?
Estoy explorando obras tridimensionales como la que he presentado recientemente, pero alcanzando nuevas formas de el enfoque en su convexidad. También estoy investigando la idea de trabajar diferentes tipos de superficies en cuanto a propiedades de refracción, brillo, textura, densidad etc.. Actualmente, me interesa seguir profundizando en la idea de la imagen como un ente en transformación respecto al espacio, a los cambios que se van produciendo en el contexto. El tiempo y el espacio dan lugar a nuevas certezas. Hay una tensión ahí que quiero seguir desarrollando, en ese emerger continuo.