España mantiene el pulso económico en 2025 pese a la desaceleración global y los efectos del apagón de abril
La economía española registra un crecimiento moderado del PIB, mejora del empleo y descenso de la inflación, aunque persisten retos como el impacto de las tensiones comerciales, la caída de productividad y un estancamiento en el dinamismo empresarial de las pequeñas empresas
La economía española mantiene una trayectoria positiva en el primer semestre de 2025, pese a las crecientes señales de moderación derivadas de factores internos y externos, según se desprende del último informe Panorama Económico y Empresarial elaborado por CEOE con fecha de cierre el 19 de mayo.
El crecimiento del PIB se sitúa en el entorno del 2,5 %, alineado con las previsiones del Gobierno y la Comisión Europea, aunque la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estima un menor crecimiento del 2,3 %. Esta expansión, si bien saludable, se ve matizada por factores como la caída de la inversión —especialmente en bienes de equipo— y el impacto negativo del apagón del 28 de abril, que podría restar una décima al PIB de este ejercicio.
Por su parte, la inflación se redujo hasta el 2,2 % en abril, favorecida por el descenso del precio de los carburantes y el menor coste de la electricidad. No obstante, la inflación subyacente repuntó ligeramente al 2,4 %, impulsada por los servicios, afectados por el efecto estacional de la Semana Santa. Se espera que la inflación vuelva a aumentar a partir de julio debido al efecto base vinculado al IVA eléctrico.
En el mercado laboral, la afiliación a la Seguridad Social alcanzó un récord histórico con más de 21,5 millones de cotizantes, tras sumar casi 231.000 nuevos afiliados en abril, gracias al fuerte tirón del sector privado y la hostelería. No obstante, la tasa de paro se situó en el 11,4 %, tras aumentar en ocho décimas debido al crecimiento de la población activa y a un descenso de la ocupación concentrado en el sector público. Destaca la resiliencia del empleo privado, que creció un 3,2 % interanual, y una tasa de temporalidad en mínimos históricos (12,1 %).
El contexto internacional, sin embargo, añade incertidumbre. La economía mundial se desacelera, afectada por nuevas tensiones comerciales, especialmente entre Estados Unidos y China, y conflictos geopolíticos como los rebrotes bélicos en Gaza o el conflicto India-Pakistán. Esta situación ya se refleja en los PMI globales, con caídas en manufacturas y una contracción de los flujos comerciales internacionales. Las previsiones de crecimiento mundial del FMI y la Comisión Europea para 2025 se han reducido hasta el 2,8 % y 2,9 %, respectivamente.
El impacto de este entorno también se siente en el sector empresarial español. Aunque la facturación empresarial continúa en positivo (3,8 % en febrero), pierde intensidad frente a meses anteriores. Las ventas en grandes empresas crecieron un 4 % en el primer trimestre, pero moderaron su ritmo en marzo. La confianza empresarial sigue siendo elevada, aunque con señales de debilidad en la industria manufacturera, cuyo PMI cayó a 48,1, confirmando tres meses consecutivos por debajo del umbral de expansión.
En cuanto al acceso a financiación, la bajada de los tipos de interés —gracias a la relajación monetaria del BCE— ha incentivado el crédito empresarial. Los tipos de interés bajaron por debajo del 4 % en todos los tramos por primera vez desde 2023, con un notable incremento de operaciones, especialmente en importes de hasta un millón de euros.
No obstante, la recuperación empresarial sigue siendo desigual. El número de empresas registradas apenas supera los niveles prepandemia, con las más pequeñas aún rezagadas, especialmente en los sectores de agricultura e industria. La construcción lidera la recuperación, mientras que el sector servicios muestra una recuperación inestable. Además, el número de empleadores sigue cayendo, con una pérdida del -4,5 % interanual, lo que refleja una fragilidad estructural del tejido productivo.
En el plano fiscal, el déficit público se sitúa en el -2,8 % del PIB, con una deuda pública estancada en el 101,7 %. Aunque el Gobierno destaca el cumplimiento de los objetivos de gasto, la AIReF alerta de la necesidad de un marco fiscal más claro a medio plazo, capaz de identificar riesgos y adecuarse al nuevo sistema de gobernanza económica europeo.
En resumen, España avanza en 2025 con datos alentadores en crecimiento, empleo y control de precios, pero también con retos relevantes como la pérdida de dinamismo de la inversión, el estancamiento de las pymes, la caída de la productividad y la incertidumbre global que podrían condicionar el segundo semestre del año. Las decisiones de política económica, tanto nacional como europea, serán clave para sostener la recuperación en un contexto cada vez más complejo.