España cae al puesto 26 de Europa en poder adquisitivo: solo Grecia registra peores cifras
España ha caído hasta el puesto 26 de los 27 países de la Unión Europea en consumo individual efectivo ajustado a paridad de poder adquisitivo (PPA), según los últimos datos publicados por Eurostat.
Este indicador mide el poder real de consumo de los ciudadanos, y su evolución es un reflejo directo del bienestar económico de los hogares. Solo Grecia registra peores cifras.
Entre 2018 y 2023, España ha sufrido un retroceso del 6,3 % en este indicador, mientras países como Polonia (+23,3 %), Lituania (+22,6 %) o Estonia (+21,1 %) han protagonizado subidas notables. El contraste es contundente: mientras Europa del Este avanza a ritmo acelerado, España se estanca y pierde capacidad real de consumo, afectando directamente al nivel de vida de las familias.
¿Qué es el consumo individual efectivo?
El consumo individual efectivo (CIE) mide el valor de los bienes y servicios realmente consumidos por los hogares, incluidos los servicios proporcionados por el Estado, como sanidad y educación. A diferencia del PIB per cápita, el CIE refleja la calidad de vida y el poder adquisitivo real de los ciudadanos, ya que tiene en cuenta el coste de vida en cada país (ajustado en paridad de poder adquisitivo).
En términos de este indicador, España se sitúa en el 85 % de la media europea, frente al 91 % de 2018. Países como Chequia (91 %), Eslovenia (89 %) o Portugal (87 %) ya superan o rozan a España en esta clasificación.
¿Por qué España cae mientras otros suben?
Diversos analistas apuntan a una combinación de factores estructurales:
- Estancamiento salarial: los sueldos en España no han crecido al ritmo de la inflación ni del coste de vida.
- Presión fiscal y pérdida de competitividad: el aumento de impuestos indirectos y la falta de incentivos a la inversión habrían frenado el crecimiento económico.
- Débil productividad: el tejido empresarial español sigue limitado por sectores de baja productividad y un elevado peso del empleo temporal.
Todo esto en un contexto en el que otros países europeos han apostado con fuerza por la industria, la digitalización y la atracción de inversión extranjera, logrando así mejorar su renta disponible y el acceso a servicios públicos de calidad.
Consecuencias para las familias y la economía real
La caída del poder adquisitivo real tiene efectos directos en el ahorro, el consumo interno y la estabilidad financiera de los hogares. La pérdida de capacidad para afrontar gastos esenciales limita también la movilidad social, la formación, el emprendimiento y la calidad de vida.
Además, este retroceso se produce en un contexto de aumento de la deuda pública, incremento de la presión fiscal y ralentización del crecimiento económico, lo que compromete la recuperación estructural del país a medio y largo plazo.
Un dato que pasa desapercibido
Pese a su importancia, este indicador ha tenido escasa repercusión en el debate público y en los medios generalistas. Sin embargo, expertos y divulgadores económicos ya alertan de la necesidad de un análisis profundo sobre las políticas que han llevado a esta situación y sobre cómo revertir una tendencia que afecta directamente a millones de ciudadanos.