La relación de Pedro Sánchez con Carles Puigdemont: Acuerdos, tensiones y el camino hacia 2025
Lo que comenzó como un pacto de investidura, donde Sánchez prometió cumplir con las demandas de los independentistas catalanes para asegurar su permanencia en La Moncloa, ha dado paso a una serie de acuerdos, cesiones y tensiones que podrían definir el rumbo del Gobierno en 2025.
Desde el inicio de su mandato, Sánchez se comprometió a satisfacer las exigencias de Puigdemont y Junts, que se materializaron en la aprobación de la controvertida ley de amnistía, diseñada para beneficiar a los implicados en el procés. Sin embargo, el camino ha estado marcado por la presión constante de Junts, que ha utilizado su apoyo parlamentario como moneda de cambio para asegurar compromisos adicionales, como la modificación de leyes y el traspaso de competencias a la Generalitat.
Tensiones y presiones dentro del Gobierno
La primera gran prueba para Sánchez llegó con el pacto de investidura en 2023, cuando Junts condicionó su apoyo al cumplimiento de una serie de medidas, que incluyeron la ley de amnistía, la negociación sobre el fiscal general del Estado y otras reformas. Aunque el presidente del Gobierno cumplió con muchas de estas exigencias, las tensiones no tardaron en emerger, especialmente cuando Puigdemont comenzó a exigir una mayor implicación del Ejecutivo en la resolución de su situación judicial.
El punto de inflexión se produjo cuando, tras meses de tensiones, Sánchez aceptó reunirse con Puigdemont, algo que había rechazado en el pasado. Este encuentro, aún sin fecha ni lugar confirmados, se produce después de que Junts amenazara con retirar su apoyo al Gobierno si no se cumplían sus condiciones. Esta concesión ha sido vista por muchos como una de las mayores cesiones de Sánchez, quien, en un giro inesperado, pasó de prometer la captura de Puigdemont para que se enfrentara a la justicia, a buscar acuerdos con él para mantener su estabilidad política.
La influencia de Junts en el Congreso
La influencia de Junts en las votaciones clave del Congreso ha sido determinante en la legislatura. En diversas ocasiones, el partido de Puigdemont ha presionado al Gobierno, bloqueando proyectos como la reforma de la Ley de Extranjería o la senda de déficit, y proponiendo enmiendas que han alterado la agenda del Ejecutivo. Esta estrategia de tensar la cuerda ha sido constante, y el líder de Junts ha dejado claro que su apoyo no es incondicional.
El panorama para 2025: Desafíos y negociaciones clave
El 2025 se perfila como un año clave para la relación entre Sánchez y Puigdemont. En un escenario donde el PSOE depende de los siete votos de Junts para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, las negociaciones se presentan como un terreno de alto riesgo. Puigdemont ha advertido en varias ocasiones que, si las condiciones no cambian, su partido podría dejar de respaldar al Gobierno, lo que pondría en serio peligro la estabilidad de Sánchez.
Por otro lado, la relación de Junts con ERC también sigue siendo complicada, con ambos partidos enfrentados por la hegemonía dentro del independentismo catalán. A nivel autonómico, Junts ha ganado terreno y se ha consolidado como la primera fuerza independentista en Cataluña, pero la falta de unidad entre los partidos separatistas y sus diferencias ideológicas continúan afectando su capacidad de negociación tanto en Madrid como en Barcelona.
El futuro de la relación: Desafíos y posibles rupturas
El desafío para Sánchez en 2025 será doble: por un lado, debe mantener su alianza con Junts mientras navega las aguas turbulentas de las exigencias de Puigdemont, y por otro, debe intentar superar las tensiones internas dentro de su propio partido y las complicaciones de su relación con ERC. En este contexto, la figura de Puigdemont seguirá siendo un factor decisivo. La pregunta es hasta qué punto Sánchez estará dispuesto a seguir cediendo para garantizar su permanencia en el poder o si, finalmente, el pacto con los independentistas llegará a su fin.
El impacto de la relación Sánchez-Puigdemont en la política española
Con un año electoral por delante, la relación de Sánchez con Puigdemont será uno de los puntos más observados, no solo por sus implicaciones en la política catalana, sino también por el impacto que tendrá en la estabilidad del Gobierno español en los próximos meses.