La mirada de Ulisas

Escuchemos la voluntad de un pueblo que precisa libertad

Bella Clara Ventura

LA MIRADA DE ULISAS no puede ni debe desviar su visión sobre lo que le está ocurriendo a Venezuela. Patria lacerada por abusos y dictadores que la dejan en una situación lamentable. El llamado al cambio que fue abortado por la fuerza bruta resulta doloroso y condenable. Esperanzados los numerosos votantes de manera legítima pretendían buscar la justicia y conseguir un estado libre de sus yugos. Los deseos de transformar a Venezuela en un país libre de opresiones y de dictados contrarios a los requeridos se desvanecieron con la burla a los electores.

Bien saben, ustedes queridos lectores, que mi avidez de hallar la equidad y la honestidad me llevan a escribir y evidenciar procesos indebidos o sumergidos en la oscuridad. Mi voz se niega a callar lo ilegal o lo absurdo que le sucede al mundo al quererlo conducir por vías sin sentido o con un sesgo netamente torcido hacia intereses personales, que olvidan las necesidades globales o de un pueblo, que desde hace años clama su libertad. Y se ve enfrentado a un dirigente, llamado Maduro, tal vez por lo podrido de sus quehaceres, que se atreve a decir, “me quedo en este puesto con la revolución (a mi manera es su decir callado) y menos silenciado: “ya sea a las malas o a las balas”. ¡Vaya amenaza! Se hace real con una conducta que ha venido cumpliendo desde que la oposición apela a sus derechos y a la exactitud de las cifras. Recuerda aquellas purgas soviéticas que liquidaron tantas vidas bajo el régimen de Stalin, un asesino reconocido por sus actos inmorales y fratricidas. ¿Acaso en pleno siglo XXI podemos admitir? que las democracias se desluzcan y lleguen al mando las dictaduras como formas de gobierno que se instalan para no dejar jamás el banquito del poder. Dicha palabra cabe asociarla al poder para joder a votantes inconformes, que ven su ideal tergiversado por el engaño o la trampa. Representan seres con dignidad que anhelan verse libres de poder opinar y de disentir, como lo permiten las repúblicas que saben soltar riendas y autorizan que las diferencias tengan también su lugar. Cuán distante se sitúa Venezuela, ese país hermano, de esa realidad esperada. Las propuestas de los autócratas o tiranos bajo cualquier método acordado oprimen a sus hermanos. Lamentablemente el éxodo de la ciudadanía venezolana es impresionante. Muchos millones de habitantes han huido de ese arbitrario gobierno en búsqueda de un mundo libre que les acerque la posibilidad de desarrollarse al acceder a una mejor vida. Jamás se habían visto obligados al escape.  Pero desde las abusivas y autoritarias maniobras políticas de Chávez mantenidas por su discípulo Maduro, los venezolanos cayeron en la necesidad de huir de  su hermosa y próspera nación con un ayer añorado. Un país cuyo tejido humano estaba entrelazado por inmigrantes de diversas nacionalidades, que ciñeron un destino favorable a sus desvelos anteriores.  Se situaban bajo la presencia de excelentes días para progresar.  Nunca se vislumbró hasta la llegada de la dictadura de Chávez el extraño fenómeno de emigrar. Al contrario, Venezuela se hacía un atractivo puerto de llegada para aquellos individuos jadeantes de otra existencia. Un escenario que predicaba la posibilidad de ser. Hoy despliega la posibilidad de no ser, o de ser un vendido a un régimen que niega libertades. Calca el sistema que nos ofrece esta Cuba que vulnera al mundo.  Una isla que se ha detenido en el tiempo y congelado sus afanes de cambio y de brindar horas más aireadas y optimistas a sus pobladores, ya resignados a una travesía de dificultades y de aprietos. ¿Hasta cuándo? se le puede pedir a un pueblo que calle sus padecimientos. Aquejado por las pésimas condiciones, que ahogan al individuo en un mar de descontentos.  

Mi voz, la de esta mirada que pone los ojos de frente sin temor a denunciar atrocidades ni adversidades, no puede ni debe dejar de abrazar la palabra para hacerse solidaria con las quejas del alma de los venezolanos en destreza. Le incumbe decir verdades, aunque se tomen por idioteces o insensateces por algunas mentes que saben adular mentiras o hacerse a sus propios intereses sin escuchar la voluntad de un pueblo que precisa su libertad.

Sin cesar me pregunto ¿hasta cuándo? quedarán las urnas sin la expresión de la verdad. Violada su razón de ser para convertirlas en receptáculos de adorno, que incumplen con su finalidad. Preocupante situación que parece querer apoderarse de otras democracias. Hay que estar vigilantes para evitar que suceda, ya que el mundo precisa ver que la luz y no la oscuridad rija sus destinos. Luminosos se quieren y ciertamente libres de todo absolutismo.