Reflexiones Australes

Santiago de Chile se repleta de burócratas

Como la gran mayoría de las naciones iberoamericanas, enfrentan graves crisis, Santiago de Chile, está concentrando a los burócratas de la región. Como sabemos, la Comisión Económica para América Latina CEPAL, está emplazada en la elegante comuna de Vitacura, cerca de caros restaurantes, finas tiendas de moda y edificios de alto nivel. Por ahí deambulan los funcionarios internacionales, que no pagan impuestos y son verdaderos reyezuelos. La CEPAL produce una infinidad de documentos económicos de corte “progresista”, privilegiando el feminismo, el cambio climático, la inmigración ilegal -que ellos llaman migración- y materias de la mas diversa índole. Los autores son académicos vitalicios, exfuncionarios de gobiernos fracasados y “expertos” con poca o nula experiencia en el mundo privado. A la CEPAL, se le sumará en el mismo barrio, un nuevo edificio del Banco CAF, ex Corporación Andina de Fomento hasta hoy con sede en Caracas. La que surgiera en los 60 para llevar adelante políticas proteccionistas de sustitución de importaciones, ahora es un “banco de desarrollo”. Chile, bajo el gobierno militar, se salió de la CAF, pues inició su apertura al comercio libre. Pero bajo el gobierno del joven Boric, Chile reingresa a la CAF, comprometiendo centenares de millones de euros para capitalizar esta entidad. Santiago se está convirtiendo en la Ginebra de Sudamérica, en donde funcionarios bien pagados, con muchos viajes en clase ejecutiva, van justificando su trabajo. Nadie evalúa, nadie mide su performance, salvo jefes amigos de los subordinados, quienes se van ayudando de país en país. La mano de la ONU detrás, aportando una decena de filiales para todo tipo de temas. Sus objetivos son infinitos y sus resultados desconocidos. Todo esto es como una mafia mundial, que mientras mas personas se suman al negocio, mas defensores tienen. Todo lo financiamos los contribuyentes de los países miembros. El Banco CAF se sobrepone con el Banco Interamericano de Desarrollo BID. Hace unos días conversé con alto ejecutivo del BID y no tenía claro para que se potencia el CAF, si existe el BID. Lo impresentable, en el caso de Santiago de Chile, es que es una ciudad muy segmentada. Hay unas comunas muy pobres y unas mas ricas, pero los burócratas se instalan siempre dónde están los ricos. Llevan a los hijos a los mejores colegios, viven en las mejores casas y ganan mucho dinero. La oportunidad de disminuir las “brechas de desigualdad” que tanto critican, solo queda en sus estudios, pero no en su vida privada. Como ya lo he manifestado en diversas columnas, la izquierda chilena se prepara para “dejarse caer” en los organismos multilaterales, una vez que pierdan las elecciones de noviembre próximo. Así, el show continuará. La exsecretaria ejecutiva de la CEPAL, la mexicana Alicia Bárcena, estuvo 13 años en el cargo en Santiago, viviendo como una reina. Mas tarde se fue a México a la Academia Diplomática, después embajadora en Santiago de Chile y después Canciller. Ella era gran admiradora de Fidel Castro, el tirano de Cuba, cuyo modelo de represión completa 66 años y tienen al país a oscuras y quebrado. Lo más sorprendente, es que la prensa libre, muchas veces en manos de empresarios, evita estos temas y se hace cómplice de las injusticias. Chile está dividido tanto en las derechas como en las izquierdas. Todos quieren mantener sus privilegios, aumentar sus salarios y no enfrentar la gangrena de un Estado ineficaz que crece y crece. Es muy triste constatar que somos muy pocos, los que enfrentamos estos temas, asumiendo altos costos personales. El mundo está cada vez más dividido, Africa más pobre, Cuba-Nicaragua y Venezuela más destruidos, Haití agonizando, pero los grandes burócratas siguen navegando como si nada. Sus salarios y beneficios solo aumentan, sus horarios de trabajo disminuyen y sus edades de jubilación también. Después se dedican al golf, a viajar, y a escribir acerca de los grandes aportes que le hicieron a la “comunidad internacional”. Parece, hace rato, que ha llegado el momento de decir basta. No más desprecio por los necesitados y los pobres de este mundo.