La retirada de un crítico honesto: Carlos Ilián
Hace muchos años escuché, en un curso de periodismo de la Universidad Pontificia de Salamanca, decir a la profesora Ana Tamarit, que la objetividad periodística no existe; que lo que sí existe y se ha de buscar es la honestidad. En caliente escribo de Carlos Ilián, tras escucharlo en un magnífico coloquio organizado por la asociación El Toro, de la capital de España.
Todavía recuerdo, décadas atrás, ver a más de un viejo hombre de campo, ajeno a todos los deportes, con sus gafas de pasta y abultados cristales de cerca, leer en el bar de su pueblo, con máxima atención el diario Marca. Cuando le preguntaban qué era a lo que le prestaba tanta atención del periódico deportivo, aludía a las cortas, medidas y serias crónicas del periodista colombiano, formado y afincado en Madrid.
Su marcha del periodismo a los 81 años, ha sido motivada por el estado actual de la Fiesta decaída y decadente, con todos sus sectores en mínimos de exigencia, con una prensa mimetizada con el sistema; y una plaza de Madrid llena de jóvenes, que van a la gran discoteca que se monta en los bajos de la plaza tras los toros; y como para entrar hay que pagar la entrada de la corrida, pues de paso, ven los toros. Una plaza con gran rentabilidad económica, pero en manos de una agencia de viajes. Apaga y vámonos. Bien es cierto que en su primera entrevista taurina, en el desaparecido Nuevo Diario, el inefable Domingo Dominguín ya le dijo: “La fiesta está en crisis”. Era en el invierno de 1969. Aunque asevera que aquella crisis, era menos amenazadora de ruina que la de ahora.
Carlos Ilián pasa a la historia como el cronista fino e independiente del diario deportivo Marca que, con pluma incisiva, retrataba los festejos en espacio reducido, sin dejar nada reseñable en el tintero. Como los grandes toreros, que hacen faenas cortas de pases largos. Ha sido una maravilla oírlo hablar de sus comienzos, de la mano del desaparecido Vicente Zabala (padre), de los críticos de entonces, como Alfonso Navalón, o Carlos de Rojas. Comentó como Navalón fue el primero que lo llamó cuando se quedó sin trabajo, tras el cierre del Nuevo Diario. Mencionó la dureza periodística del momento y sus hallazgos, como conseguir que el toro saliera con cuatro años verificables, debido al guarismo, puesto a fuego en la piel del animal; también un cierto acentuamiento del afeitado. Así mismo recreó su pasión por Paco Camino, y su agradecimiento al citado Vicente Zabala; por inculcarle su amor a la fiesta en todos sus pequeños detalles, que este había heredado de los Bienvenida.
Cuando le preguntaron por las cualidades de un buen crítico taurino, contestó sin dudarlo, ni pestañear: Independencia. Cualidad suprema que hizo descansar sobre tres pilares: no tener amistades íntimas con toreros, ganaderos o empresarios; ser muy aficionado a la tauromaquia y escribir en caliente y con la pasión de lo vivido por momentos en el festejo.
Su facilidad de palabra, su fortaleza psicológica y su fluidez en ideas y recuerdos; han dejado constancia de lo que debe ser la crítica verdad, valentía y desenvoltura ante lo que se tiene delante, lo mismito que el toreo. Esperemos y deseemos- por imposible que parezca ahora- que su huella en la Fiesta, sea pisada por alguien con el pie de la honestidad, como ha hecho él durante más de cincuenta años.