Reflexiones de la Pascua
En una silenciosa escena de la Pascua, los rayos rinden alabanza al cáliz de la vida, entre cintas blancas de bordes dorados y candeleros de pomarrosas dulces que adornan las nubes de un jardín de luz, esperanza y fe, que se extiende en el horizonte bajo un color de rosa.
Con todo lo que hacemos en la época contemporánea, la vida es un milagro, porque equivocados en el dial de la existencia, dejamos de apreciar realmente su privilegio en los ojos del prójimo.
Mientras se escuchan coros de plegarias cristianas, algunos persisten en sus tormentas que dejan ver la naturaleza de la complejidad humana, unos insisten en elevar las alas de sus sueños materiales, y otros ni siquiera dudan en dejar rodar en el abismo la egolatría que los arropa.
La vida es una constante lucha de avance, rebeldía y superación, un camino que resulta algunas veces difícil, cuando lo que se debe empezar a dejar es el miedo para afrontar la situación o cambiar de estrategia, llegar a entender comportamientos y descubrir el espejo del alma.
La ruta vivencial deja realidades que se van construyendo con el paso por el tiempo, donde lo material es búsqueda permanente, y al final se encuentra el valor que tiene lo realmente importante.
Al reflexionar en los conflictos se puede entender el significado de la paz, las contradicciones en sus intereses y carencia de reconocimiento de los propios errores. De las caídas, tropiezos y golpes se debe aprender la lección, pero para lograr el camino del éxito se deben dejar aquellas rutas que conducen por atajos, por lo que resulta preferible un camino agreste pero seguro para escalar la cima o conseguir la meta.
Esta época permite dimensionar las diferencias de la sociedad entre unos y otros, cuando deberíamos determinar mejor lo que realmente nos une. Fernando Savater dice <<No he visto al primer ser humano que, ante la situación de peligro, se ponga frente a un árbol. Todos nos hacemos detrás>>. Entonces, lo que necesitamos es construir y fomentar tejido social con hilos comunes de equidad, justicia, inclusión y desarrollo social.
Como todo esto es pasajero y temporal, donde dejamos recuerdos, olvidos, deseos, memorias, anhelos y silencios que van formando el cuaderno de la vida en historias donde somos protagonistas, y ante la fragilidad humana por los apetitos materiales, la pregunta es si el paso por la existencia es atesorar o dejar rastros positivos antes de partir, ya que las personas parecen que nos las prestaron por un ratico en nuestro vivir, si los bienes materiales son tal vez apego e ilusión de posesión, mientras que esa suma de momentos donde construimos nuestra felicidad rápidamente se desvanece.
Si la vida es efímera y continúa sin nosotros, entonces, por qué no dejar el orgullo, prepotencia y abrir el corazón para reconocer el verdadero sentido de la vida en la fe, la conmiseración, el ejemplo, la persistencia y especialmente en el amor propio.