La realidad del cambio climático
Recomiendo vivamente el reciente artículo de Carmelo Jordá acerca del calentamiento del clima ya que aporta información de gran interés. Según los datos disponibles, los años 2023 y 2024 han sido los más calurosos desde que existen registros. Los alarmistas de siempre han aprovechado para tratar de meternos miedo de nuevo con la idea de forzarnos a aceptar políticas radicales de decrecimiento y empobrecimiento. No se dejen engañar por estos agoreros pues llevan dos siglos esparciendo el miedo y la alarma, empezando por Malthus, y ninguna de sus profecías devastadoras se ha cumplido. Este último decía que moriríamos de hambre por falta de alimentos debido al exceso de población, y en los 70 los agoreros del cambio climático predecían un enfriamiento del clima catastrófico, y así en otras muchas ocasiones a lo largo del siglo XX, siempre erradas.
Dado que fallaron estrepitosamente con lo del enfriamiento, decidieron apostarlo todo al calentamiento. Pues bien, es cierto que el planeta se está calentado, lo que no se sabe es a qué es debido, pues hay diversidad de opiniones científicas. El clima no es estático, es dinámico y cambia cíclicamente desde hace millones de años, independientemente de la presencia del ser humano en la tierra. Probablemente este sea un fenómeno multicausal en el que la humanidad juegue un papel, aunque no sabemos si principal o secundario.
Veamos cuál es la realidad más reciente en base a las evidencias. Aunque acabamos de tener dos años muy cálidos, y probablemente vendrán más, incluso el IPCC reconoce en su sexto informe de evaluación que esto es probablemente debido a factores naturales. Llevan años amenazándonos con un infierno por culpa del CO2 y resulta que sólo ha crecido un 0.8% en 2024 (en este año EE.UU, China, India, principales emisores, han crecido bastante más que ese porcentaje). Tan modesto crecimiento del CO2 no explica por lo tanto el aumento de la temperatura a lo largo del pasado año. Es posible que sea un efecto retardado del incremento de emisiones de hace años, o décadas, en cualquier caso, incluso los científicos más convencidos de la causa antropocéntrica están perdidos.
Los investigadores, incluso los muy subvencionados del IPCC, no saben a qué es debido este calentamiento reciente. La revista Nature, entusiasta patrocinador del discurso oficial del cambio climático, publicó recientemente un artículo de uno de los principales directores de la NASA, Gavin Schmidt, en el que este afirmaba que los modelos climáticos actuales no pueden explicar el calentamiento de 2023 y 2024.
Entonces, ¿a qué puede ser debido este fenómeno?. En 2023 se detectó un notable incremento de la energía solar que llegó a la superficie terrestre, lo cual solo puede significar mayores temperaturas. También hay que destacar la disminución de la capa de nubes bajas de los trópicos y del hemisferio norte, lo cual ha contribuido a calentar la tierra y los océanos. No se sabe por qué sucedió esto, aunque algunos argumentan que la erupción del volcán submarino Hunga Tonga podría ser la causa.
Todo esto nos ha llevado al mal llamado, por arbitrario y acientífico, punto de no retorno que es aquel en que la temperatura del planeta excede en más de 1,5 grados a la de la era preindustrial. Sin embargo, este hecho no ha acarreado las catástrofes que nos anunciaban los extremistas del cambio climático. Los mares no han subido de forma catastrófica, los polos no se han fundido, los corales no han desaparecido, etc.
En 2024 la capa de hielo del polo norte superó a la de 2017, mientras que las mediciones de la cubierta de coral australiana están en máximos. Y no, no tenemos más huracanes, ni incendios, ni demás catástrofes naturales que antes, ni son más letales. Bueno a veces sí lo son, sucede cuando los políticos aplican la agenda ecologista radical del pensamiento único, como ha sido el caso en la gota fría de Valencia, o en los actuales fuegos de Los Ángeles.
No es el cambio climático el que mata sino los errores de los políticos y de los ecologistas debido a que anteponen la ideología a la ciencia, a las evidencias y al sentido común.
La conclusión más plausible es que el calentamiento de los últimos años no es debido al aumento de las emisiones de CO2, sino que es probablemente de origen natural. De nuevo los agoreros del cambio climático se han pasado de frenada. Hemos superado ese hipotético y arbitrario punto de no retorno y sin embargo no se han desatado los infiernos.
Dicho esto, hay que optar por la prudencia y la sensatez y seguir desarrollando tecnologías y técnicas que permitan contaminar menos en todos los ámbitos de la vida humana, pero sin alarmismos ni radicalismos. Antes la cuestión del calentamiento global, hemos de rechazar con firmeza todas las políticas que tienen su origen en el ecologismo radical y anticapitalista dado que resultan destructivas para la naturaleza, la economía, la vida y el bienestar de las personas. Hemos de exigir a los grandes partidos que se desmarquen de cualquier teoría radical y alarmista relativa al cambio climático y que enfoquen este problema siempre desde la prudencia y la moderación. Hemos de actuar pero sin matar a la gallina de los huevos de oro.
Que no les engañen, nos jugamos mucho en este envite. Entre la ideología infundada y la realidad científica basada en las evidencias, nos conviene optar por esta última.