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Rafael Úbeda, el pintor dificilmente comparable

Pilar Corredoira

Rafael Úbeda (Pontevedra, 1932), el pintor “dificilmente comparable” como lo definió el periodista y crítico de arte Antonio Manuel Campoy (Cuevas de Almanzora, 1924-Madrid, 1993), revela su largo recorrido en el tercer espacio del Museo Centro Gaiás de Santiago de Compostela, a través de la exposición “Rafael Úbeda. Visión retrospectiva”, cuyo hilo argumental se inicia en los comienzos del artista y finaliza en la actualidad. Medio centenar de obras entre pinturas y dibujos definen un lenguaje instaurado en el entorno del postcubismo, en unos cimientos que remiten a un expresionismo europeo, holandés, alemán y español. Su formación académica arranca en Madrid en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (1956), en años de grandes dificultades que supo esquivar gracias a la obstinada determinación y fe en sí mismo. En el transcurso del tiempo de permanencia en la capital,apoyado por una escueta beca tuvo que abordar otras tareas complementarias entre ellas la de cartelista; vivió y trabajó durante una larga temporada en un camerino del Teatro Infanta Beatriz; las experiencias le hicieron madurar y en lo artístico, indagar en las profundidades del arte del pasado, investigando la obra de Velázquez, Zurbarán y Goya, realizando copias de diferentes piezas de los fondos de El Casón del Buen Retiro. Las enseñanzas de sus profesores Enrique Lafuente Ferrari y Ramón Stolz Viciano fueron determinantes pues de sus lecciones supo aclarar y ordenar todo el remolino de ideas que le asaltaban; también la huella de las artes escénicas, en toda su magnitud, habrá de quedarse para siempre en su memoria.

RAFAEL ÚBEDA. VISIÓN RETROSPECTIVA - Pilar Corredoira

En 1961 viaja a los Países Bajos y completa estudios de pintura y grabado en la Hoger Akademy St. Joost de Breda; colabora en el taller del artista Willem Van Leusden en Maarsen y el pintor Flip van der Burgt le invita a trabajar en su estudio de Ámsterdam y a integrarse en el Grupo de Artistas Grabadores ZEBRA; con ellos expone en espacios institucionales y privados centroeuropeos y en la galería Graphil de Amsterdam (1964-1968), núcleo principal de las emergentes poéticas de la nueva vanguardia. A raíz de tan interesantes sucesos su obra integra nuevos acentos que toman carta de naturaleza en dibujos, pinturas y en las series de grabados, que aluden principalmente en su temática a paisajes urbanos y rincones ciudadanos. En 1965 obtiene el Gran Premio Roma (1965) que traerá consigo el traslado del artista a la capital italiana; en el edificio de la Academia de España, en San Pietro in Montorio, en una de sus torres podrá disfrutar de un espectacular taller abierto a las vistas de la ciudad que le ofrecerán renovada energía para seguir creando; en esos años, ahonda en la realización mural y de los resultados conseguidos se nutre la obra de grandes dimensiones diseñada en 1968 para la Basílica de la Anunciación de Nazareth de Galilea (Israel) bajo la técnica de pintura al fresco.

PAISAJE DE MADRID, 1965. Colección Real Academia de Bellas Artes de San Fernando - Pilar Corredoira

La etapa romana se prolonga hasta 1969 y será enriquecedor el encuentro con el arte del pasado, la Escuela de Siena, y con personajes del presente como Fellini. Renato Guttuso o Bruno Saetti. Y del excepcional entorno surgen nuevos registros que traslada a su obra; ilusión y plasticidad, magia, situaciones irracionales, extravagantes o irónicas se incorporan a su universo, y el discurso pictórico se engrandece con originales aportaciones. Si bien Úbeda se ha interesado vivamente por el paisaje es la figura humana la principal fuente de inspiración; de formas contundentes, distorsionadas se proyecta con fuerza hacia el exterior conformando una rotunda presencia y habitando en los ordenados fondos a modo de planos. Los temas están en concordancia con diferentes ámbitos de su conocimiento y experiencia; actores, directores de teatro, personajes circenses en acción, músicos tocando instrumentos de viento y cuerda o en representaciones corales, se desdoblan en la procura de la máxima expresión. Por añadidura, la sonoridad tiene un gran peso en su obra y el artista ha incorporado el fruto de sus investigaciones en materia musical a su pintura, logrando que cada realización vibre más allá de la temática elegida, de la superficie representada, estableciendo una sólida relación entre sonido, color y forma.