La puta hora
Nos vuelven a cambiar la hora. Un año más (y van casi 50) el gobierno de España, torpe y desinformado, perpetra sobre sus ciudadanos una fechoría sin precedentes.
A finales de marzo, recién entrada la primavera, modifica el horario, de forma que cuando ya amanecíamos de día volvemos a amanecer de noche. La foto con luz es del 28 de marzo, el pasado viernes a las siete de la mañana: ya estaba amanecido. La foto de las tinieblas es de hoy, 31 de marzo, lunes.
Cuando mi mujer se levantaba para ir a trabajar ya era de día. Era de día para ella y para todos los trabajadores, los niños escolarizados, sus profesores, los obreros a las fábricas y los camareros en los bares. Era de día. Durante el mes de marzo, cada mañana la noche se retiraba un poco, poquito a poco, y a final de mes la eclosión de los días alegraba el corazón y señalaba el camino para la recuperación de horas de sol.
Pero torpemente, aviesamente, al siguiente lunes de nuevo hemos regresado a las tinieblas. La tiniebla del invierno, la tiniebla de los biorritmos rotos, de los ritmos circadianos violados. ¿Es ello un fenómeno natural? No, desde luego. ¿Es un mandato de la Unión Europea, siempre lenta e inepta en su toma de decisiones? Pues tampoco en este caso. Ya veremos lo que establece la UE pero esta marranada no es suya. Es una decisión libre, voluntaria, dañina y miserable del gobierno español. ¡Sánchez, quién si no! Pues no, no es cosa de Sánchez. Los gobiernos de España llevan años perpetrando esta felonía durante toda la democracia; Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez, que es el último. Todos ellos han acreditado su ignorancia supina sobre lo que sea el bienestar de sus ciudadanos.
Considero a Rajoy el más culpable de ellos porque es de Pontevedra. Un tipo que ha nacido fuera, a la izquierda, del meridiano de Greenwich (ver el plano de los meridianos en Europa) que se ha criado en el GMT -1 (Greenwich Mean Time, o UTC, Universal Time Coordinated) que, como el Portugal occidental, no pertenece al “0” sino al “-1”, un tipo así no puede permitir que a partir de abril, España se coloque en el GMT +2, el de color rosita…si, si, el de Ucrania. Madrid y Kiev, hermanados por la estupidez de los gobernantes españoles.
Hay que decir que Pedro Sánchez ha sido el único presidente que ha promovido una comisión para el estudio de los horarios. Pero puso a su frente al ministro astronauta (hombre de pocas luces meridianas, a lo que se ve) quien a su vez era amigo de un personaje incalificable, Jorge Mira, que a pesar de ser gallego como Rajoy, es vehemente defensor de los cambios horarios, los juegos de luces, el anochecer a las once y media y otros dislates. Conclusiones de la comisión, las de siempre: los médicos contra el cambio de las horas, los físicos entusiasmados con voltear las manecillas y el resultado…empate y esperar otros siete años. Llevamos así desde que Franco cerró el ojo.
El problema que nunca existió
Porque es momento de decir que este problema, el de andar con la hora de Varsovia, no existió durante el franquismo. La república era amante de Greenwich, la hora natural, aquella en la que, a las doce, el palo vertical sobre el suelo no proyecta sombra. ¡Ay, Federico, “a las cinco en punto de la tarde”! Era la hora de la corrida. Y los pamplonicas se levantaban para el encierro a las cinco: “Levántate pamplonica/levántate y pega un brinco/que acaban de dar las cinco/ y el encierro es a las seis”.
Era tan amante la República del horario natural que la primera disposición que se tomó tras el 14 de abril de 1931 ¡la primera! fue eliminar el cambio de hora previsto para la semana siguiente, que había previsto Alfonso XIII.
Durante la guerra mundial Franco abandona Greenwich, adelanta una hora (para explicarme, la tira hacia la derecha en el plano) y se pone en GMT+1, que es la hora de Alemania. Como los listos crecen como las setas, aquello se hizo para complacer a Hitler, para facilitar las comunicaciones con la Alemania nazi y por seguidismo malvado del dictador. Bueno, pues sería así. Pero Hitler se pegó el tiro en 1945, Inglaterra pasó a ser hegemónica…y Franco no volvió a Greenwich. Hasta su muerte mantuvo su hora: el GMT +1, una hora de adelanto sobre el horario natural.
Aquella hora era espléndida. En mi Tetralogía sobre el cambio de la hora del año pasado en El Diario de Madrid (pueden verse en la hemeroteca) di en llamar al GMT+1 “la hora española” porque es, efectivamente, la hora pionera en la busca de lo óptimo. Pero harto ya de tanta impostura, habrá que explicar al comisionado para la memoria y a los organizadores de los 50 actos de rememoración del franquismo, que esa hora debería llamarse “la hora de Franco” porque fue él quien la creó y la mantuvo durante cerca de 40 años.
Preguntas para besugos
Sale el encuestador a la calle y pegunta: “¿Usted qué horario prefiere, el de verano o el de invierno?” Y la mayoría afirma sin pestañear que el de verano. Lo cual no tiene discusión, toda vez que en verano hay 15 horas de luz y en invierno, 9. Cualquiera que deba elegir entre tener 15 horas de luz o tener 9…
También en Europa cuando se les pregunta, dicen dos cosas: a) no quieren que se cambie la hora y b) que prefieren el horario de verano para todo el año.
Unas preguntas que no son igual para España que para Europa. Cuando se pregunta a un español y a un europeo, no se pregunta lo mismo. “Caballero ¿y eso porqué?” Pues porque los países europeos están en su horario natural, en su Greenwich. Y lo que quieren hacer es lo que hizo Franco en 1942. Porque ya han probado la fruta prohibida durante sus veranos, ya conocen “la hora de Franco” y es la que prefieren. Quieren pasarse de su hora natural a la de al lado, a la suya…+1.
En cambio, los españoles ya hicimos ese cambio al +1 en 1942. Y estando ya en el +1, la hora fetén, llegó el ígnaro, el mendrugo, el analfabeto, y volvió a adelantar la hora, al +2. Esa es la tragedia, esa es la razón por la que pasamos del día a la noche. El cambio de una hora es bienvenido; el cambio de dos es maldito.
¿Y fue la democracia quien adelantó la segunda hora? Pues tampoco. Fue en la agonía de Franco, el ministro Antonio Carro, un año ante de la muerte del jefe del estado. Cundía el pánico energético, la crisis del golfo, había que ahorrar, todo el mundo lo hacía…(lo hacían porque estaban en Greenwich) y, sin considerar que España YA ESTABA ADELANTADA EN SU HORARIO, LA ADELANTÓ OTRA VEZ.
Una cosa semejante se hizo en Portugal, en la época de Aznar. El primer ministro, Cavaco Silva, abducido por el esplendor hispano, pensó en lo bonito que sería compartir horarios. Y ni corto ni perezoso puso a Portugal en el GMT + 2, como su admirada España. ¡Tres horas de diferencia con lo natural! (ved el plano para recordar). Cientos de suicidios, millones de ansiolíticos, absentismo, estrés y miserias sin límite azotaron a los portugueses durante los tres años que tardaron en salir de aquel infierno.
Por consiguiente, la culpa de lo que nos pasa no es de Franco sino de los gobiernos de la democracia. Ninguno ha sabido rectificar y poner a España en el GMT + 1 todo el año, sin cambios ni leches. Tampoco es de la UE (dijimos al principio) porque lo que hace, adelantar la hora en verano, es unirse a la “hora de Franco” , que les gusta a ellos, y lo que le piden, como nos gustaba a nosotros. Pero que pongan a Alemania en el GMT + 3, la hora de Siberia y se lía parda.