Pequeña historia del Trofeo Marlboro
A principios de 1971, a la redacción de los Servicios Informativos de Televisión Española en Madrid nos visitó un compañero de la Sección de Deportes. Nos dijo que Manolo Santana se retiraba como tenista (fue la primera vez, pero no la definitiva) y que en agradecimiento a los periodistas que siempre se habían portado muy bien con él, iba a poner en marcha un torneo para periodistas, de carácter nacional, y que llevaría el nombre de Trofeo MARLBORO, una de las marcas de Philip Morris con quien trabajaba Santana. El compañero de Deportes nos pidió que participáramos para corresponder a la invitación de Manolo.
Faltaban dos meses para la celebración del Torneo, y me compré una raqueta más pesada que un baúl, y fui a practicar por las mañanas a las pistas de la Casa de Campo en compañía de mi compañero, el periodista y escritor Andrés Berlanga, entonces en la Editorial Católica, y más tarde Director de Comunicación de la Fundación Juan March, autor de varias novelas, la más conocida “La Gaznápira”. Ambos llegamos a marzo más verdes que una lechuga, y empezó el torneo, en el que participaban buenos tenistas como Antonio Sánchez Prieto, cronista de tenis en el ABC, y de Barcelona llegó Jordi Muntañola, de familia tenística, que ganó el primer Marlboro venciendo en la final a Sánchez Prieto. En cuanto a mí, gané sorprendentemente al marino de guerra y escritor Luis de Diego, que jugaba mucho mejor que yo, pero tenía cincuenta y tres años y se encontró con alguien que le devolvía todas las bolas. Mi siguiente contrario fue Jesús Ichaso, de la Vanguardia de Barcelona, que me endosó un doble 6-0. Esa derrota me sentó tan mal que me dije “a mi no me vuelve a meter dos roscos nadie”. Me hice socio de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, di una sola clase que me convenció de que mi destino era ser autodidacta, y me puse a jugar con cualquiera que se pusiera delante, con un drive globero y un revés cortado que molestaba a mis contrarios. Muntañola y Sánchez Prieto dejaron de presentarse en los siguientes Trofeos, para dar oportunidad a los más débiles. El segundo Malrboro lo ganó el gallego Guimaraens venciendo en la final a Ichaso. Los dos siguientes el triunfo fue para el humorista Julio Carabias, y así llegamos a 1975, en que el trofeo se disputó en las pistas del Club de Polo de Barcelona. Yo había mejorado ostensiblemente mi juego, y la lentitud de las pistas de tierra del Club de Polo me venía de maravilla. Llegué a la final contra Carabias y le vencí 6-2 y 6-3. Quién me iba a decir que iba a repetir mi triunfo siete años consecutivos más. En los siguientes años, ya en las pistas de la Ciudad Deportiva, volví a ganar a Carabias, a Sánchez Prieto, y así llegamos a 1977, en que si ganaba me llevaba el trofeo en propiedad, que se entregaba al que venciera tres años consecutivos o cinco alternos. Pero surgió un contrario formidable, Alfonso Rojo, que daba clases como profesor de tenis, y además de brillante reportero era un dominador del tenis. Al saltar a la pista en la final, recordé una frase de Jean Cocteau: “ No sabía que era imposible, así pues lo hizo” y pensé, la única manera de ganar a Alfonso era pasar la bola al otro lado de la red una vez más que él. Hora y media después, pasó por la pista Manolo Santana, y me preguntó ¿Cómo vas? Le respondí: voy por delante 6-0, 5-0 y 15-40, tengo mi primer match ball. Gané el punto, el partido, y el Trofeo, que guardo en Santiago Millas. Desde entonces fueron cayendo Carabias, Sánchez- Prieto, Marañón, varias veces Angel del Rio.. hasta 1982. Ángel se tomó la revancha en 1983 y en 1984, el último Marlboro, que se celebró en las pistas de Puente Roimano, en Marbella. Gané ocho de los trece Trofeos disputados. No está mal para alguien que comenzó, con una raqueta en la mano, a punto de cumplir los 33 años.