Pelaito de verano
“Pelaito de verano”, me dijo Belinda adjuntando una foto de Diego con el cabello recién cortado.
Me recordó inmediatamente a mis amigos andaluces, y a otros tantos colegas del sur con los que comparto docencia.
“Pelaito de verano” es algo más que un término local para definir lo que parece evidente: un corte de pelo estival. Andalucía es una región conocida por su rica cultura; la moda y la estética singular no son una excepción.
La “poda” de la melena es tan antigua como la humanidad. Tiene en el fondo motivos ceremoniales y ritos de paso estacionales, tanto en hombres como en mujeres. En Egipto se han encontrado piedras afeitadoras nada menos que de la Edad del Bronce. Largo me lo fías, pues.
Al contrario que otros seres, los humanos nos arreglamos habitualmente la cabellera en lugar de dejarla crecer de forma natural y descontrolada. No solo se trata de mantener una buena apariencia, sino que representa un cambio, una renovación, incluso una declaración de identidad. Para muchas personas, cortarse o acondicionar el pelo de un modo determinado es una forma de expresión que puede encerrar toda una declaración de intenciones.
Cuando la madre de Diego le llevó a la peluquería y pidió un “pelaito de verano” para el niño, en realidad estaba ante un inminente ritual de paso. La gracia viene por añadidura: hacerle comprender al peluquero suizo, de Zurich, cómo es un “pelaito de verano” en Fuengirola. Así es la vida.