¿Pánico en Europa?
Europa se apresta a iniciar un rearme militar, pese a que a nuestro presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, no le gusta la palabra, al tiempo que la Unión Europea (UE) pedirá a los hogares que almacenen víveres y productos esenciales por si estalla una guerra.
No cabe duda que la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y su descarado apoyo al presidente ruso Vladimir Putin en la guerra de Ucrania, sirviendo este país en bandeja de plata a Moscú, y un panorama en la periferia postsoviética cada vez más sombrío, en una suerte de nueva Guerra Fría, ha llevado a los líderes europeos a pedir a sus ciudadanos que estén preparados para una previsible emergencia. A estos elementos, hay que añadir la falta de voluntad política por parte de Rusia de llegar a un acuerdo con Ucrania, lo que hace presagiar nuevas amenazas y que la paz, estabilidad y seguridad del continente no están garantizadas para nadie en estos momentos.
Mientras Polonia y los países bálticos -Lituania, Letonia y Estonia- preparan a sus poblaciones desde hace meses con planes de contingencia ante un posible ataque ruso, en un momento en que el paraguas de la OTAN ya no parece un garantía en caso de que fueran atacados esos países, el resto de Europa busca alternativas ante el fin de la doctrina atlantista. La OTAN, que durante casi ochenta años garantizaba a sus miembros la mutua defensa si alguno era atacado a través del artículo 5 del Tratado de Washington, atraviesa una crisis existencial de impredecibles consecuencias para todos. Ahora, con Trump al frente, las cosas son muy distintas y esa organización es abiertamente cuestionada por la actual administración norteamericana.
El propio Ellon Musk, una suerte de consejero áulico del presidente Trump, aboga abiertamente y sin tapujos por la salida de los Estados Unidos de las Naciones Unidas y la OTAN. El multilateralismo, para Musk y Trump, no tiene ningún valor; el orden internacional es una selva en la que se impone la ley del más fuerte, tal como parece que sucederá con la cesión de los territorios de Ucrania a Rusia. Por no hablar del vicepresidente, J.D.Vance, quien desprecia abiertamente a Europa y llama a sus antaño socios europeos “gorrones” y a los que odia “tener que rescatarlos”. Prefieren a Rusia, claro está, Putin es más fiable que dos mil años de tradición democrática europea.
Trump, en apenas dos meses, ha hecho trizas el orden internacional nacido tras la Segunda Guerra Mundial y que estaba sustentando en el vínculo transatlántico entre la Europa democrática liderada por Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia y las dos grandes potencias de América del Norte, Canadá y Estados Unidos. Trump, con sus boutades e insultos, ha levantado un muro de desconfianza entre la Unión Europea (UE) y Washington, en parte debido a sus concesiones a Putin en la guerra de Ucrania, y ha dinamitado en días las buenas y tradiciones relaciones con Canadá. Ya no se toma vino californiano en los bares y restaurantes canadienses, el horno no anda para bollos.
Aumento de los gastos de defensa en Europa
Así las cosas, y en este contexto tan volátil, incierto y confuso, casi todos los gobiernos europeos, incluyendo a España, se aprestan a aumentar sus gastos en seguridad y defensa, pero también, como está haciendo Polonia, se ponen en marcha planes de entrenamiento militar para miles de jóvenes. En cierta medida, los europeos nos hemos quedado solos y Estados Unidos, que lideraba la OTAN y el mundo libre, ya no es un socio y un amigo fiable. Más bien lo contrario.
La amenaza contra Europa no es solamente convencional porque Rusia se está empleando a fondo en la guerra híbrida, es decir, en la utilización de toda clase de medios y procedimientos contra nuestros Estados, empresas y el sistema financiero, interfiriendo, a veces, hasta en los procesos electorales de algunos países para colocar a candidatos que son descaradas marionetas de Moscú, tal como ha pasado concretamente en Georgia, Moldavia y Rumania. Europa no ha entrado en pánico, pero sí está en alerta ante un nuevo escenario internacional que se adentra en terrenos desconocidos y que avizora numerosos riesgos. No haber dado una respuesta a Rusia en su momento, como por ejemplo cuando se anexionó la península de Crimea en el 2014, fue un pésimo precedente que ha abierto la cada de Pandora para nuevos conflictos y seguras convulsiones en el futuro. Atentos.