Prefieren morir antes de ser dañadas por la censura
LA MIRADA DE ULISAS fue requerida por una poeta y cantautora peruana, una PILAR que sabe denunciar con su voz el malestar del mundo, pero ante su necesidad de difundirlo más ampliamente, me pidió de manera encarecida que fuera el atisbo que me habita, el que hablara y escribiera sobre la lamentable situación de las impúberes en varios países, que ni las nombran. Consideró que El Diario de Madrid representaba un destacado medio para seguir insistiendo sobre una situación que le duele a la mujer emancipada y feliz de su condición de mujer liberada. Sabemos de sobra cuáles son los regímenes que las silencian y las obligan a llevar un velo, ese trapo de la sumisión, que tanto repugna a las muchachas que alcanzaron la voluntad de ser y de expresión en un mundo que las autoriza a gozar de su circunstancia de mujer en plenitud.
Regresar a la Edad Media en pleno siglo XXI es devolvernos al tiempo con pesadumbre, cuando las mujeres ocupaban el rol de objeto a la merced del hombre como esclavas sexuales y para los oficios domésticos. Con todo lo que implica de abusos, vejaciones, humillaciones y maltratos, evidenciados sin el menor eco. Todo un mundo negado para las EVAS, vistas como las mujeres del pecado, con la única misión de traer hijos al mundo para parir la descendencia de manera indiscriminada y abultada con el fin de alcanzar el poder de la conquista, sin lograr darles una buena formación, ausente de los medios adecuados. Una condenable disposición en la categoría de “femeninas parturientas” casi de manera primaria y animal sin voto de decisión alguno. Y es reconocido que en muchos lugares administrados por musulmanes fanáticos se educa en el odio hacia el judío y al infiel, que son todos los demás que no acatan las leyes y los dictámenes de Mahoma. Según el decir de sus gobernantes es la única verdad, que se debe imponer a la fuerza y con exagerada hostilidad. Un universo de sombras que intentan desvanecer los avances de siglos de luchas y de victorias por y para el bienestar de los derechos de la mujer, tomada en cuenta con ojos diversos. Igual que el triunfo de otras posturas y renovados beneficios, negados en las sociedades donde impera el terror.
¡Y qué decir de la suerte de las niñas actuales! bajo esas políticas del horror, donde se les prohíbe asistir a la escuela con el fin de dejarlas incultas y bajo el dominio de una autocracia que quiere a sus mujeres dóciles y obedientes para poderlas manipular. Todo un tinglado que obedece a una filosofía de vida que ha sido altamente cuestionada y hasta descartada por sistemas democráticos, que se han fijado como meta establecer el respeto al valor de la vida y al de la diferencia tanto sexual como del pensamiento diverso. Principios basados en la tolerancia, que ennoblece toda sociedad al abrazar movimientos evolutivos que le den vuelo y sentido a la Humanidad, sedienta de oportunidades. Las que se les niegan a esas pequeñas enclaustradas en sus casas para moldearles el espíritu de modo retrógrado y ciertamente ofensivo y doloroso.
Hubo momentos históricos en determinados países donde y cuando la regla o la conducta impuestas fueron con una mayor apertura. Ejemplo de ello: bajo el mandato del Sha en Irán o inclusive en El Líbano, considerado en un tiempo pasado como la Suiza de Oriente. Todo esto ha quedado tristemente atrás con la presencia de los ayatolas y los dirigentes que se hacen a la castración de principios más humanos y universales. Y por supuesto, a la presencia de los terroristas que siguen esas normas y las defienden a capa y espada, por no mencionar otras armas o formas, con patrones que atemorizan al mundo. Son motivo de queja y lamentos, censurados hasta la muerte.
Cuando mi mirada húmeda ve estas arbitrariedades e injusticias no puede sino sollozar aún más por la desgracia de estas inocentes infantas, que no ameritan tal suerte o esa mala suerte, mientras que a otras de su misma edad en otras naciones se les permite estudiar y aspirar a un mañana menos cruel. Volquemos nuestra mirada y nuestra sensibilidad, como lo hago yo, desde una mirada interior que no calla asuntos tan graves como este fenómeno que no tiene perdón ni de Alá. Debe estar revolcándose en su tumba y preguntándose ¿cómo se les pudo ir de las manos a tantos vehementes extremistas? la medida expuesta en sus textos, bajo una interpretación que se apodera del atraso para confundir aún más a sus fieles. Quiero creer esto, ya que no puedo concebir que sea lo que Mahoma pretendió para la mujer en pleno siglo XXI, tal vez visualizado en otras épocas, pero ahora asunto que deja mucho que desear y objetar. Sus predicados deben ser revaluados para una sana convivencia a nivel planetario, sin tantas promesas de un más allá, que nadie conoce realmente ni puede asegurar que numerosas vírgenes esperan a los supuestos héroes que matan por llegar al cielo. Pero lo que sí es seguro es que les matan la ilusión a esas pequeñas de ser partícipes de una sociedad y de convertirse en las mujeres con toda la potencia que se les conoce y que se les niega. Menos mal que algunas prefieren morir antes de ser dañadas por la censura y la intolerancia. Lo que resume la inconformidad en la que viven. Hora con nuestras voces y miradas de rescatarlas y mostrarnos solidarios con su condena.